Viajar en el mundo nos permite ver diferencias y similitudes entre las sociedades. Así, Bélgica y México, dos países en las antípodas, tienen numerosas diferencias…
Viajar en el mundo nos permite ver diferencias y similitudes entre las sociedades. Así, Bélgica y México, dos países en las antípodas, tienen numerosas diferencias artísticas. Y en cuanto a la democratización cultural, ¿cuáles son las diferencias entre estos dos países? Para los curiosos, la respuesta está aquí:
Ya sea en México o en Bélgica, numerosos artistas han dejado una huella indeleble en el arte nacional y en la memoria colectiva. En los edificios, en las pinturas o en la escultura, el arte es omnipresente y genera una plusvalía en cualquier país. En nuestra época, donde la modernidad es primordial, el arte urbano, que también se conoce como Street Art, se desarrolla cada vez más. Así, podemos observar que el arte arquitectónico invade las calles para democratizar la cultura y también la estética. De esta manera, todas las clases sociales pueden acceder al arte y cultivarse.
¿Es el arte urbano el camino hacia la democratización cultural?
La democratización de la cultura consiste en que las obras de arte deben ser accesibles para todos y no únicamente para las élites. Una de las formas de arte que permite esta democratización cultural es el arte urbano contemporáneo. Esté ultimo contiene formas diversas de arte realizadas en las calles o en los lugares públicos. Por ejemplo, los numerosos artistas que utilizan grafitis, mosaicos o infraestructuras diversas. Sin embargo, este arte es a menudo efímero y está presente en las calles sólo por unos instantes.
Como lo dijo Maurice Chapelan, periodista francés, «en el arte, como en las caras, encontramos fealdades simpáticas y bellezas sin encanto». Así, el último objetivo del arte urbano no es ser bello: los artistas urbanos quieren, ante todo, crear una emoción con el fin de que la población se interese en la cultura. Este fenómeno tiene la idea de que si la población no va a la cultura, entonces la cultura irá a ellos.
En cada rincón del planeta podemos encontrar el arte en las calles: París, Praga, Roma. Por ejemplo, en México, el arte en la calle existe y es estupendo. En 2015, un colectivo mexicano de artistas de la calle «Germen Crew», creó una obra multicolor en la ciudad mexicana de Palmitas. Más de 200 fachadas de casas fueron decoradas de vivos colores para que la ciudad reflejara la felicidad. Esto permitió a la ciudad transformarse y permitir a los ciudadanos encontrarse con el arte. En efecto, los habitantes intentan seguir con esta esta iniciativa para que Palmitas sea siempre una mezcla de arte, colores y, sobre todo, alegría. Por supuesto, hay todavía mucho por hacer.
Otro país que es interesante en materia de democratización cultural es Bélgica. En los años sesenta Bélgica comenzó a interesarse por la cuestión de la democratización cultural, antes de que este concepto llegara a otros países. Mientras que las palabras «arte» y «cultura» eran reservadas sólo para las élites, Bélgica intentó romper las normas. Pero es sólo a partir de los años setenta que el arte comenzó a democratizarse en este país.
La democratización cultural en Bélgica: el caso de Mons
En Bélgica, el arte urbano está presente en las calles, sobre todo a Mons que es la Capital Europea de la Cultura durante el año 2015. Es posible descubrir diversas obras urbanas expuestas al gran público: ya sea en las calles, en la calle peatonal o en la Plaza Mayor.
En el contexto de Mons 2015 la obra del artista Arne Quinze ha sido construida en la ciudad, para que sea visible por todos los transeúntes. Titulada: «The Passenger», una estructura de madera permite a la ciudad de Mons transformarse durante cinco años en un museo a cielo abierto. Color, modernidad y originalidad son las palabras perfectas para describir esta obra única. La organización de Mons 2015 optó por el arte urbano debido a sus diversas ventajas. Todos los visitantes de la ciudad pueden contemplar esta obra de arte en cualquier momento de la vida cotidiana y esta magnífica obra se integra a la perfección con los edificios históricos de Mons.
Este arco iris de colores, «The Passenger», hace polémica en la ciudad y las opiniones sobre el tema discrepan. Eso también forma parte del arte: una mezcla de diferentes opiniones que nos enriquecen. Y nos guste o no «The Passenger» permite abrir el arte y la cultura a todo el mundo.
Durante Mons 2015 otras formas de arte han sido promovidas: teatro callejero improvisado, poesía escrita en los muros de las calles, fotografías y pinturas en las ventanas, un laberinto en girasoles y otra centena de actividades. El objetivo es, una vez más, ofrecer numerosas formas de cultura a la población para enriquecerla y ayudarla a crecer intelectual e interiormente. Al final, descubriendo el arte y la cultura, cada uno de nosotros puede crearse su propia opinión y extender la libertad de pensamiento de los otros.
Con el arte urbano, la democratización de la cultura es promovida y todo el mundo tiene acceso a ella. Pero, ¿las personas tienen un interés en este fenómeno?
Éste un tema para otro artículo.
Por Massimo Scardino, Bélgica
Fotografía: Juan H. Rodríguez

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