Delfina pierde el debate, pero podría ganar la gubernatura

Desde aquel mítico debate presidencial de 1994 entre los entonces candidatos… Desde aquel mítico debate presidencial de 1994 entre los entonces candidatos, Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas, no ha existido un verdadero...

2 de mayo, 2017

RHT

Desde aquel mítico debate presidencial de 1994 entre los entonces candidatos…

Desde aquel mítico debate presidencial de 1994 entre los entonces candidatos, Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas, no ha existido un verdadero ejercicio democrático a favor de contrastar ideas, comparar trayectorias políticas y reaccionar ante las acusaciones entre los aspirantes al poder público. A partir de entonces cada debate a gubernaturas o presidencia de la República, se realiza bajo formatos muy controlados con la finalidad de que ningún candidato se exponga a errores propios y señalamientos de sus adversarios, esto provoca que resulten sumamente aburridos, acartonados y pasen casi desapercibidos en las campañas.

En el pasado debate entre los aspirantes a la gubernatura del Estado de México (Edomex), organizado por el Instituto Electoral del Estado de México, no permitió confrontar propuestas e ideas entre los contendientes y de debate solo tuvo el nombre ya que la participaron de los 6 candidatos registrados hizo casi imposible poder contrastar sus posicionamientos, revirar señalamientos, críticas, profundizar en sus propuestas (y lo más importante) explicar cómo se financiarán sus geniales ideas.

En esa insufrible transmisión de hora y media, en el olvidado canal de Televisión Mexiquense, los candidatos se mimetizaron en la mediocridad del discurso, pobreza intelectual, acartonamiento en su desempeño, abuso de láminas ilustrativas incomprensibles y acusaciones dignas de cualquier mercado popular, donde las aguerridas “marchantas” se gritan hasta el precio de cada una.

La candidata independiente, Teresa Castell, pasó sin pena ni gloria, y la misma suerte tendría el candidato del Partido del Trabajo, Oscar González, de no ser porque bravuconeó con procesar al gobernador actual, Eruviel Ávila y al actual presidente Enrique Peña por ejercicios indebidos. Juan Zepeda, del Partido de la Revolución Democrática, logró una participación articulada e intentó posicionar el tema de combate a la inseguridad. Sin embargo, ninguno de estos contendientes logrará el triunfo en el Edomex.

Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional (PAN), es la candidata de más experiencia en campañas, al haber sido contendiente presidencial en la elección de 2012 y ganadora del último debate entre ella, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Enrique Peña Nieto. La panista apostó por una imagen más agresiva en el vestir y en el discurso contra Delfina y Alfredo del Mazo, logró posicionar acusaciones que permearán hasta el final de campaña en el Edomex. No obstante, sus gesticulaciones agrias y su tono beligerante abonaron poco para que sus propuestas fueran trascendentes, además de ser poco sustentables en la realidad.

Por su parte, Alfredo del Mazó se vio muy acartonado, rígido e incómodo ante un ambiente totalmente hostil al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que sumada a la fallida y perseguida “nueva generación de políticos”, además de los paupérrimos índices de aceptación que tiene su primo, el presidente Enrique Peña, se convierten en un multiplicador del malestar social, que recae directamente en la alicaída campaña del candidato tricolor.

En esa lógica tan adversa, del Mazo se limitó a responder de forma tibia algunas acusaciones, controlar los daños y aventar nimias propuestas. Los pocos ataques que logró enviar resultaron contradictorios y hasta risibles al asegurar que se combatirían los enormes niveles de inseguridad y corrupción que se dan en la entidad mexiquense. Los señalamientos contra Josefina Vázquez Mota por el manejo irregular de los 900 millones otorgados por la administración de Peña, a través de la agrupación “Juntos Podemos” provocaron la pena ajena.

Existe la posibilidad de la alternancia en el Estado de México, el fenómeno de la candidata del partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Delfina Gómez, no se entendería sin el “padrinazgo” de AMLO en el buen y mal sentido de la palabra. Su desempeño en el debate fue errático, mostró su poca capacidad oratoria e inició con una pifia al tratar de deslindarse de los diputados que votaron a favor del denominado “gasolinazo”.

Fue sin duda la gran perdedora del debate al no enfrentar las acusaciones por el descuento del diez por ciento en el salario de los trabajadores de Texcoco, destinado al pago de deudas y servicios del municipio. Además de que se encontraban muy presentes en la opinión pública los videoescandalos de la diputada local de Veracruz con licencia, Eva Cadena, al recibir dinero en efectivo destinado, presuntamente, el líder del partido AMLO.

La magnitud de estos golpes deberían ser fatídicos para MORENA y Delfina Gómez, aún así nadie que haya ganado un debate, puede asegurarse ganar la elección, ya que según ese mito genial que son las encuestas, el proceso electoral continúa en tercios con probabilidades de triunfo para Delfina Gómez, de MORENA, Alfredo del Mazo, del PRI y Josefina Vázquez Mota, del PAN. A pesar de la fragilidad de la candidatura de Delfina Gómez, los otros candidatos están sumidos en la mediocridad y los mismos escándalos de corrupción.

Es necesario resaltar que las encuestas en muchos otros procesos internacionales no mostraron el voto antisistema que llevó al triunfo presidencial a Donald Trump, ni el caso del Brexit en el Reino Unido, así como el No al proceso de paz de Colombia. En México otros procesos electorales a gobernador (del año pasado) muchas casas encuestadoras no le atinaron ni al ganador. Por lo que a pesar de todo, Delfina gracias al “gasolinazo” y el voto de castigo podría arrebatar, sin mérito propio alguno, la joya de la corona priísta que es la entidad mexiquense.

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