Ayuda extranjera, ¿bendición o maldición?

Hace unos días se publicó un artículo en The Economist acerca de los problemas que puede generar la asistencia extranjera que otorgan los países desarrollados… Hace unos días se publicó un artículo en The Economist acerca de...

14 de junio, 2016
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Hace unos días se publicó un artículo en The Economist acerca de los problemas que puede generar la asistencia extranjera que otorgan los países desarrollados…

Hace unos días se publicó un artículo en The Economist acerca de los problemas que puede generar la asistencia extranjera que otorgan los países desarrollados a naciones menos desarrolladas. [1] El día de hoy nos daremos a la tarea de analizar las ventajas y desventajas de este tipo de ayuda.

¿Qué es y para qué sirve?

Se considera que la ayuda extranjera es el otorgamiento o préstamo de dinero, materiales y servicios por gobiernos, organizaciones e individuos, generalmente de sociedades ricas, para ayudar a los países pobres. Existen principalmente dos canales de distribución:[2]

  1. Ayuda multilateral. Es a través de organismos que concentran recursos de múltiples donantes, destinándolo a atacar un problema en específico de una región. Un ejemplo es el Banco Mundial.
  2. Ayuda bilateral. Es aquella que fluye directamente de un gobierno a otro. De acuerdo a la OCDE, actualmente los principales donantes son Estados Unidos, Reino Unido y Alemania[3] mientras que los principales receptores son Afganistán, Vietnam, Siria y Paquistán.[4]

A pesar de que se cuestiona la efectividad de la ayuda para resolver los problemas políticos, económicos y sociales de los países, para el año 2015, la ayuda totalizó 132 mil millones de dólares.[5]

Borrachera adolescente vs adultez económica

Según Claudia Wiliamson, una experta citada por The Economist, la ayuda extranjera no tiene consecuencias positivas o negativas por sí misma, más bien tiene efectos amplificadores: a las dictaduras las hace más dictatoriales y a las democracias, más democráticas.[6] Dos ejemplos perfectos de lo anterior son Afganistán y Corea del Sur.

Afganistán[7]

En este país existe una gran población joven con escazas oportunidades para su desarrollo, lo que ha sido caldo de cultivo para el reclutamiento de fuerzas extremistas (Talibán). Por este motivo, se ha destinado una gran cantidad de dinero en los últimos años, proveniente en su mayoría de Estados Unidos, para mejorar sus condiciones. Sin embargo, los resultados no son claros.

En Afganistán hay más caminos y escuelas que antes, pero pocas de ellas tienen electricidad, agua o maestros competentes. Es claro que las instituciones siguen frágiles y que el gobierno tiene incapacidad de proveer los servicios básicos a sus ciudadanos y garantizar la seguridad humana.

Esta situación se presenta, primordialmente, porque en muchas ocasiones el dinero se otorga sin ningún tipo de evaluación o monitoreo, antes o durante la realización del proyecto. Las consecuencias de este descuido son palpables: baños públicos sin tubos ni drenajes. Alrededor del 70% de los afganos no tienen acceso a un baño, razón por la cual, su misma construcción les es ajena. Asimismo, se han construido complejos militares fuera de la zonas adecuadas que no han podido usarse o infraestructura que por distintos errores ha tenido que ser demolida; entre otros.

En conclusión, la economía de Afganistán se comporta como “un adolescente al que se le entrega alcohol y las llaves de un coche.” La ayuda extranjera ha promovido muchos de los problemas que buscaba combatir, creó un ambiente de corrupción y ha llevado a pensar a los afganos que las donaciones son el único remedio a cualquier problema. El gobierno no ha asumido sus responsabilidades y la ayuda no se ha canalizado a la creación de instituciones fuertes que mejoren a largo plazo las condiciones del país.

Corea del Sur[8]

Tras la invasión japonesa de los años cuarenta, y una guerra devastadora entre 1950-1953, Corea se ha convertido una de las naciones más ricas del mundo, en parte, gracias a la ayuda a extranjera. Se estima que entre 1945 y 1990 el país recibió 12.7 mil millones de dólares (principalmente de Japón y EU) especialmente después de los años cincuenta. Su éxito ha sido tal, que incluso, en 2009, fue el primer país en transitar de receptor a donador.

Para que la ayuda funcionara, se requirió de una administración efectiva y que el gobierno fuera líder en propiciar el desarrollo económico al país. En un inicio, la ayuda funcionó tras el desastre bélico, dando estabilidad social, política y económica al proveer las necesidades básicas. En un segundo momento, la ayuda se destinó en reducir la inflación, cubrir el déficit fiscal y así estabilizar las finanzas públicas. Asimismo, otra porción de los recursos se destinó a mejorar los sistemas de comunicación, reconstruir caminos, apoyar el sector manufacturero, al igual que la creación de una milicia fuerte y organizada. Finalmente, la ayuda transitó a asistencia de largo plazo para el desarrollo económico al apoyar el sector industrial, eléctrico y de carbón, entre otros. De esta manera, la ayuda se transformó de donaciones a préstamos para fomentar la independencia económica del país.

El éxito es explicable por distintos elementos. Uno de los factores que marcaron la diferencia fue la creación de una agencia gubernamental sudcoreana que centralizaba y administraba la ayuda según las necesidades. Cabe destacar que el contexto político fue de gran ayuda: Corea del Sur se percibía como un bastión en Asia contra el creciente del comunismo, lo que le dio legitimidad al gobierno impuesto después de las guerras.

Factores para el fracaso

Como se vio anteriormente, la ayuda extranjera no es la panacea del desarrollo y polariza las situaciones económicas y políticas de las naciones receptoras. The Economist expone claramente cuáles son los principales problemas:

  • Ayuda mal dirigida. Actualmente, la ayuda no llega ni a gente pobre, ni a países con gobiernos sólidos. Mucha de la ayuda llega a países de ingresos medios que se encuentran mal gobernados y con instituciones frágiles.
  • Ayuda opaca. No se monitorea ni evalúa el uso de los recursos, lo que hace que éstos se mal gasten. La ayuda debe ser transparente, y deseablemente fluir a través de los gobiernos.
  • Ayuda como herramienta de política exterior. Anteriormente, la ayuda se destinaba a países comunistas para que transitaran al capitalismo, ahora el enemigo es el Islam. Por ello, Afganistán, Egipto, Jordania, Siria y Turquía reciben más ayuda que Bangladesh que tiene más pobreza.
  • Ayuda dispersa. Cada vez hay más países donantes, sin embargo aunque pareciera positivo esto resulta negativo ya que los receptores deben concentrar esfuerzos en crear muchos reportes y administrar la asistencia, más que enfocarse en lo realmente importante. Sumado a ello, los países donantes muchas veces se enfocan más en dar múltiples ayudas que en concentrarse en menos proyectos bien dirigidos.

La actual predominancia de China como donante no ayuda a cambiar los vicios de la ayuda extranjera: esta potencia no exige grandes contraprestaciones ni requerimientos con tal de tener presencia en distintas áreas geográficas.

Conclusión

La ayuda extranjera podría servir como un gran instrumento para sacar a ciertos países del estancamiento económico, de la pobreza y hambruna. Lamentablemente, esto es la excepción. Los países donadores se han enfocado en “dar pescado, en lugar de enseñar a pescar”.


[1] Misplaced Charity, The Economist, 18 de junio de 2016,  disponible en http://www.economist.com/news/international/21700323-development-aid-best-spent-poor-well-governed-countries-isnt-where-it

[2] What is Foreign Aid?, disponible en http://www.takepart.com/flashcards/what-is-foreign-aid

[3] Spending on Refugees, OECD, disponible en http://www.oecd.org/dac/development-aid-rises-again-in-2015-spending-on-refugees-doubles.htm

[4] De acuerdo a una consulta realizada en la base estadística de la OCDE ( http://stats.oecd.org/) para  el indicador  denominado “Official Development Assistance”

[5] Spending on refugees, Ibid.

[6] The Amplification Effect: Foreign Aid’s Impact on Political Institutions, KYKLOS, Vol. 66, Mayo 2013, No. 2, págs. 208–228, disponible en http://government.www.peterleeson.com/Amplification_Effect.pdf

[7] Con base en Money Pit: The Monstrous Failure of US Aid to Afghanistan,  Joe Brinkely,  World Affiairs, Enero-Febrero 2013, disonible en: http://www.worldaffairsjournal.org/article/money-pit-monstrous-failure-us-aid-afghanistan

[8] Con base en Foreign Aid and Economic Development: The Success Story of South Korea, Jiyoung Kim, Pacifi Focus – Inha Journal of International Studies

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