Cuando hablo con otras personas acerca de las propuestas o promesas hechas por cada candidato a la presidencia…
Cuando hablo con otras personas acerca de las propuestas o promesas hechas por cada candidato a la presidencia de la república, la conversación usualmente se centra en la viabilidad o inviabilidad de las que ha planteado el abanderado de Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador.
Por ejemplo, se discute sobre la conveniencia o no de anular la construcción ya iniciada del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). Para AMLO, esta es una obra que nunca debería haberse aprobado y que solamente ha servido para enriquecer más a los contratistas favoritos del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto; una obra que sale sobrando en vista de que, según él, las necesidades aeroportuarias de la Ciudad de México serían satisfechas modernizando el actual aeropuerto (AICM) y convirtiendo en aeropuerto civil a la base aérea militar de Santa Lucía, en Zumpango, Estado de México, que está a 50 kilómetros de distancia del AICM.
Se discuten también los planes de AMLO de otorgar becas de 2,400 pesos mensuales a 300,000 estudiantes y empleos a 2.3 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, los denominados ninis, con un sueldo mensual de 3,600 pesos. Sus adversarios se preguntan de dónde vendrán los 108,000 millones de pesos anuales que necesitará para cumplir su promesa y aseguran que sólo mediante un aumento de impuestos los podrá obtener. López Obrador afirma, sin poder demostrarlo, que reduciendo el gasto corriente del gobierno federal podrá tener el dinero necesario para estos dos planes asistencialistas.
Caray, hasta se discute si conviene vender el avión presidencial, ese que “no lo tiene ni Obama”.
En lo que al avión se refiere, AMLO tiene razón, no lo tenía Obama ni lo tiene Donald Trump porque el presidente estadounidense tiene a su disposición aviones mucho más costosos que el de Peña Nieto: dos Boeing Jumbo 747 adquiridos en 1990 por el entonces presidente George H.W. Bush, a un costo de 600 millones de dólares cada uno que hoy equivalen a 1,143 millones de dólares. En comparación, el Boeing Dreamliner 787 que hoy es el TP-01 costó unos 177 millones de dólares. Según los expertos, si hoy se vendiera el TP-01 podría recuperarse entre un 30% y 50% de su valor original. Y otra cosa que debe saber el tabasqueño es que los dos nuevos 747 que sustituirán a los actuales aviones de Trump costarán 1,950 millones de dólares cada uno.
Frente a la discusión de las propuestas lopezobradoristas, no se escucha un debate en torno a lo bueno y lo malo de las que han hecho sus contrincantes, lo cual demuestra que ni Ricardo Anaya, ni José Antonio Meade ni Margarita Zavala han sabido capturar la imaginación de los votantes. Ninguno de ellos es, a fin de cuentas, tema de conversación, como sí lo es López Obrador. Eso explica que el tabasqueño encabece todas las encuestas de preferencia del voto.
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