Alien: Covenant o los monstruos de Hollywood no son los Xenomorfos

La franquicia que se encontraba casi muerta, regresa con una segunda precuela más espectacular que consistente.   La franquicia que se encontraba casi muerta, regresa con una segunda precuela más espectacular que consistente. “En el espacio nadie escuchará...

19 de mayo, 2017
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La franquicia que se encontraba casi muerta, regresa con una segunda precuela más espectacular que consistente.

 

La franquicia que se encontraba casi muerta, regresa con una segunda precuela más espectacular que consistente.

“En el espacio nadie escuchará tu grito” fue el slogan con el que se presentó al público Alien, el octavo pasajero (1979). Su director, el entonces muy joven Ridley Scott, impactó a las audiencias al combinar, de forma muy exitosa, la ciencia ficción y el cine de terror. Lo memorable fue el usar una criatura imparable y que no tenía ninguna razón verdadera para su salvajismo. La historia original estaba firmada por el inteligente escritor de terror y ciencia ficción Dan O’Bannon y el diseño del monstruo fue realizado por H. R. Giger, famoso por sus ilustraciones que mezclaban lo orgánico con lo tecnológico. El apartado visual estuvo a cargo de Chris Foss y el legendario dibujante de cómics, Jean Giraud “Moebius”. Curiosamente, como mero dato anecdótico, se puede comentar que en el documental Jodorowsky’s Dune (2013, Frank Pavich), se pone en evidencia que el mismo equipo (excepto Scott) estuvo a cargo de la fallida adaptación de la saga de novelas de Frank Herbert, Dunas, que sería dirigida por el argentino Alejandro Jodorowsky. O’Bannon reconocería que la historia original se basó en una parte del guión que nunca se filmó y que fue estirada hasta volverse el clásico que todos conocemos. El éxito de la cinta fue tal que casi diez años después se realizaron 3 secuelas y 2 spinoff que hoy por hoy forman una de las sagas más importantes de la ciencia ficción. Se han hecho libros, cómics, videojuegos y crossovers tan curiosos y variados que van desde Predator, Batman, Supermán, Judge Dredd, Green Larntern y etc. Era lógico que los estudios, en estos tiempos plagados de explotación de todas las franquicias posibles, filmaran una nueva trilogía, en este caso de precuelas, iniciadas con Prometheus (2012) y continuada con Alien: Covenant (2017), ambas dirigidas nuevamente por el autor de la primera cinta.

El asunto desde el principio parece bastante conocido. Se cuenta lo que ocurre cuando la tripulación de la nave colonia Covenant, después de un desperfecto, decide dirigirse a explorar un planeta cercano del que reciben una señal, que podría permitirles empezar una nueva vida a las 2,000 personas que llevan de pasajeros. Por desgracia, como bien se sabe, los queridos xenomorfos (aliens, para los cuates) harán de las suyas, ayudados por David, el androide que aparece en Prometheus.

Si bien la cinta no aporta nada nuevo a la fraquicia, lo cierto es que el veterano director sabe su oficio y la dota de una intensidad ya casi no vista en estos días. Michael Fassbender, como David y Walter, se vuelve el protagonista absoluto (seguramente estará en la tercera cinta), dejando al resto del elenco fuera de cuadro totalmente, excepto por un sorprendente Demian Bichir, que, como siempre, demuestra que está a la altura de los mejores de Hollywood. El ritmo es impactante y las escenas de acción están muy bien dosificadas, aunque, de pronto, el exceso de personajes no permite empatizar del todo con ellos, al grado de sentirse como sacrificables o que simplemente están para que las criaturas tengan a quién matar. Además, por momentos la cantidad de información que suelta el androide David hace que se complique tanto la situación que lo único que importa es ver cómo van a escabechar los aliens al siguiente. Un problema que tiene el guión es que muchas de las situaciones se han repetido tanto en la franquicia que ya llega un momento en que se puede predecir sin problema qué es lo que sigue (el personaje que es inoculado sin saberlo, el tarugo que ve un huevo de alien y asoma la cabeza para terminar con uno de las arañas embarazadoras en la cabeza, etc.), y no sólo son circunstancias que se duplican de cinta en cinta de la serie sino que son clásicas de todo cine de suspenso (la persona que se pone nerviosa, empieza a disparar a lo tarugo y termina haciendo explotar el lugar en el que está, el personaje que aprovechando el parecido que tiene con otro lo sustituye, etc.). Con todo, Scott tiene un oficio que ya quisiera cualquiera de los artesanos que pululan hoy en día en Hollywood, y Alien: Covenant es de esas cintas que se pueden ver sin culpa, aunque por desgracia, la visión de las nuevas producciones es tan repetitivo y superfluo que hacen ver al original como una obra cada vez más lejana e insuperable. El espíritu de Dann O’Bannon, sin duda, debe estar mentándole la madre a Scott desde su tumba.

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