Un caballero sonorense en el Titanic

Investigación documental y familiar

20 de julio, 2016

Los “Tratados de Ciudad Juárez” se firmaron el día 21 de mayo de 1911; en ellos se acordó que el oaxaqueño Porfirio Díaz y el Sonorense Ramón Corral renunciarían a la Presidencia y Vicepresidencia, respectivamente. Cuatro días después el general Díaz dejó el poder, y el 31 del mismo mes embarcó rumbo a Francia en el trasatlántico alemán “Ipiranga”, acompañándolo en el exilio sus familiares y algunos de sus ex colaboradores. Junto con su familia, Ramón Corral, antes había partido también a París para atenderse de una grave afección en la garganta.

Al año siguiente, en el invierno de 1912, el diputado Manuel R. Uruchurtu viajó a París y visitó a Ramón Corral, por quien sentía una profunda admiración y respeto, ya que en la ciudad de México lo había incursionado en la vida política del país, además reconocía la calidad moral de don Ramón, pues durante su administración invitó a sus enemigos políticos a colaborar en el gobierno. El visitante, a manera de agradecimiento, en 1910 había publicado su libro “Apuntes biográficos de don Ramón Corral, 1854-1910”.

Uruchurtu se había hospedado en el “Hotel París”.  Por esos días recibió la inesperada visita del Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados, Guillermo Obregón, yerno del ex Vicepresidente de la República, don Ramón Corral; -bisabuelo éste de mi primo hermano Ramón Corral Ávila, quien fuera Comisionado de Pesca en las administraciones de Vicente Fox y de Felipe Calderón.

El diputado Uruchurtu le comentó que el 10 de abril regresaría a Veracruz en el barco “París” y que ya había comprado boleto. Por su parte, Obregón también tenía boleto para ese mismo día para viajar a Nueva York  pero cambió de parecer, y le propuso a su colega que intercambiasen sus  respectivos boletos; aceptó gustoso y le entregó el boleto del “París” a su amigo y, éste le correspondió con uno del “Titanic”, Folio PC 17601, 1era. Clase.  El día 10, junto con 273 pasajeros abordó ese buque de 300 metros de eslora y 30 de manga, que había zarpado de Southampton, Inglaterra, haciendo escala en ese puerto francés y en Queenstown, Irlanda, para de ahí internarse en el Atlántico.

La gran nave pertenecía a la naviera “White Star Line”, construida en los astilleros  “Harland  and Wolf”  de Belfast, Irlanda. Contaba con suites para primera clase decoradas estilo Luis  XIV, XV y XVI, Imperio, Renacimiento, etc. El capitán E.J. Smith sonreía ante el puente de mando, mientras el barco se desplazaba a la desafiante velocidad de 22 nudos por hora. En el comedor de primera clase se  ofertó un menú francés. Entre los 10 platillos figuraban:

  • Crema de cebada
  • Pepinos escalfados
  • Filete mignon Lili
  • Cordero con salsa de menta
  • Espárragos a la vinagreta
  • Paté con apio
  • Ponche a la romana
  • Helados de chocolate, vainilla, etc.

Seguramente todos los pasajeros iban gozando de esta travesía; muy ajenos estaban de pensar en algo desagradable, pero… ¡Sorpresiva y violentamente  la noche del domingo 14 de abril el  rey de los mares impactó  su estribor contra un iceberg! Uruchurtu fue subido a un bote salvavidas gracias a su categoría de diputado en visita oficial. De pronto se acercó una bella joven, quien rogó a los marineros que la dejaran abordar el bote, argumentando que en Nueva York la esperaban su hijo y su esposo; pero éstos se negaron pues ya no había cupo, mas el caballero diputado le cedió su lugar.

Posiblemente la orquesta emitía sus tristes notas mientras la hermosa mujer  fue acomodada en el bote número 11. Se llamaba Elizabeth Ramell Nye, de 30 años de edad, nacida en Folkestone, Inglaterra, quien viajaba con el boleto CA 29395, 2ª. Clase. Radicaba en Nueva York y venía de visitar a sus padres en Inglaterra. Jamás pensó navegar en el “Titanic”, pues tenía boleto para el “Filadelfia”, viaje que se suspendió debido a una huelga carbonera.      

El “Titanic” terminó de hundirse en la madrugada del lunes 15, llevándose consigo a 1522 personas entre pasajeros y tripulantes. Al amanecer arribó el “Carpathia” a dar salvataje a un poco más de 700 náufragos. ¡El cuerpo del caballero hermosillense no fue localizado! Al correr del tiempo se descubrió que Elizabeth Ramell  Nye mintió; porque no tenía ningún hijo ni estaba casada.

El sonorense sabía que su vida peligraba, no obstante aceptó el riesgo, porque intrínsecamente los caballeros son protectores, y éste protegió a esa mujer aunque haya mentido. La inglesa Isabel Ramell cumplió su promesa, viajando hasta la ciudad de Jalapa, a relatarle la historia de su salvador a la señora Gertrudis Caraza Vda. de Uruchurtu; pero no lo hizo en el año de 1912, en que ocurrió la tragedia, sino hasta 1924. ¡Doce años después!

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