Durante la intervención estadounidense en México, el general Winfield Scott – apodado “Fastidio y Pompa” (Old Fuss and Feathers), por su exagerado apego al reglamento y su rigurosa propiedad en el vestir, comandó los dos ejércitos del sur en tanto Zachary Taylor comandaba el ejército del norte, compuesto de milicianos y voluntarios.
Para llegar a la Ciudad de México desde Veracruz, (después de haber tomado ese puerto hace precisamente el día de hoy 172 años), Scott y su ejército siguieron la misma ruta que siguió Hernán Cortés que lo llevaría a Tenochtitlan en 1519, quizá inspirado por la obra de William H. Prescott, Historia de la Conquista de México. El presidente y general Antonio López de Santa Anna era su homólogo adversario.
A pesar del calor, las lluvias y lo malo de los caminos, Scott ganó las Batallas de Cerro Gordo, Padierna, Churubusco y Molino del Rey, y finalmente tomando el Castillo de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847, después del cual la ciudad se rindió. Cuando 72 hombres del Batallón de San Patricio (compuesto por desertores del ejército americano que se pasaron al ejército mexicano) fueron capturados en Churubusco y traídos ante Scott, este supo que tenía un problema.
El castigo a los desertores durante la guerra era la muerte por ahorcamiento. Sin embargo, Scott aún enfrentaba a un enemigo peligroso y a un posible contraataque, así que decidió que una corte marcial resolviera el asunto.
Eisenhower dice que los hombres fueron enjuiciados en dos grupos. Los juicios fueron conducidos por el coronel John Garlandy y el coronel Bennet Riley. Debido a que todos los hombres capturados usaban uniformes mexicanos, fueron encontrados culpables y sentenciados a la horca. Scott, sin embargo, estaba inconforme con el veredicto.
A su vez, no deseaba convertir en mártires a los desertores que para el pueblo ya eran héroes. Ni tampoco deseaba alentar una insurgencia que debilitaría a su programa de pacificación aún en progreso. Y a esto se agregaba que Scott sentía la necesidad de hacer algo para justificar los juicios y aún las sentencias. Con la experiencia en la práctica del Derecho, concluyó que algunos merecían una pena atenuada, para lo cual no descansó hasta hallar las excusas para evitar la aplicación de la pena capital.
Al final la aprobó para cincuenta de los setenta y dos San Patricios, aunque después se perdonaría a cinco y reducirían la sentencia a otros quince, incluyendo a su líder John Riley. Los demás quedaron en la lista para ser ejecutados, 16 de los cuales fueron colgados el 10 de septiembre de 1847, cuando Scott planeaba su ataque a la ciudad de México, los siguientes 4 al siguiente día, y el resto fueron encargados al coronel William Harney para ser ejecutados a cierta fecha posterior.
Eisenhower hace notar que Harney usó su imaginación para someterlos a tormento. Así cuando el día fatídico llegó, colocó a cada desertor sobre una mula con una soga alrededor de su cuello asegurándola a la estructura del patíbulo.
Entonces durante la Batalla de Chapultepec, justo cuando la bandera de las barras y las estrellas fuera enarbolada y vista por encima de los muros ordenó a los verdugos fuetear a las mulas, haciéndolas avanzar y dejando a los desertores en el aire oscilando macabramente.
Algunos arguyen que esto significó una mancha en su expediente, debido a que el incidente violó algunas normas sobre la guerra. Eisenhower, sin embargo atribuye el incidente a Harney. En medio de las intrigas políticas que sobrevendrían más tarde, Scott abiertamente negó los incidentes ocurridos en Chapultepec declarando que “ningún irlandés… se supo que diera la espalda a sus amigos.”
Como comandante militar de la Ciudad de México, se le tenía en alta estima tanto por las autoridades civiles mexicanas como por las estadounidenses, que se atribuía principalmente a su política de pacificación. Un ejemplo fue que cuando Scott expidió su “orden de ley marcial” para ser aplicada y dictada en México (para prevenir saqueos, violaciones, asesinatos, etc.), todos los que la infringieran, tanto mexicanos como americanos, serían tratados de igual forma.
La vanidad de Scott, así como de su corpulencia, dieron motivo a una frase sarcástica que habría de acosarlo por el resto de su vida política. Polk, que no simpatizaba con Scott, aprovechó las victorias de Taylor para ponerlo a la cabeza del ejército, al recibir la carta de Polk informándole del hecho, él contestó con otra que iniciaba con la frase: “la carta me llegó cerca de las 6 de la tarde, justo cuando me sentaba a comer una sopa a la carrera”.
La administración Polk, con la intención de sabotear la reputación de Scott, publicó la carta, y se convirtió de inmediato en lugar común de las burlas contra Scott apareciendo en caricaturas y canciones que lo acosaron el resto de su vida. Otra carta de Scott dirigida a Mercy refleja su rechazo a “no enfrentar un fuego en su trasero (de Washington) mientras enfrentaba otro con los mexicanos.”
Otro ejemplo de la vanidad de Scott fue su reacción al perder una partida de ajedrez con un joven de Nueva Orleans llamado Paul Morphy en 1846. Scott no tomó la derrota caballerosamente frente al prodigio del ajedrez de ocho años. Estos detalles no opacan su larga y distinguida carrera militar.
No en vano el duque de Wellington, ganador en Waterloo, al conocer el triunfo en México en contra de todos los alarmantes pronósticos proclamó a Scott como, “el más grande General en la actualidad.”
BIBLIOGRAFÍA
https://es.wikipedia.org/wiki/Winfield_Scott
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