Fiódor Ivánovich Tiútchev: uno de los últimos poetas románticos rusos

Fiódor Ivánovich Tiútchev nació el 5 de diciembre de 1803 en Ovstug, Rusia, y hoy se cumplen 215 años. Nació en el seno de una...

5 de diciembre, 2018

Fiódor Ivánovich Tiútchev nació el 5 de diciembre de 1803 en Ovstug,  Rusia, y hoy se cumplen 215 años. Nació en el seno de una familia perteneciente a la antigua nobleza, recibió en su casa, y bajo la guía del poeta Raich, una excelente formación. Murió en Tsarskoye Selo (Rusia) el 27 de julio de 1873 y fue enterrado en el Monasterio de Novodevichy en San Petersburgo.

Tiútchev manifestó desde pequeño interés por las letras y cursó estudios de filología. Ingresó muy pronto en el servicio diplomático, residiendo primero en Alemania y en Turín y desde 1844 en San Petersburgo, donde brilló entre la alta sociedad como conversador y hombre de acerado ingenio. El 17 de abril 1858 Fyodor Tyuchev fue nombrado Presidente de la Comisión de Censura de Relaciones Exteriores. En esta posición estuvo en varias ocasiones en disputas con el gobierno y enfrentó todo tipo de problemas.

Fiódor Tiútchev publicó sus primeros poemas a los dieciséis años. En 1833 quemó todo lo que había escrito, de manera que el total de su obra sólo se compone de unas 400 poesías breves. En su obra temprana se ve la influencia del clasicismo del siglo XVIII, pero desde los años 1830 sigue la tradición del romanticismo europeo (ante todo alemán).

Crea versos filosóficos, llenos de meditaciones sobre el universo, el destino humano y la naturaleza. En los años 1840 Tiútchev escribe artículos políticos, analizando el problema de relaciones entre Rusia y la civilización de Occidente. En los años 1850 su tema principal es el amor; Tiútchev crea una serie de poesías apasionadas, donde el amor tiene un fuerte aspecto trágico.

Más tarde, la obra de este período fue reunida en el llamado “ciclo de Denisieva”, es decir, una serie de poesías dedicadas a su amante, Yelena Aleksándrovna Denisieva, fallecida en 1864. A partir de los años 1860 Tiútchev se dedica casi exclusivamente a la poesía política.

Su poesía más conocida, Silentium*, es una desesperada invocación del silencio, una lamentación sobre la imposibilidad de comprensión mutua entre dos seres humanos. Una línea de esta poesía, “El pensamiento pronunciado miente”, es, con “Con la razón no se entiende Rusia” y “No se puede adivinar el eco de nuestras palabras”, uno de los aforismos más corrientes de Tiútchev.1

Ningún otro poeta o pensador ruso conoció y comprendió el romanticismo tan intensamente como Tiútchev. El primer reconocimiento oficial a su obra lírica le llegó de Pushkin, que en 1836 lo acogió en su revista  “El contemporáneo”. En el curso del período 1836-38 aparecieron en esta publicación, bajo las siglas F. T., unas cuarenta poesías líricas suyas. A pesar de la elevada categoría de su protector, la crítica de la época no concedió atención alguna al autor, quien guardó silencio durante largos años. Cuando en 1854 publicó en un tomo la primera colección de versos, más bien que reaparecido se le consideró un poeta completamente nuevo, perteneciente al ambiente de la entonces viva escuela del arte por el arte.

Mientras tanto, habían ocurrido algunos cambios en la vida de Tiútchev, el cual, fallecida su primera esposa, había contraído segundas nupcias con una bávara. Su actividad le llevó a Turín, junto a la corte sarda; aunque Italia le inspirara alguna poesía, el autor no se encontraba en este país tan bien como en Baviera, y, para poder regresar a su patria adoptiva, abandonó arbitrariamente su puesto y fue dado de baja del servicio.

Establecido en Munich, permaneció en tal ciudad hasta 1844, año en el cual decidió volver a Rusia. Allí buscó una colocación cómoda, que encontró como funcionario de la censura. Su excelente preparación filosófica, histórica y política le indujo a ocuparse de los acontecimientos europeos y a adoptar en 1848 una actitud francamente antirrevolucionaria, reaccionaria y paneslava. Sus artículos de aquellos años conservan incluso de una manera retrospectiva su importancia histórica.

El amor a la poesía y una violenta pasión por la institutriz de su hija, M. A. Denisova, le alejaron de tales inclinaciones. La nueva edición de las “Poesías”, de 1868, permitió comprender que el poeta no se había agotado en el curso del prolongado silencio, y que en su poesía se habían introducido, al margen de las concepciones del romanticismo alemán, notas de una humanidad más sencilla y auténtica, posiblemente, en parte, a consecuencia de los sufrimientos que le ocasionara su amor a Denisova.

El poeta le sobrevivió, y, según el testimonio de los contemporáneos, superó su desesperación, sobre todo, mediante el retorno a la actividad y a la poesía políticas, y reanudando aparentemente la vida social para ocultar su vacío interno.  Por el carácter de su obra ha sido generalmente considerado, junto a Alexander Pushkin, como el exponente de una poesía rusa verdaderamente clásica, mientras que otros críticos han visto en él al iniciador del simbolismo.

Sus poesías, publicadas por primera vez en edición completa en 1868, son en su mayoría de tema filosófico, con unas cincuenta de inspiración política.

En estas últimas el autor se dirige a los pueblos eslavos, incitándolos a unirse a su madre, la Gran Rusia, o bien canta los más grandes acontecimientos históricos de su época, tales como las conmociones del 1848 o la guerra francoprusiana de 1870.

En la lírica de Tiútchev se aprecia la influencia de su contemporáneo y amigo Heinrich Heine, y sobre todo la de Goethe; un amplio panteísmo, una ilimitada adoración a la naturaleza y el desprecio por las vanidades del mundo, visto como elemento que “desentona” en la creación, son sus principales características. “El hombre es un sueño de la naturaleza”, dice el poeta, y, en consecuencia, aconseja maldecir nuestro Yo, buscando la fusión con el alma universal. En todo ello es evidente una anticipación de las corrientes de la filosofía india que más tarde inundarían Europa.

De su deseo de penetrar en el universo cósmico nace en el autor la aspiración al Caos creador, que es el espíritu de la naturaleza, y del que hay también alguna partícula en el fondo del alma humana, algo que recuerda al inconsciente freudiano. El poeta imagina la pasión como una tempestad imprevista de este inconsciente, como un despertar de este elemento inconsciente que tiende hacia su Caos nativo, la muerte.

También en ésta nota Tiútchev una belleza particular; no hay que olvidar que las dos mujeres a quien más amó murieron entre sus brazos. “Mi corazón desea la tempestad”, escribió; las muertes y las grandes convulsiones de la historia son fuentes de nueva y elevada inspiración. A menudo rompe el poeta las barreras entre el caos primero que dormita en el fondo del alma y el caos que reina en el Universo, enriqueciendo su poesía con singulares efectos de lo que hoy llamaríamos “impresionismo”. Algunas de estas imágenes, como “De una corriente etérea me llena el cielo las venas”, “Silenciosas olas del mar merecen mis sueños” o “Mi amor vibra en el aire”, han entrado en la lengua hablada rusa.2

 

NOTAS

* En  https://www.youtube.com/watch?v=Z5eCyKBfoRU aparece este poema.

1https://www.vidaalterna.com/zarlene/210_aniversario_del_nacimiento_de_fiodor_ivanovich_tiutchev.htm

2 https://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/tiutchev.htm

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