José Telésforo Juan Nepomuceno Melchor de la Santísima Trinidad Ocampo, nació en la hacienda de Pateo, Michoacán, el 5 ó 6 de enero de 1814, y falleció el 3 de junio de 1861 en Tepeji del Río, hace ya 157 años.
Nuestro personaje ocupó un escaño en el Congreso, y tomó parte en la discusión de la constitución de 1857. Después de la caída de Comonfort fue nombrado por Juárez secretario de Estado y secretario interino de la guerra en enero de 1858, y lo acompañó a Veto Cruz, donde continuó en el Departamento de Estado hasta agosto de 1859, tomando parte en la promulgación de las famosas leyes de reforma de 12 de julio de 1859, que provocaron la separación de Iglesia y Estado.
En enero de 1860 fue nombrado nuevamente secretario de Estado pero, al estar en desacuerdo con Juárez respecto al decreto de amnistía, renunció y se retiró a descansar a su hacienda “Pomoca” y, a la sombra de un árbol saborear chabacanos, membrillos, duraznos, peras, manzanas y una que otra guayabita. Dicho sea de paso, a Ocampo –al fin también literato- le gustaban los juegos de palabras, y muchas personas ignoran que éste acuñó la palabra Pomoca con las mismas letras que su apellido.
Pocos meses después, un comando dirigido por Lindoro Cajigas apareció en Pomoca. Confundiendo a un amigo de Ocampo por el dueño de la finca, se lo llevaron prisionero, y éste, para salvar a su amigo, permaneció en silencio; cuando Ocampo apareció, se entregó.
Al saber que iba a ser fusilado pidió permiso para redactar y firmar su testamento. Casi al final de su vida expresó “muero creyendo que he hecho por el servicio del país cuanto he creído en conciencia que era bueno”.
Hoy sus restos yacen en la Rotonda de las Personas Ilustres, -excepto su corazón-, que en unión de una parte de su biblioteca personal se encuentran en una sala del Colegio de San Nicolás, en Morelia. En su honor, su estado natal ahora se llama Michoacán de Ocampo, como la ciudad Maravatío de Ocampo y el teatro en la capital del estado, Teatro Ocampo de Morelia.
Ahora bien, la Epístola del capitán Ocampo es una carta que se escribió teniendo como destinatarios a quienes fueran a contraer matrimonio, pues formó parte de la “Ley de Matrimonio Civil”, propiciada por éste y que el Presidente Benito Juárez promulgara el 23 de julio de 1859.
En esa ley se exigía, como requisito esencial de validez del acto jurídico solemne del matrimonio, la lectura de los artículos 1, 2, 3, 4, y 15. Lo interesante es que el artículo 15 es el texto de su famosa ‘Epístola’:
“Declaro en nombre de la ley y de la Sociedad, que quedan ustedes unidos en legítimo matrimonio… Que éste es el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y de suplir las imperfecciones del individuo…”
El 26 de abril de 2007 esa Epístola fue derogada por la Cámara de Senadores por su contenido misógino, pero no obstante, durante las ceremonias matrimoniales a domicilio la seguimos escuchando.
El español José Ma. Iribarren (1906-1971) fue abogado, periodista, lexicógrafo, paremiólogo y escritor. Ocupó los cargos de académico de la Real Academia Española de la Lengua, y miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca. En el año 1955 escribió “El porqué de los dichos. Sentido, origen y anécdota de los dichos, modismos y frases proverbiales de España con otras muchas curiosidades“.
Ahí narra que el apellido Arana podría ser de origen vasco, pero intuía que el capitán Arana era de origen portugués, y que se apellidaba Aranha, cuya pronunciación es Araña. El Capitán Araña, «que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra», según reza ese dicho aparecido en el siglo XVIII.
Esta expresión la utilizó el bonaerense Benito Pérez Galdós, quien llama Capitán Araña al coronel Rada en sus famosos Episodios Nacionales. También Fernán Caballero en La familia de Alvareda (1834): «Ello es que yo soy como el patrón Araña, que embarcaba la gente y se quedaba en tierra».
El caso es que, a muchos de nosotros nos tocó escuchar esa elocuente apología del capitán Ocampo. Excuse me again! Quise decir del licenciado Melchor Ocampo, quien bien merece ostentar el título de Capitán Araña, pues a millones de jóvenes inexpertos en el arte de navegar, sobre los tempestuosos mares del amor, nos embarcó hacia ignotos horizontes, quedándose en tierra.
SINOPSIS. El Capitán Ocampo jamás se casó, aunque “tuvo un hijo con su nana y tres hijas que reconoció al redactar su testamento”, momentos antes de ser fusilado.
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Notas
www.biografias.es/famosos/melchor-ocampo.html
www.es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mar%C3%ADa_Iribarren
http://mexicodebesaliradelante.blogspot.com/2014/04/el-matrimonio-y-la-epistola-de-melchor.html
www.abc.es/archivo/20141017/abci-capitan-arana-embarcaba-gente-201410160925.htm
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