El poeta José de Espronceda nació en Almendralejo, España, el 25 de marzo de 1808, y falleció en Madrid el 23 de mayo de 1842.
Aprovecho para recordar a quien fuera mi maestro de Lengua y Literatura en la secundaria, el también literato español don Manuel Torre Iglesias, quien huyendo de la dictadura de Francisco Franco al finalizar la Guerra Civil, encontró plácido refugio en Baja California Sur, y en reconocimiento a su labor magisterial a nivel superior, una calle que inicia junto al mar de Cortés, en la ciudad de La Paz, orgullosamente lleva su nombre.
Este profesor y escritor -de pesados lentes de aumento, regordete y pestilente puro- era todo un actor. Durante sus amenas clases interpretaba a algunos personajes de las obras de Calderón de la Barca y otros genios de la literatura; pero especialmente recuerdo cuando nos recitaba “La Canción del Pirata”, de José de Espronceda, donde uno de sus versos dice:
“Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín…”
Y bien, del poeta almendralejense se conoce que, durante sus breves etapas en Madrid participó activamente en la vida literaria de la capital y, a pesar de sus frecuentes encarcelamientos y destierros, pudo escribir sus primeras obras. El contacto con la poesía romántica europea –Lord Byron, Walter Scott– influyó en él poderosamente y orientó su propia producción poética hacia un romanticismo exaltado, pletórico de ritmo, color y fantasía.
El reconocimiento público, sin embargo, le llegó gracias a su producción lírica, publicada a partir de entonces en varios diarios y revistas. La aparición de su ambicioso poema titulado El estudiante de Salamanca en el periódico El Español (1836) supuso su primer gran éxito; revisitación del mito literario de don Juan, el héroe se tiñe en esta versión de caracteres románticos y se enfrenta a la sociedad y a Dios desde una postura de abierta rebeldía. El diablo mundo, el segundo de sus grandes poemas, constituye una visión épica y moral de la España de su tiempo, que trasciende a epopeya de la humanidad entera.
En septiembre de 1840, la victoria liberal y la posterior regencia de Espartero le permitieron dar el salto a la primera fila de la palestra política española: elegido diputado a Cortes por Almería, luego fue nombrado secretario de la legación española en La Haya. A su muerte, acontecida súbitamente en 1842, era considerado el mejor poeta español del momento, amén de un político de prometedora trayectoria. Ello motivó que su entierro, en el que se dieron escenas de hondo dolor popular, fuera uno de los actos más multitudinarios de la época. 1
En 1826, próximo a cumplir los dieciocho años, y con una sólida formación intelectual, Espronceda, a diferencia de sus condiscípulos, no se prepara para ejercer profesión ni oficio alguno. Su padre, de setenta y seis, solicita el 31 de enero el ingreso de su hijo en el Colegio Real y Militar de los Caballeros Guardias Marinas. Su candidatura fue desestimada por no ir acompañados los documentos de la legalización que se requería, para lo cual no hubo tiempo dado que la edad del poeta, ya había superado la requerida para su admisión.
Son estos poemas los que darán a Espronceda entre sus contemporáneos la fama de poeta romántico, pero aún más sus Canciones: Canción del pirata, El Canto del cosaco, El mendigo, El reo de Muerte, y El Verdugo que en palabras de Marrast «constituyen una verdadera requisitoria social».
En ellas se plasma uno de los valores esenciales de la poesía esproncediana: la idea de libertad y la rebeldía personal que, junto a sus logros musicales con el ritmo de las estrofas, mediante la polimetría al compás del pulso emocional del sentimiento, constituirá un paso fundamental en la elevación de la poesía popular que culminará con la obra de Bécquer, treinta años más tarde.
Espronceda se lamenta de la inútil demolición de edificios religiosos y la pérdida de obras artísticas que la desamortización ha causado, sin alterarse en cambio el sistema de posesión de la tierra, ni producirse mejoras en la población rural ni en la clase baja urbana.
Durante los meses de octubre y noviembre de 1838 participa en el movimiento progresista encabezado por Espartero lo que motiva un viaje, de carácter político, recorriendo Andalucía (Granada, Málaga, Cádiz y Sevilla). Tras el abrazo de Vergara en 1840, los republicanos que integran el sector progresista del liberalismo apoyan la candidatura de Espartero como ministro. Espronceda se presenta en su puesto de primer teniente en la Milicia madrileña al frente de Espartero.
Entre los años 1840 y 1842, nuestro bardo publica El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, poemas que serán considerados una de las cimas del Romanticismo Español. En 1840 Espronceda concluye El estudiante de Salamanca publicado como cuento, en verso y que había ido publicando por entregas en varias etapas desde 1836 hasta 1839.
En la figura de Espronceda se dieron las circunstancias para la conversión de su persona en mito, ya que supo aunar la rebelión moral y la política a una muy elevada creación artística, a lo que se añadió su temprana muerte. (Falleció cuando estaba a punto de casarse con Bernarda de Beruete). Desde el año 1902 sus restos se encuentran en el Panteón de Hombres Ilustres de España. 2
Si algún lector desea escuchar La canción del pirata, cantada por Alejandro Roop, puede hacerlo en
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NOTAS
1 www.biografiasyvidas.com/biografia/e/espronceda.htm
2 www.cervantesvirtual.com/portales/jose_de_espronceda/autor_biografia/
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