Chuck berry: pionero del rock y las estrellas

El día 23 de septiembre del año 2013, la NASA, la agencia espacial estadounidense, anunció que la sonda espacial...

21 de marzo, 2017

 

El día 23 de septiembre del año 2013, la NASA, la agencia espacial estadounidense, anunció que la sonda espacial Voyager 1 se había convertido en el primer objeto de fabricación humana en alcanzar el espacio interestelar. Originalmente fue diseñada y construida para estudiar nuestro sistema solar, particularmente los planetas Júpiter y Saturno, a los que alcanzó en 1979 (dos años después de su lanzamiento) y 1980 respectivamente. Después de aquello, su viaje continuaría a través del insondable espacio sin detenerse nunca. En 1990 envió de vuelta a la Tierra la imagen de un punto azul pálido en la lejanía a la que el científico y divulgador Carl Sagan dedicó todo un libro.

Aún hoy, dos días después de la muerte del legendario Chuck Berry, se encuentra a una distancia equiparable a seis veces la órbita de Neptuno, el planeta más alejado del Sol, a unos 22 mil millones de kilómetros de la Tierra.

A Chuck Berry, por supuesto, ya no le importa demasiado nada de esto, pero el 15 de octubre de 1986, el día de su aniversario número 60, seguro que no podía pensar en otra cosa.

Regresemos un poco, ahí por el año de 1955 cuando apareció un sencillo musical llamado Maybellene en las radios estadunidenses, una pieza desparpajada que de alguna manera se las arregló para mezclar el blues y el country y sin demasiado esfuerzo lo hizo pop. “Aquí empieza la guitarra del rock and roll”, pontifica la revista Rolling Stone. Lo demás es historia.

Llegaron sencillos como Around and Around, Too Much Monkey Bussiness, Rock and Roll Music, You Never Can Tell, Roll Over Beethoven Johnny B. Goode.

Además de ser un pionero del rock and roll (al punto mismo de ser uno de sus creadores), no es exagerado decir que la música de Chuck Berry influyó a todo aspirante de roquero que le sucedió, desde Elvis Presley hasta los Beatles y los Rolling Stones. John Lennon dijo alguna vez que “si el rock and roll tuviera otro nombre, tendría que ser Chuck Berry”, y, a pocas horas de su muerte, Keith Richards declaró: “Una de mis más grandes luces se ha apagado”.

En 1977, año de estreno de La Guerra de las Galaxias, ocho años más tarde de la llegada del hombre a la Luna, la Voyager 1 parte de la Tierra con un mensaje de paz de la ONU y varias decenas de saludos terrestres en distintos idiomas, imágenes de la Tierra y sus paisajes, sonidos de cantos y trenes y máquinas, una madre y su hijo y, por supuesto, esa creación humana capaz de conectar con todo el que tenga oídos, la música. En el disco de oro que lleva toda esta información, adherido a la superficie de la sonda espacial, también viajan la divina inspiración de Beethoven y la más prosaica, pero no menos emocionante o revolucionaria Johnny B. Goode de Chuck Berry.

Y en su 60 aniversario, el músico de Misuri, quizás fuera incapaz de alejar ese pensamiento de su mente porque ese día el mismo Carl Sagan, quien era el coordinador de este proyecto, le envió una carta que decía:

“Querido Chuck Berry: Cuando dicen que tu música vivirá por siempre, usualmente puedes estar seguro de que están exagerando. Pero Johnny B. Goode está en las grabaciones interestelares de la sonda espacial de la NASA Voyager. Estas grabaciones durarán mil millones de años o más. ¡Feliz 60 aniversario!, con nuestra admiración por la música que le has dado al mundo… Go, Johnny, go.”

Mr. Rock and Roll se ha ido, otra más de esas luminarias que definieron la música la segunda mitad del siglo XX y que parecen estar hallando su fin más notablemente desde el 2016. Es lógico. Aquella generación se extingue. Pero Chuck no se detiene ni en el límite de nuestro sistema, donde el Sol ya no puede reclamar nada. Las estrellas lo esperan y Carl Sagan se vuelve profético. Go, Johnny, go, indeed.

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