Telarañas mentales mexicanas del concepto de educación

Es una característica humana que nos dé tranquilidad tener la seguridad de saber que esperar de la vida, donde la idea que tenemos de cómo...

4 de julio, 2016

Es una característica humana que nos dé tranquilidad tener la seguridad de saber que esperar de la vida, donde la idea que tenemos de cómo son las cosas será siempre igual, sin cambios. Pero tan solo pensar en que de pronto las cosas sean diferentes y sea necesario cambiar lo que siempre creímos nos causa ansiedad, al temer que no seamos capaces de adaptarnos, ante lo cual la primera reacción que surge es resistirnos a cualquier precio.

La sociedad mexicana como cualquier otra del mundo, tiene muchas ideas establecidas, casi absolutas de cómo deben ser las cosas o qué se debe esperar, costándole mucho concebir sea de una manera diferente. Varias ideas de esta clase forman parte del concepto de educación de muchos mexicanos.

Han existido innumerables definiciones de educación en diferentes lugares, tiempos y por diversos pensadores, la mayoría abarcando el desarrollo y mejora del intelecto, la moral, los valores y el espíritu, sin embargo simplificando por cuestiones prácticas al aspecto de recibir conocimiento, puede definirse educación como el desarrollo intelectual de la persona para fomentar sus potencialidades intelectuales propias, al proveer conocimiento.

Nadie duda que la capacidad de aprender es la función innata más importante del humano, sin ella simplemente no hubiéramos sobrevivido hasta hoy, de tal manera que en esencia todos los humanos somos capaces de aprender sin importar la edad, etnia ni nivel social. Aun sin ser conscientes de ello todo el tiempo aprendemos algo, desde lo más banal a lo más complejo.

Aprender implica recibir conocimiento, el cual llanamente es la información necesaria para desarrollar una nueva habilidad física o intelectual, desde cambiar un foco a hacer una neurocirugía, pasando por poder resolver un problema y poder entender cómo funciona el mundo; mientras que la educación es el sistema que nos provee ese conocimiento.

El adquirir el conocimiento del mayor número de habilidades siempre será la herramienta más poderosa para enfrentar cualquier crisis inesperada, amplía la cantidad de trabajos que se pueden encontrar, permite escalar a mejores puestos, crear un negocio o simplemente vivir de mejor manera.

Al igual que los conocimientos que se pueden tener, no hay un tipo de educación universal, sino que cambia según las necesidades específicas del entorno y de la persona, sería ilógico que el conocimiento para vivir en un entorno urbano sea el mismo para uno rural o viceversa.

Tampoco se puede decir que hay una educación o conocimiento de mayor y menor clase, porque en esencia aprender a reparar algo, hacer un oficio, una carrera técnica o una universitaria deben tener el mismo valor como desarrollo intelectual. De la misma forma creer que solo se puede aprender una sola habilidad o profesión en la vida sin nunca considerar adquirir otra, aun si son muy opuestas, o creer que la capacidad de aprender está limitada a cierta edad.

Penosamente buena parte de los mexicanos tiene un concepto rígido de qué es educarse, donde erróneamente creen que existe una educación universal única que al finalizar debe servir para todo, y la solución para progresar es encontrar la fórmula de la perfecta educación. También que la única forma de salir adelante y mejore mejorar el país es que todos seamos profesionistas con título. Pero el más nocivo es creer que hay un periodo único de la vida para recibir toda la educación que podamos necesitar mientras vivamos.

Nos hemos creado la idea que la educación es una desesperada carrera que inicia en el kínder y acaba en la universidad, en la que se espera un esfuerzo máximo para pasar nivel tras nivel escolar para nunca regresar al anterior y al final tener el beneficio de haber recibido todo el conocimiento, y así jamás volvamos a hacer ese esfuerzo mental en la vida. El mejor ejemplo es el término “machetear”, que es memorizar todo de golpe antes de hacer un examen para pasar de “panzazo” y olvidarse de la materia para siempre.

Por esa misma razón subestimamos el aprendizaje de oficios, habilidades técnicas y rurales, que mucho todavía se deja a la transmisión oral, y se le da muy poco valor a las opciones públicas de educación formal que existen para éstas.

Igual pensamos que es un sinsentido hacer un nuevo esfuerzo para estudiar posteriormente en la vida, con frases como: “Para eso trate de recibir la mejor educación de joven”, “Ay no, ya me quemé mucho las pestañas”, “Es que ya estoy muy viejo para estudiar”.

Quizás esta es la razón de que algunos mexicanos vean como una injusticia terrible les exijan que estudien o se capaciten como un requisito para un trabajo, subir de puesto o mejorar el salario. A tal grado es la aversión e inseguridad de esforzarse a estudiar que varios mejor optan por seguir desempleados, o en el peor caso sienten tal terror a tener que estudiar otra vez, que parece que está justificado bloquear carreteras y calles, destruir edificios y dañar a terceros, apoyándose en su rígida idea de que se “estudia” una sola vez en su vida.

Habrá que reflexionar que mientras en el mexicano continúen esas ideas tan arraigadas y rígidas de educación, seguirá esa imagen de que estudiar es un mal necesario casi como castigo, un esfuerzo que solo se hace porque no queda de otra en vez de una oportunidad positiva para tener mayores habilidades para vivir mejor, un mejor empleo o solo conocer más cosas, seguiremos atados para cualquier desarrollo. 

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