Con el apagón analógico se hace evidente el arrollador proceso de la digitalización progresiva de la información, producida por los humanos desde el inicio de la civilización al día de hoy. No sería posible nada de lo que damos por sentado hoy: computadoras, internet, dispositivos, formatos de audio o video, imágenes retocadas, efectos especiales, videojuegos, y una lista que parece infinita. ¿Por qué digitalizar toda la información? Esto tiene una buena razón: puede reproducirse, copiarse, comprimirse y alterarse, a deseo de quién lo quiera, sin perderse la calidad o transmitirse a la velocidad de la luz.
El hecho de que la información se encuentre digitalizada significa que se encuentra codificada en series de únicamente unos y ceros, que es la mínima forma de representar cualquier información como una cifra numérica: tanto un número cinco, como cinco millones puede representarse con unos y ceros.
Al ser representada de forma digital la información, permite manipular esas series de unos y ceros, ordenándolos de cualquier manera lógica o matemática que a alguien se le ocurra, lo que resulta en que una película de alta definición, pueda comprimirse sin perder calidad en algo del tamaño o menor a un CD o una memoria USB. También alterar cualquier elemento dentro de una imagen o película, desde colores, profundidad, defectos, objetos; convertirla a cualquier formato de visualización; copiarla millones de veces sin perder jamás la calidad.
Sin embargo, para poder acceder a la información digitalizada de una forma que tenga sentido en forma de video, imagen, sonido y texto, se necesita conocer de qué manera esta codificada, o sea, que regla lógica o matemática se usó para ordenar los unos y ceros para darles sentido.
Si fuera una codificación muy sencilla, ordenándose siguiendo una regla muy sencilla, o cambiar solo unos pocos unos y ceros, no sería difícil encontrar que regla lógica se usó: acceder a la información y representarla de forma correcta. Sin embargo, conforme más y más compleja la codificación, como la necesaria para comprimir una canción o película y mantenga su calidad, hace necesario realizar muchas operaciones matemáticas complejas y la ayuda de una computadora que las realice. De manera práctica se puede evitar todo esto al usar un reproductor, ya sea físico o virtual que tenga las reglas específicas a la codificación usada.
Desde el momento que se escribió con símbolos por primera vez, para representar palabras e ideas hace más de 5000 años en la zona de Mesopotamia, permitiendo transmitir información más allá del lugar y tiempo de vida de su autor. Hizo posible la idea de recopilar información y la importancia de poder transmitir el conocimiento acumulado a generaciones posteriores. De esta manera, evitar el fin de la civilización, por cualquier razón, quizás se logre para siempre.
¿Pero qué tiene que ver esto con la digitalización? Pues que tiene un efecto colateral, en caso deseáramos que la información se preserve como herencia, para generaciones muy futuras.
Supongamos que la civilización actual acabe, resultando en la pérdida del conocimiento y la tecnología acumulada para nuestros descendientes. En ese caso, ¿de qué manera podríamos asegurar tengan lo necesario para decodificar la información digitalizada?
Debido a que es improbable tengan los conocimientos numéricos, muchos opinaran que simplemente se debe garantizar haya el reproductor físico adecuado, junto al objeto que contiene la información (CD, DVD, Blu-ray, archivo de computadora). Pero por un lado, la historia demuestra que es imposible garantizar se mantenga intacto algo, la naturaleza con tiempo es implacable, sin contar la posible falta de electricidad. Por el otro lado, los formatos electrónicos y digitales que usamos, tienen cada vez una vida más corta, y sería impráctico conservar decenas de reproductores para cada formato que ha surgido.
De tal forma, si deseamos conservarla como herencia a futuro, tendríamos que recurrir a la información en formatos analógicos, donde no existe ninguna codificación y solo es pasar la información de un medio físico a otro. Por ejemplo, en una cinta magnética, de ondas magnéticas, a señales eléctricas a ondas de sonido, sin cambiarle ningún orden o sentido a la información. Igual sería en un disco de vinil, un video cassette, un film de celuloide o un libro.
Sin embargo, los formatos analógicos tienen un gran defecto, que es la durabilidad del material que contiene la información. Fuera de las rocas, sin ningún cuidado especial, ninguno de los anteriores formatos analógicos sobreviviría más allá de pocos cientos de años, por lo que es improbable conserve la herencia de conocimientos acumulados, más allá de escalas de tiempo de siglos.
Paradójicamente, una solución podría venir de algo que parece hacemos muy bien, el crear materiales plásticos desechables muy difíciles de degradar. Esto es uno de los peores problemas de la modernidad, que podrían en ciertos casos sobrevivir miles de años, y lo difícil es como hacerlos más degradables.
Entonces, si pretendiéramos que la información en formato analógico sobreviva intacta miles de años, no sería descabellado crear materiales sumamente difíciles de degradar, que en vez de ser para usar y desechar sirvan para producir medios analógicos de información casi indestructibles.
La imagen de un libro indestructible, o un film, visto por decenas de miles de años después por nuestros descendientes, capaz de proveer información importante sin ninguna tecnología o cuidados complejos sería evocadora.
Así, sería un proyecto para reflexionar seriamente, antes que toda la información sea consumida por la digitalización y los formatos analógicos desaparezcan.
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