El Precio Moral de lo Virtual

Actualmente parte de la vida cotidiana incluye usar dispositivos, los cuales apreciamos por la virtud de ser herramientas prácticas, poderosas y fáciles de portar, pasaron...

25 de abril, 2016

Actualmente parte de la vida cotidiana incluye usar dispositivos, los cuales apreciamos por la virtud de ser herramientas prácticas, poderosas y fáciles de portar, pasaron los tiempos donde un celular era difícil de portar, la batería duraba pocas horas y solo servía para hablar; cuando para usar Internet en la calle se debía cargar una voluminosa laptop a todas partes.

De esta forma, se espera con expectación el nuevo avance anual presentado por las compañías tecnológicas, pensando cuanto más poderosa y ligera será la nueva versión de nuestra herramienta, como si fuera un homenaje a la ley de Moore: "Cada 2 años, se dobla el poder de cómputo y disminuye a la mitad el tamaño de un componente electrónico".

Es posible que imaginemos que sí todos contáramos con estas herramientas y fueran incluidas en todo proyecto futuro, se resolverían muchos de los problemas sociales. Pero la maravilla de los dispositivos no puede ser perfecta, algún precio exige a cambio de nuestro beneficio. Ya antes comenté el precio en recursos físicos del uso diario de Internet, pero también debemos saber que existe un costo moral, y cabe preguntarnos, ¿qué tanto estamos dispuestos a aceptarlo?

Detrás de un mayor poder de cómputo y disminución del peso de nuestras herramientas preferidas, está una mezcla mineral llamada "Coltán", la contracción de los nombres de los dos minerales que lo componen: la Columbita o Niobio, y la Tantalita.

Estos dos minerales poco comunes naturalmente, tienen características químicas muy especiales: el niobio tiene la cualidad de que al enfriarse debajo de -264 ºC se vuelve "superconductor", esto significa que la electricidad se conduce con cero resistencia y pérdida, permitiendo producir enormes campos magnéticos, como en máquinas de resonancia magnética.

El tantalio por su parte es un metal muy resistente a altas temperaturas, altos voltajes y corrosión, además de no interactuar con otros materiales, esto le permite almacenar cargas eléctricas mayores en un tamaño menor, así como poder aislar componentes sumamente pequeños del calor y la electricidad, de forma que posibilita baterías más ligeras con mayor duración y potencia, y procesadores electrónicos más pequeños con mayor capacidad de información.

Por estas características únicas, son materiales apreciados por toda la industria tecnológica, en especial el tantalio para los fabricantes de dispositivos electrónicos.

Actualmente los países con reservas conocidas de coltán son: Australia, Brasil, Canadá, República Democrática del Congo, y en menor medida Arabia Saudí, China, Egipto, Finlandia, Groenlandia, Mozambique, Reino Unido, y Uganda. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), hasta 2011 la producción mundial de coltán fue de cerca de 1,100 toneladas de tantalio, con un aumento esperado de 1,600 t en 2016.

La mayoría del coltán no implica un costo moral mayor al de cualquier otro mineral extraído, al ser de fuentes legales con buenas prácticas de extracción, sin embargo una parte considerable de este material podría estar manchado de "sangre", al provenir de la franja fronteriza de la República Democrática del Congo (RDC) con Ruanda, uno de lugares más pobres de África, azotado por guerras civiles durante más de 20 años y refugio de algunos de los grupos paramilitares africanos más brutales (sugeriría ver la película, "Beasts of No Nation").

Hasta ahora la RDC tiene uno de los mayores yacimientos conocidos de Coltán, se cree de hasta un 80 % de la reserva mundial del material. Aun a pesar de no ser el mayor productor, tiene el nivel de producción más estable y continua de todos los países.

 

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Quizás hemos escuchado de los "Diamantes de Sangre", que provienen de lugares en guerra civil y fináncian el armamento de los participantes del conflicto, lo que en vez de traer prosperidad a una región, solo proveen de muerte y sufrimiento a miles de pobladores.

El coltán no es diferente (podría decirse incluso es peor), cada facción paramilitar de la zona financía sus actividades minando el mineral, usando trabajadores casi en condiciones de esclavitud con técnicas arcaicas, exponiéndolos a uranio radiactivo y destruyendo el ecosistema local. Posteriormente los recursos económicos serán utilizados para atacar y controlar poblaciones civiles a base de violencia.

Unido a esto, Naciones Unidas han informado muchas veces que el régimen presidencialista de Ruanda, impunemente mina y roba el coltán de la RDC en condiciones igual de terribles, para financiar su régimen apoyado en el ejército. A pesar de ser conocido que Ruanda no tiene reservas del mineral, es de los más importantes exportadores y los países se hacen de la vista gorda sobre el origen de su mineral.

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Bajo esta situación, cualquier aumento anual en la demanda de nuevos dispositivos, junto a la exigencia de modelos cada año más pequeños y poderosos, implicara recurrir todavía más al coltán de la RDC y que finalmente termine en nuestros dispositivos a costa del sufrimiento humano.

Al igual que con el precio físico, no significa que debemos dejar de usar o comprar dispositivos, sino que seamos conscientes de esa realidad, exigiendo a las empresas tecnológicas certifiquen que no usan Tantalio o Niobio de fuentes en conflicto o a base de minería en condiciones inhumanas. De la misma forma, boicotear a las empresas y países que se sepa utilizan en sus negocios coltán con este origen, mientras no mejore la situación social en esos lugares.

Con el tiempo se forzara el uso y desarrollo de materiales con menor costo moral, ya sean basados en tantalio o en otro compuesto químico como: el Grafeno o Polímeros de Aluminio.

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Referencias:

http://simiomobile.com/downloads/coltan_mineral_muerte.pdf

http://e-sga.org/fileadmin/sga/newsletter/news23/SGANews23.pdf

http://elpais.com/diario/2007/09/26/futuro/1190757604_850215.html

http://minerals.usgs.gov/minerals/pubs/commodity/niobium/myb1-2013-niobi.pdf

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