El “amiguis” de la Reina del Sur y las Narcotelenovelas

En estos tiempos de medios masivos de comunicación y redes sociales, parece interminable la lista de personajes que van apareciendo para convertirse en el tema...

26 de enero, 2016

En estos tiempos de medios masivos de comunicación y redes sociales, parece interminable la lista de personajes que van apareciendo para convertirse en el tema del momento y por así decirlo, que saca la cabeza para ser "apedreado". Ha pasado a ser cotidiano las casi instantáneas bromas, memes, críticas, rumores, hasta las opiniones más sesudas de especialistas.

Bajo esa dinámica, El Chapo volvió a ser el personaje en turno, que era algo de esperarse, después de su aprehensión en Los Mochis, Sinaloa. Sin embargo, como todos ya sabemos, en menos de 36 horas dio un giro inesperado, cuando los reflectores mediáticos giraron a la actriz Kate del Castillo a causa de la reunión que organizó en octubre con El Chapo, así como la entrevista hecha a este por el actor americano Sean Penn en un video que publicó la revista Rolling Stone, y que poco después sería aderezada la noticia con la filtración de los mensajes por BlackBerry del Chapo y Kate.

No hace falta decir cuántas aristas tiene el tema para dar una opinión, desde la relación inmadura de "amigovios", buscar concretar una película, si cometieron un delito Kate y Sean Penn, o si la entrevista de Penn fracasó. Tampoco hace falta decir lo obvio, que el gobierno mexicano, como el de cualquier otro país, aproveche noticias y personajes para hacer propaganda a su favor.

Sin embargo, sea culpable o no de algo, hay un tema que dejan de lado Kate del Castillo, Sean Penn y aquellos que creen solo fue un despiste de inocentes, que no pasan de ser chivos expiatorios, y lo mejor es dejar de darle foco.

Un tema de la problemática actual del narcotráfico es qué tanto es aceptada socialmente esta actividad como un medio legítimo de ganarse la vida, desde ser parte de la violencia, la extorsión, hasta ser prestanombre y lavar dinero. De igual forma, desear ser parte de la narcocultura y sus clichés.

Gran parte de mi vida he vivido en Sinaloa, así que no me asusto ni me sorprendo de que buena parte de las personas, por generaciones, han pensado que es una actividad legítima, a pesar de la gran violencia y riesgo de muerte que implica, donde lo más importante es vivir con lujo y presunción, y no una larga vida cómo “pobre”. En algunos casos es entendible, donde la pobreza extrema crea ideas así, pero que en muchos otros casos no es así. De la misma forma, tampoco me son raros los narcocorridos, presumir lucir como narco o ser amigo de uno. Así, no es cuestión moralizadora esta opinión.

Desde la adaptación a la televisión de la novela literaria La Reina del Sur, ha habido una literal explosión de telenovelas y series sobre el narcotráfico, en especial en canales latinos de EUA, mínimo pueden enumerarse una docena: La Reina del Sur, El Cartel de los Sapos, La Viuda de la Mafia, La Viuda Negra, El Señor de los Cielos, El Capo, Rosario Tijeras, Las Muñecas de la Mafia, El Patrón del Mal, Dueños del Paraíso, El Mariachi, Breaking Bad, etc. Prácticamente cada una de ellas ha logrado una popularidad extraordinaria entre los televidentes, hasta el punto de crear miles de fanáticos de los personajes protagonistas, y volverse tales telenovelas en casi de culto. Tal parece, no se detendrá pronto la producción de telenovelas de este género.

El problema es que la trama y los personajes, por ignorancia o de forma premeditada, presentan un mundo del narcotráfico totalmente irreal, diluido, donde los capos del narco son casi héroes (o anti-héroes), preocupados por sus valores, sintiendo culpa, siendo malvados por las circunstancias, librándose de las consecuencias de sus delitos por su inteligencia, o al final muriendo dramáticamente de forma casi gloriosa. El hecho más notable de esta irrealidad, es que en toda Latinoamérica no hay una sola mujer jefa de un cartel de drogas, a diferencia de la televisión, sencillamente porque es sumamente machista el narcotráfico.

Por desgracia, muchos televidentes parece que no notan lo irreal de ésto, de tal manera sienten que realmente el narcotráfico sería una forma legítima de ganarse la vida, vivir y hacer amistades.

En EUA, ya hasta es un chiste local querer emular al personaje Heisenberg, de la serie Breaking Bad, para salir de pobres.

Lamentablemente los capos del narcotráfico son personas que imponen sus deseos egoístamente, sumamente indolentes y frías con quien consideran interfiere con sus intereses, y aquel que no acate su voluntad, sea desleal, o peor, lo traicione. De la misma manera, son altamente volubles y paranoicas, que con cualquier señal mínima, sea real o imaginaria, es suficiente para deshacerse de alguien.

Por otra parte, el mundo del narco es sórdido, oscuro, violento, machista, paranoico; rodeado de drogadicción, armas, prostitución y sobre todo de muerte insensible.

Es cierto que lo más importante es la libertad de expresión, por lo que nadie debería decirles a las personas qué tema deben expresar o no en la televisión y el cine, en especial el gobierno por cuestiones moralinas. Sin embargo, es difícil que pretenda Kate del Castillo, quien está por participar en su tercer proyecto televisivo como líder del narcotráfico, que nadie cuestione de forma negativa que sienta a El Chapo como su “amiguis” del alma, diga Kate que éste es una buena persona incomprendida, no muy diferente de cualquier otro empresario y el verdadero único problema es que el gobierno es corrupto.

Si al igual que Kate, gran parte de los ávidos consumidores de las narcotelenovelas y narcoseries, y quienes no paran de producirlas, opinan como ella que es legítimo su mensaje, entonces temo estamos perdidos, porque ante una crisis social y/o económica, las filas de reclutas del narco serán tan interminables como las narcotelenovelas.

Si alguien está en contra de la política actual de lucha contra las drogas, no lo logrará haciéndose amigo de los narcotraficantes, ni haciendo entrevistas con preguntas y respuestas aprobadas por el mismo narco.

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