Ante la decepción habitual de México en la Olimpiada de Rio, las casi dos semanas de Juegos Paralímpicos en la misma sede solo reiteró el ejemplo de los atletas paralímpicos mexicanos, al conseguir siempre un número mayor de medallas. Pareciera el eslogan del evento "Yes I can – We're The Superhumans" (Yo puedo – Somos Superhumanos) es la imagen realista y correcta que se debe tener de discapacidad, pero quizás podría ser engañosa al buscar un ideal al cual aspirar.
De una u otra forma, la discapacidad siempre ha girado solo en la imagen que se tiene de ella, en el pasado de desgracia y sufrimiento, en el presente de ejemplo de fuerza y actitud ilimitada; por lo que la lucha por los derechos de las personas con discapacidad se ha enfocado en cambiar su imagen ante la sociedad, la negativa de antaño por la actual positiva. Lo forma de hacer ésto, es mostrar que alguien en esta condición es capaz de hacer todo, que no solo son como cualquier persona, sino que están moralmente por encima de los demás con capacidades especiales poco explicadas, lo que acabará por fin con el flagelo de la discriminación a la discapacidad.
Es innegable que una imagen negativa de desesperanza ligada a la discapacidad, no ayuda en nada a mejorar sus condiciones ni al acceso a una educación, un trabajo y una vida digna, siendo quizás un obstáculo mayor. Sin embargo en la búsqueda de un cambio de imagen para evitar cualquier característica negativa, es fácil perder de perspectiva algo importante que no puede esconderse, que aunque no les guste darle foco a muchas personas con discapacidad en su discurso, es un hecho que discapacidad es limitación.
Es posible que prejuzguen mi dicho, pero de ninguna manera es una afirmación de autocompasión para quedarse postrado frente a la vida. No, es aceptar que tener limitaciones es la realidad de tener discapacidad y no importa cuán positiva se le muestre, esas limitaciones no se irán. Simular por una persona con discapacidad que no existen esas limitaciones, en la búsqueda de un cambio de imagen para ser tratados iguales y no discriminarlos, no permite resolver la problemática de estas limitaciones, porque seguirían ocultas de la sociedad que solo ve una imagen positivista.
¿Debería de avergonzarme o hacerme sentir menos decir que tengo una limitación?, o ¿aceptar que sin ninguna asistencia técnica o humana que supla mi disfunción, no sería capaz de hacer cosas que deseo? ¿Sentir pena simplemente por reconocer que necesito ayuda? Nada de eso quitara que sea como cualquier humano.
Lo principal al enfrentar la discapacidad, es entender que para que esta no sea un obstáculo hace falta aminorar o solucionar esas limitaciones. Aquel individuo que sienta que su discapacidad nunca lo detuvo en nada, es porque de alguna forma logró solucionar su limitación, ya sea supliendo una función perdida con otra extremidad funcional, con ayuda de algún elemento tecnológico o quizás asistencia de segundas personas (familiares, asistentes).
Es ingenuo suponer que todos los tipos y severidad de discapacidad tienen la misma situación física, familiar y económica; donde la idéntica fórmula de aquellos que lograron solucionar sus limitaciones implica que es aplicable para solucionar las limitaciones propias, basada solo en mucho ánimo y actitud.
Lamentablemente, es en las discapacidades físicas más severas donde es más evidente ese hecho, aquellas con incapacidad física total, donde enfrentar sus limitaciones va mucho más allá de una silla de ruedas, rampas y aceptación, al implicar ayuda para todo las 24 horas y equipo tecnológico para movilizarse con independencia, comunicarse, trabajar, hasta incluso para respirar. Si bien hay soluciones prácticas y tecnológicas para que alguien en este caso supere cualquier limitación, hasta manejar un auto si uno es extremista, esto implica una cantidad de recursos humanos, tecnológicos y económicos a los que muy pocos pueden acceder, menos aún con solo tener la actitud correcta.
¿Podría tener sentido que en nuestro México cualquier asistencia técnica o humana para superar una limitación, solo dependa de la bolsa de la persona con discapacidad o de la beneficencia de alguna fundación? Muchos odian pensar en el asistencialismo, tan solo imaginar sentir que son mantenidos por el Estado quiebra su orgullo propio, pero quizás más lo provoca depender de la caridad para todo si no se tienen recursos.
No debe malentenderse la asistencia gubernamental, porque no se trata de exigir una pensión como premio por tener discapacidad, sino que un gobierno tiene el compromiso de proveer las mismas condiciones a todos los habitantes, que supone políticas públicas que faciliten lo necesario para solucionar cualquier limitación física a causa de discapacidad.
Es absurdo suscribirse a leyes para los derechos de las personas con discapacidad, sin políticas específicas para aminorar las limitaciones, sin estar exento de IVA ni de impuesto de importación cualquier aditamento o tecnología asistiva, ni haber créditos de interés social para equipo o adaptaciones, ni becas para un asistente, ni un sistema educativo o de trabajo abierto y a distancia específico para este grupo.
Si pretendemos que cualquier individuo con discapacidad sea capaz de lograr lo mismo que cualquier otra persona, sin importar cuanta limitación causa una discapacidad, lo importante no es cuál imagen tengan de nosotros, sino como resolver esas limitaciones para poder estar presentes en cada aspecto de la sociedad, lo que al final es el real detonante de la integración.
¡Energía, energía por doquier!
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