A estas alturas ya hay una pléyade de analistas y ciudadanos que en medios públicos y redes privadas advierten contra el rumbo marcadamente autoritario que está tomando el país. Algunos optimistas consideran que México involuciona hacia algo parecido al régimen autoritario priísta anterior a 1988, aquella “dictadura perfecta” con partido hegemónico, sin democracia y con medios de comunicación controlados por el régimen, pero con una economía creciente y un capitalismo “de compadres” corrupto pero funcional. Aquél era un régimen autoritario e hipócrita pero pragmático y eficaz y, en su contexto, México avanzó en muchos ámbitos: se fue institucionalizando, se fortalecieron las clases medias y se podía vivir aceptablemente siempre que uno no se metiera a criticar al régimen exigiendo democracia o acabar con la corrupción.
Yo difiero de este escenario y considero que no marchamos hacia un retorno al autoritarismo del siglo XX sino a algo mucho peor: el modelo que sigue la 4T es el del “socialismo del siglo XXI”, en versión mexicana con las particularidades del caso, dado que el núcleo duro del morenismo está integrado por bolcheviques bolivarianos que no van a parar hasta dejar a México en ruinas, como ha ocurrido con todos los países que han padecido esta tragedia política. Dado que he recibido críticas por plantear esta hipótesis, quiero explicar el porqué de mi afirmación.
Primero, al decir que son bolcheviques me refiero a que comparten el mismo espíritu, ideas y propósito que los viejos socialistas soviéticos que hicieron aquella malhadada Revolución de Octubre de 1917, nomás que 100 años después, en América Latina y teniendo en cuenta la experiencia del colapso económico de la URSS. Pero, en el fondo, subyacen los mismos odios y resentimiento contra la burguesía y todo cuanto ello representa a partir de la idea de la lucha de clases como motor de la historia y la teoría de la explotación capitalista: clases medias, derechos individuales, libertad de expresión, pluralidad democrática, iniciativa y propiedad privada, economía capitalista, sociedad de consumo, etc. Debemos tener claro que el movimiento bolchevique es un movimiento definido desde el odio y el resentimiento, por ello se enfoca tanto en la destrucción del “orden burgués” y resulta tan violento.
Consideremos que varios de quienes conforman el corazón actual de Morena fueron formados en el pensamiento y valores del marxismo-leninismo que dominaba las aulas de los CCHs y las facultades de Ciencias, Ciencias Políticas y Filosofía en la UNAM y la UAM hace unos 50 años. El espíritu de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Gramsci, Althusser, Freire y otros profetas pervive en la base ideológica de los morenistas.
Así, no es de sorprender encontrar, en los textos obligatorios para todos los niños de “la Nueva Escuela Mexicana” promovida desde la SEP, la obsesión por hacer que los niños tengan “consciencia de clase”, identifiquen “si son explotados o explotadores” y loas al Ché Guevara o a la Liga Comunista 23 de Septiembre. O que los encargados del diseño y contenidos de estos textos hayan sido Marx Arriaga (quien pide una refundación integral de la SEP –donde sigue siendo Director General de Materiales Educativos– con carácter popular y cuyo hermano se llama Vladimir en honor a Lenin) y un asesor venezolano, Sady Arturo Loaiza, quien se identifica como marxista, bolivariano y quien fue, entre otros cargos, director general de proyectos especiales del Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales del gobierno de Venezuela, encargado de difundir la ideología “bolivariana” proclamada por Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Tampoco sorprende la cercanía de los gobiernos de AMLO y Claudia hacia los regímenes de Cuba y Venezuela, expresada en el acuerdo de cooperación recién firmado con la dictadura cubana o el protagonismo que se le dio a Miguel Díaz-Canel invitado como principal orador el 16 de septiembre de 2021 o la declaración de la secretaria general de Morena aclarándonos que en Cuba se vive una auténtica democracia. Recuerdo que uno de los poquísimos viajes al extranjero que hizo AMLO fue a Santiago de Chile en el aniversario del golpe militar contra Salvador Allende dada la admiración que siente por él. Dime con quién andas y te diré quién eres.
No es de extrañar que personajes centrales del morenismo aboguen expresamente sobre el carácter socialista que debe seguir la transformación mexicana, como lo hizo Luciano Concheiro (Subsecretario de Educación con AMLO y actualmente “Titular de la Autoridad Educativa Federal” en la SEP) quien, durante una ponencia en el Colegio Nacional en 2019, afirmó que un sistema comunista es necesario para transformar a México o el caso de Héctor Díaz Polanco (actual dirigente de Morena en la CdMx, miembro del Consejo Consultivo de ese partido y uno de sus principales ideólogos, reconocido por su línea radical cercana al modelo castro-chavista) quien entre muchas declaraciones se puede destacar la siguiente: «El papel que podrá hacer Morena en el gobierno de México es el de integrarse con los países de América Latina que están haciendo los cambios, como Venezuela». Cabe señalar que estos personajes fueron clave en la redacción del Proyecto de Nación 2024-30 de Morena, junto con otros actores de la misma línea como Rafael Barajas, Armando Bartra, Elvira Concheiro o Paco Ignacio Taibo II. Salvo advertencia, no hay engaño.
Pese a estas señales clarísimas, algunos analistas han querido creer que la izquierda de Morena es democrática y moderna. No lo es. Su carácter antidemocrático ya es evidente. Por otro lado, si hasta ahora han querido llevar una relación relativamente amable con los empresarios y han apoyado el T-MEC, es más por necesidad que por gusto: ideológicamente toleran al empresariado y la economía de mercado como una especie de mal menor porque sin ellos y sin T-MEC la economía del país se colapsaría y eso no les es conveniente, pero ellos prefieren una economía estatista y valoran mucho más la propiedad pública que la privada. En todo caso, las bonitas ideas económicas del “Plan México” chocan de manera frontal y contradictoria con las locuras del “Plan C”, que avanza a todo tren.
La ruta está marcada. Ya completaron la captura del Estado y tanto la oposición como otros factores políticos de contrapeso ya están eliminados. Queda la realidad económica, pero ahí están las reservas del Banco de México y el dinero de las Afores y el INFONAVIT para seguir gastando. ¿Hasta dónde podrán avanzar en su proyecto? Ya veremos, pero deberíamos encender los focos rojos.
Contacto: X: @AdrianRdeCh

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