A veces despierto temblando

Ximena Santaolalla publicó en 2021 la novela A veces despierto temblando. En ella La pobreza y la injusticia en que hemos vivido durante siglos en Latinoamérica ha dado lugar a un caldo de cultivo aterrador. Los personajes...

4 de julio, 2025

Ximena Santaolalla publicó en 2021 la novela A veces despierto temblando. En ella La pobreza y la injusticia en que hemos vivido durante siglos en Latinoamérica ha dado lugar a un caldo de cultivo aterrador. Los personajes retratados en esta novela –villanos y víctimas– dan cuenta de esa realidad que apenas da espacio  para la redención y la supervivencia de los más desfavorecidos.

A veces despierto temblando (1) es la primera novela de la escritora mexicana Ximena Santaolalla. La ganadora del premio Mauricio Achar 2021. Es una historia que, a partir de una galería de personajes estremecedores –ya sea pos su carácter de víctima como de victimarios–, condensa toda la batería de crímenes e injusticias llevados a cabo por regímenes represivos y dictatoriales Latinoamericanos a lo largo cuando menos del siglo XX. En este caso, se centra en lo ocurrido en Guatemala, durante el gobierno de Efraín Ríos Montt, pero que salpica las realidades de México y Estados Unidos, éste último como formador de ejércitos de asesinos preparados al más alto nivel que operaron a favor de dictadores y bajo las ordenes de las fuerzas armadas regulares.

A lo largo de la novela, narrada de forma coral, nos adentramos en las historias de personajes de todo tipo que fueron brutalmente torturados y en muchos casos asesinados, violados, vejados de las maneras más humillantes y con la doble tragedia de que el victimario era el propio Estado.

Quizá uno de los más grandes aciertos del texto es haber encontrado tantas voces distintas para contar la injusticia, consiguiendo una potente verosimilitud, incluidos los testimonios de los propios perpetradores, que en en muchos casos, sin dispensarlos de sus carácter de victimarios, se les reconoce también su carácter de víctimas. La pobreza y la injusticia en que hemos vivido durante siglos en Latinoamérica ha dado lugar a un caldo de cultivo aterrador que no ha hecho sino acrecentarla en todos los sentidos. Los personajes retratados en esta novela –villanos y víctimas– dan cuenta de esa realidad que apenas da espacio  para la redención y la supervivencia de los más desfavorecidos.  

Pongamos el caso de Yunuen, conocido como Ocelote, un adolescente que llega al ejército en busca de encontrar un modo de vida. Pero la formación militar, lejos de “salvarlo”, lo condena al convertirlo en una persona sin emociones, sin compasión y sin límites para dañar a quien sus superiores le indiquen. El mismo caso ocurre con Dedos, adolescentes indígenas reclutados por el ejército de Guatemala para recibir entrenamiento de élite y formar grupo paramilitar a las órdenes de la tiranía.

Cuando se dice “de élite” no es, como podría pensarse, para convertirse en mejores soldados, sino justo para lo contrario: para transformarse en asesinos sin escrúpulos que cumplen órdenes sin cuestionarlas y, tras cierto nivel de deterioro psicológico, disfrutan del daño que causan en aquellas personas que les son señaladas como objetivos.  

Los gobiernos autoritarios, de la mano con los intereses económicos y con la cruzada norteamericana en contra del comunismo forman la tormenta perfecta para que la injusticia y el abuso reinen en un mundo selvático donde el fuerte se impone sin que los desfavorecidos se puedan oponer.  

Los casos de las autenticas víctimas son aun más desgarradores. Y es en esta combinación entre víctimas y verdugos que se equilibran mutuamente donde la autora consigue su mayor logro: una polifonía en la que cada voz tiene su tono, su ritmo y su personalidad propia. Cada testimonio es una pieza del rompecabezas que constituye una trama múltiple que además de personajes sólidos nos muestra el deterioro del tejido social en su conjunto.

Más allá de lo literario, es importante no perder de vista la clase de episodio histórico del que se habla.

En el epílogo, Santaolalla, ya en su propia voz complementa: “Durante la dictadura del genocida Efraín Ríos Montt (23 de marzo de 1982-8 de agosto de 1983) fueron asesinadas / desaparecidas alrededor 100 000 personas […]. De ese número, alrededor de 2000 eran maya ixil y representaban 33% de esa etnia, lo que significa que el Estado exterminó a 33% de la población maya ixil (y a 1.5% de la población total de Guatemala, en menos de año y medio)” (2).

La comparación con México es ineludible. Para entender la dimensión de lo ocurrido en Guatemala es importante tomar en cuenta que la guerra contra el narco en México ha provocado la muerte de alrededor de 250 000 personas en un plazo de 14 años, desde 2006 hasta 2020, el año en que se escribió esta novela. Contra 100 000 en Guatemala en apenas año y medio, siendo además un país 16 veces más pequeño. Es decir, hablamos del 1.5% de la población, para ello deberían morir en nuestro país tres millones y medio de personas en año y medio. Si ya pensar en que mueren sobre 70 personas diarias, imagina lo que sería que muriesen 3500. El gobierno guatemalteco de Ríos Montt fue la apoteosis de la locura criminal y Santaolalla lo retrata con una mezcla extraña de crudeza y sensibilidad.

A pesar de los riesgos que implica, la autora ha reescrito desde el ojo estético la historia de un genocidio al mismo tiempo que ha aportado un testimonio, si bien ficticio, profundamente real, de memoria histórica.  

Web: www.juancarlosaldir.com

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1) Santaolalla, Ximena, A veces despierto temblando, Primera Edición, Primera Reimpresión, México, Literatura Random House, 2022, Págs. 303.

2) Íbidem, Pág. 283.

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