De Frontera a Frontera: #MeToo

Con respecto a la violación a niños, niñas y mujeres mi apreciación al respecto ha sido que el único castigo es la muerte del Violador...

2 de abril, 2019

Con respecto a la violación a niños, niñas y mujeres mi apreciación al respecto ha sido que el único castigo es la muerte del Violador. Esto con pruebas irrefutables de la culpabilidad de perpetrador y si se le sorprende al victimario realizando el delito la pena de muerte debe ser inmediata.

Los santurrones dirán que es un castigo de barbarie, pero es el único castigo que dará algo de justicia a la víctima y a la sociedad, porque el violador ya no será una amenaza nunca más. Nunca se reforman y la mente perversa sigue buscando la manera de violar de nuevo.

Es el único castigo que dará justicia a la víctima, porque la victima toda la vida seguirá sufriendo las consecuencias de esa violación. Toda la vida. Es un hecho irrefutable, porque a la víctima se le quita su vida, se le mancha su futuro y muy pocas de ellas llegan a vivir una vida plena. Estas consecuencias no solo las vive para toda la vida la víctima, sino que la familia sufre con su familiar estas consecuencias, la familia entera y la victima entran en una depresión permanente o intermitente durante toda la vida.

A lo largo de mi carrera he visto como las víctimas de violación sufren en silencio, como se les complica su vida por un sentimiento autodestructivo constante, que requiere en el mejor de los casos la intervención de un psicólogo preparado para estos casos y si son creyentes de alguna religión de la intervención de algún cura o pastor.

Las leyes actuales y el sistema penal actual y los que han existido en la historia, no han permitido la justicia en los casos de violación o acoso sexual. La mujeres, niños y niñas no son vistos como individuos que merezcan derechos a ser defendidos.

Cuando una mujer, una niña o un niño se atreven a denunciar reciben una violación psicológica en las respectivas instancias de acusación. Por lo que la víctima no acusa en su mayoría y lo dejan todo al tiempo.

Es por eso que hoy vemos el movimiento llamado #MeToo, donde las mujeres en su mayoría expresan sus demandas ante hechos ocurridos.

Tuvo su boom de demandas con mujeres valientes que dieron su nombre y el de sus violadores. Después al haber bajado de intensidad, el #MeToo comenzó a recibir denuncias anónimas y es ahí donde el movimiento se convirtió en un lugar donde, al no verificar las denuncias anónimas, solamente se convirtió en un lugar de venganza al utilizar el linchamiento público como arma.

Todo esto paso a primer plano porque uno de los objetivos de estas denuncias públicas fue el músico y escritor Armando Vega Gil, el cual al no ver como limpiar su nombre que había sido manchado se quitó la vida.

Si era culpable o no, ya nadie lo sabrá, porque él no peleó para que su nombre y su reputación fueran limpiadas. Sino que se fue por el camino fácil, escapar cediendo su vida.

Ahora toca que las autoridades judiciales investiguen quien fue la persona que lo denunció anónimamente, ya que la denuncia anónima es un chisme es una difamación, sea falsa o verdadera.

Tanto la víctima como el perpetrador tienen derechos. Si resulta una difamación es necesario que se castigue a la supuesta víctima, si el perpetrador es culpable debe de dársele un castigo ejemplar que de perdida sea del tamaño del delito que comete.

Muchas violaciones o acosos sexuales no llegan al #MeToo o la mesa de las autoridades judiciales, sino que son escondidas para dar paso tiempo después a la venganza a medida de la ofensa. En la mayoría de los casos el violador o acosador sexual es asesinado y esto sucede mucha más de lo que usted se imagina.

Un miembro de la Vox Populi me decía… si te violan un familiar o acosa a alguien de tu familia lo mejor es tomar justicia por propia mano y cuidar a quien te hayan lastimado.

Quien acusa debe de probar su acusación y las acusaciones a destiempo son más difíciles de probar, las pruebas se pierden en el tiempo y en el espacio. Se vuelve en caso de dimes y diretes.

En el caso del músico y escritor Armando Vega Gil, no debió suicidarse, sino que debió de haber luchado por limpiar su nombre y sobre todo no darle una gran ponderación a los dimes y diretes de las redes sociales que al fin y al cabo son chismes de mercado. Sino que debió ir a denunciar la denuncia anónima y buscar justicia. Al suicidarse escapo de todo ese proceso ¿talvez era culpable? Y decidió escapar por la puerta falsa, sino era culpable se hubiera defendido, comenta decida una joven de la Vox Populi Tapachulteca.

Ahora no sabremos nada. Descanse en Paz.

 

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