Uberización de la banca. En Estados Unidos, es uno de los grandes temas para los analistas, reguladores, consumidores y participantes del sector financiero. Lo que pasó en la movilidad urbana, con Uber y en el alojamiento con Airbnb está comenzando a pasar en el sector financiero. Allí no hay un gran disruptor único, sino una red de nuevos jugadores. Nombres que empiezan a abrirse camino, The Lending Club, Prosper o Lending Tree.
¿Por qué la banca? The Wall Street Journal se ocupó del tema y ofrece una explicación interesante. Se trata de una industria apegada a la tradición, que no se ha transformado tanto como otros sectores. Explica “cuando usted va a comprar una casa, muy probablemente, utilizará procedimientos que fueron creados en tiempos de sus abuelos”.
La banca se ha digitalizado pero no ha alterado en esencia el proceso de solicitud y aprobación del crédito. En la lógica del negocio bancario no está una disrupción que lo coloque en una crisis de identidad. El futuro está a la vista, plataformas donde una persona presenta su información más relevante: ingresos, grado educativo, historial crediticio y referencias profesionales o personales. La plataforma otorgará a la persona una calificación crediticia y le ofrecerá un menú de opciones: bancos, uniones de crédito o personas físicas que están dispuestas a prestar dinero a una tasa similar a la de las instituciones financieras tradicionales.
¿Pueden encontrar las diferencias? El score crediticio funcionará de manera diferente. Viviremos de manera más intensa en una economía de las reputaciones, donde nuestras ventajas y desventajas serán conocidos de una manera que retará lo que ahora hacen los burós de crédito. Además de instituciones financieras tradicionales, recibiremos ofertas de financiamiento de particulares. Son personas buscando mejor rendimiento para su dinero. En vez de tener una cuenta de ahorro o inversión, podrían ponerlo a disposición del mejor postor.
Lendingclub, una empresa de San Francisco, es un buen ejemplo de las nuevas prácticas. Funciona como una plataforma para conectar personas con necesidades de dinero con “inversionistas” dispuestas a prestar dinero, con tasas de 6 a 24% anual. En una década ha “cruzado” operaciones por 2,500 millones de dólares.
El negocio tradicional de la banca está amenazado. La generación de los Millenials será uno de los grandes motores de este cambio. Ellos se muestran más dispuestos a probar alternativas y son nativos digitales. Los expertos en futuro proyectan que la uberización del sector financiero será una megatendencia que empezará a notarse con fuerza a fines de esta década. No será la única industria que se transformará por la entrada de un disruptor que no estaba en el mapa hace apenas cinco años. Un estudio del Institute for Business Value de IBM mostró que esto es una preocupación mayúscula para 5,200 altos ejecutivos de 21 industrias.
Los retos para el sector bancario y para los reguladores son gigantescos. Jaime González Aguadé, presidente de la CNBV me comentaba hace unos días su preocupación para encontrar un modelo regulatorio que favorezca la innovación, sin perder el control de los riesgos. Será complicado y vamos tarde. No hay soluciones mágicas. Lo saben las autoridades de transporte con Uber y los del sector Turismo con Airbnb. Bienvenidos al Siglo XXI.
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