Cuando la Ciencia podía ofrecer pocas respuestas o casi ninguna, la tradición occidental sobre el origen del universo y la vida, se basaba en el relato bíblico del Génesis. El pastor anglicano y prelado irlandés James Ussher (1580-1655) escribió en Annales Veteris Testamenti, a Prima Mundi Origine Deducti (1658) que de acuerdo con cálculos basados en la Biblia, Dios creó todo lo conocido a mediodía del domingo 23 de octubre del año 2004 A.C., interpretación que aún aceptan ciertos grupos fundamentalistas extremos.
Científicos, como Isaac Newton (1643-1727), intentaron integrar los nuevos datos científicos con la narración bíblica. Incluso Charles Darwin (1809-1882) era creyente antes de su viaje alrededor del mundo, aunque su obra, el Origen de las Especies (1859), resultó fundamental para cuestionar el creacionismo.
En un artículo anónimo publicado en la revista London Quarterly Review de julio de 1860, el obispo anglicano de Oxford Samuel Wilberforce calificó al libro de Darwin como “absolutamente incompatible con la Palabra de Dios”.
Pero los descubrimientos geológicos y paleontológicos comenzaron a cuestionar la interpretación literal del libro del Génesis (Gillispie 1950, Sequeiros 1997), pero fue la obra de Charles Darwin la que completó la revolución de Copérnico, postulando, que el Universo obedece a causas naturales. A medida que se demostraba la enorme antigüedad de la Tierra y la gran diferencia de los fósiles con los organismos actuales, el relato bíblico fue resultando cada vez más inverosímil.
Actualmente la evolución biológica se considera un hecho, que ningún científico competente pone en duda y la estrategia del diseño inteligente no ha tenido aceptación en la comunidad científica. Los fósiles muestran la historia y el curso evolutivo de los organismos a lo largo de los tiempos geológicos. Los organismos actuales han permitido descubrir detalles del mecanismo evolutivo que no se conocían en tiempos de Darwin.
Utilizando la información disponible sobre la evolución del género Homo, podemos hacer un viaje al pasado en búsqueda de la historia evolutiva de nuestro linaje humano.
Si retrocediéramos lo suficiente en el tiempo, descubriríamos que compartimos los mismos ancestros con todo el mundo; es decir, todos tus ancestros serían míos, sin importar quién seas y todos los míos serían también tuyos.
Comencemos viajando 160,000 años hacia el pasado, en las profundidades de la era de hielo. Aquí encontramos los fósiles de Herto en la depresión de Afar en Etiopía. Los humanos Herto son intrigantes, ya que en palabras de sus descubridores, Tim White y sus colegas, eran de una población no muy moderna.
Los Herto están en la cúspide entre los humanos modernos y aquellos antecesores que conocemos bajo el nombre de “Homo sapiens arcaicos”. Los fósiles de Arcaicos se localizan alrededor de todo el mundo, con dataciones durante los últimos 100 mil años: ejemplos son los “Heidelberg” en Alemania, “El hombre de Rodesia” de Zambia y el Chino “Hombre de Dali”. Los Arcaicos tenían grandes cerebros como los nuestros, promediando entre 1.200 y 1.300 cm cúbicos. Un poco más pequeño que el nuestro que es de un promedio de 1.400 centímetros cúbicos.
Sus cuerpos eran más robustos que los nuestros, sus cráneos eran menos gruesos, y tenían más pronunciadas las crestas supraorbitarias (protuberancias arriba del ojo, sobre la ceja), pero la barba menos pronunciada. Parecían más Erectos que nosotros, mirándolos en retrospectiva eran más bien como intermediarios. Algunos taxonomistas los reconocen como subespecies de Homo sapiens llamado Homo sapiens heidelbergensis, Homo rhodesiensis, y Homo antecesor.
El Homo sapiens sapiens, no es el único producto de los Arcaicos. Otras especies de humanos avanzados, los llamados Neandertales, fueron nuestros contemporáneos durante una buena parte de la prehistoria. Ellos eran más parecidos a los Arcaicos de los que somos nosotros, parecían provenir de una raíz de Arcaicos no de África sino en Europa y el Este medio, hace unos cien a doscientos mil años Los fósiles de estas regiones muestran una transición gradual de Arcaicos a Neandertales con el primer fósil de Neandertal encontrado justo antes del inicio de la última era glacial, hace 130,000 años. Los Neandertales se desvanecieron hace cerca de 28,000 años, es decir que fueron contemporáneos de los Modernos Europeos que emigraron de África.
La anatomía del Neandertal era lo suficientemente diferente de la nuestra por lo que algunas personas prefieren otorgarles una especie separada, Homo neanderthalensis. Retienen algunas características de los arcaicos como las grandes crestas supraorbitarias que los Modernos no tenían (razón por la que algunas autoridades los clasifican como otro tipo de Arcaico). Los Neandertales estaban adaptados a su ambiente helado, eran de tallo corto, extremidades cortas y enorme nariz, abrigaban sus cuerpos con pieles de animales con mucho pelo. Sus cerebros eran tan grandes como los nuestros o más aún. Hay evidencias de que realizaban ceremonias para enterrar a sus muertos. Nadie sabe si podían hablar, hay diferentes opiniones sobre esto, existen algunas pistas sobre el intercambio de ideas tecnológicas entre Neandertales y Modernos, pero esto pudo haberse adquirido por imitación y no a través del lenguaje.
¿Será posible que podamos ser descendientes de los Neandertales? ¿Habrán tenido relaciones con los Homo sapiens sapiens?
Neandertales y sapiens compartieron el mismo territorio en Europa durante una larga temporada, seguramente hubo contacto entre ellos. ¿Han heredado los europeos modernos genes de Neandertal? Recientemente se extrajo suficiente ADN mitocondrial de un hueso fósil de un Neandertal. El ADN era distinto del de los humanos, sugiriendo que los Neandertales no son cercanos a los europeos como tampoco lo son a ninguna otra persona moderna.
Si solo un Neandertal hombre se hubiera cruzado con la población de sapiens, le hubiera dado una oportunidad de ser el ancestro común a todos los europeos vivos hoy en día.
Si retrocedemos otro millón de años en el tiempo en la búsqueda de ancestros, los únicos candidatos posibles de esta época son los del tipo conocido como Homo erectus, llamados también por algunos como Homo ergaster. Ellos no eran más erectos que sus predecesores (Homo habilis) o sus sucesores (nosotros), ergaster continuó durante 1.8 millones de años hasta hace apenas 250,000 años.
Los Ergaster fueron notablemente diferentes a los modernos Homo sapiens, y a los sapiens Arcaicos. La aparición de fósiles muestra que vivían en el Medio este, muy al este incluyendo Java, representando una antigua migración fuera de África. Algunos nombres conocidos son el hombre de Java y el hombre de Pekín. En latín, antes de que fueran admitidos en la categoría de Homo, tenían los nombres genéricos de Pitecántropos y Sinántropos, quienes caminaron en dos piernas como nosotros y tenían cerebros similares (900 cc en los primeros especímenes y 1,100 cc en los más recientes) instalados en sus cráneos. Sus pronunciadas crestas supraorbitarias les daban un aspecto pronunciado sobre los ojos vistos de lado.
Evidencias sutiles sugieren que algunos grupos de Ergasters descubrieron el uso del fuego, también dieron forma y utilizaron herramientas de piedra y probablemente madera y huesos. Nadie sabe si podían hablar, pero es poco probable. El Homo ergaster más completo que se conoce es el Niño de Turkana, quien murió cerca del lago Turkana en Kenya, hace unos 1.5 millones de años. Sus costillas y el pequeño orificio entre las vértebras por donde pasan los nervios, sugiere que carecían del control fino sobre la respiración que parece estar asociado al habla. Otros científicos que han estudiado la base del cráneo han concluido que incluso los Neandertales de hace solo 60,000 años no podían hablar. La evidencia es que la forma de su garganta no les permite un rango completo de vocales que nosotros sí tenemos.
Al retroceder otro millón de años atrás de Homo ergaster, ya no hay duda de que nuestras raíces genéticas provienen de África. Es posible que los fósiles de Homo erectus y Homo habilis sean nuestros ancestros directos, hoy en día son reconocidos como los predecesores inmediatos, y parcialmente contemporáneos de los Arcaicos quienes son predecesores de nosotros, Modernos.
Los huesos fósiles de ésta época son normalmente clasificados como Homo habilis. Algunas autoridades reconocen un segundo tipo contemporáneo muy similar al que llaman Homo rudolfensis. Otros se comparan con Keniapitecus, y algunos otros cautelosamente se refieren a estos fósiles con un nombre de especie y solo los llaman “Early Homo”. Pero el término “Habilis” es el más apropiado, sus fósiles, son de mayor antigüedad y están menos conservados que los Ergaster. El cráneo mejor conservado llamado por su número de referencia KNMER1470, vivió hace cerca de 1.9 millones de años. Los Habilis fueron tan diferentes de los Ergasters como éstos lo fueron de nosotros.
Los cráneos de Habilis son menos robustos que los de los Ergaster y carecen de crestas supraorbitarias pronunciados. El Habilis era más parecido a nosotros, esto no debe causar sorpresa, la robustez y la profusión de las crestas supraorbitarias en los homínidos, son características que como el pelo parece adquirirse y perderse con la evolución.
Habilis marca el lugar en nuestra historia en donde el cerebro, que es la mayor peculiaridad en los humanos, comenzó a expandirse sobrepasando su medida normal. Esta distinción es el fundamento principal para colocar al Habilis en el género Homo. Para muchos paleontólogos el cerebro más grande es la característica distintiva de nuestro género.
Durante la mayor parte de la historia de los homínidos, África albergó varias especies simultáneamente. Cuando aparece Homo por primera vez en África, ya compartía el continente con más homínidos robustos, quizá de especies diferentes. Algunos de los nombres conocidos de estas criaturas son Australopitecos (o Parántropo) robustus, Australopitecos (o Parántropo o Zinjantropo) boisei, y Australopitecos (o Parántropo) aetiopicus. Parece que todos ellos evolucionaron de simios más “gráciles” (grácil es lo opuesto a robusto).
Los ancestros inmediatos a Homo, están clasificados como una clase de australopitecinos gráciles. Mrs. Ples o Sra. Ples, vivió hace 2.5 millones de años, su nombre de pila proviene del género Plesiantropo al cual fue asignado originalmente antes de que se decidiera incorporar el Australopiteco; y por el hecho de que se pensaba (como se sospecha hoy en día) que era mujer. Los fósiles de homínidos muy seguido tienen nombres de mascotas como “Mr. Ples”, “Dear Boy” también conocido como “Zinji”, “Little Foot” y Lucy.
Cuando nos acercamos a los 3.2 millones de años en el pasado, aparece Lucy, un australopitecino grácil, el Australopiteco afarensis, quien es fuerte contendiente para ser ancestro humano. Sus descubridores Donald Johanson y sus colegas, encontraron otros 13 individuos similares en la misma área conocida como “La primera familia”. Otros “Lucys” han sido encontrados con una antigüedad de entre 3 y 4 millones de años en otras partes del Este de África. Las huellas de 3.6 millones de años descubiertas por Mary Leakey en Laetoli son de un A. afarensis.
Lucy no es muy diferente a Mrs. Ples, algunas personas piensan en Lucy como una versión anterior a Mrs. Ples. Se dice que los primeros Lucys africanos del Este tenían un cerebro un poco más pequeño que los posteriores Sud africanos – Mrs Pleses. Sus cerebros no eran muy diferentes entre ellos así como tampoco lo son los cerebros de los humanos modernos.
A medida que el tiempo pasa, los afarensis más recientes como Lucy son un poco diferentes a las primeras formas que aparecieron hace 3.9 millones de años. Al llegar a los 4 millones de años, encontramos más criaturas que pueden ser ancestros de Lucy y su progenie, pero que son lo suficientemente diferentes, más parecidos al chimpancé. Descubiertos por Meave Leakey y su equipo, estos Australopitecos anamensis, consisten en más de 80 fósiles de dos diferentes sitios cercanos al lago Turkana. No se ha localizado ningún cráneo completo, pero hay una espléndida mandíbula inferior que posiblemente perteneció a uno de nuestros ancestros.
Pero el descubrimiento más excitante de este periodo es el llamado “Little Foot” o “Pie pequeño”, este esqueleto de las cuevas de Sterkfontein en Sud África fue datado originalmente con tres millones de años pero recientemente ha sido re-datado con casi 4 millones.
Existen algunos fragmentos de un posible Australopiteco bípedo de tiempos aún más remotos 4.4 millones de años. Tim White y sus colegas lo descubrieron en Etiopía, cerca de donde encontraron a Lucy. Lo nombraron Ardipithecus ramidus, aunque otros prefieren mantenerlo en el género Australopiteco. Aunque no ha sido hallado un cráneo de Ardipithecus, sus dientes sugieren que era más parecido al chimpancé que a los humanos recientes. El esmalte de sus dientes era más grueso que el de los chimpancés, pero no tanto como el nuestro. Unos pocos huesos craneales han sido encontrados, indicando que el cráneo descansaba sobre de la columna vertebral como en nosotros, en lugar de frente a ésta como en los chimpancés. Esto sugiere una postura vertical, y los huesos de los pies tal como fueron encontrados apoyan la idea de que Ardipithecus era bípedo.
En la década de los años 1960, los antropólogos afirmaron que el evento decisivo de la evolución que nos separó de los simios fue el crecimiento del cerebro. Levantarnos sobre nuestras patas traseras, había sido el segundo evento en importancia, trayendo como beneficio el liberar las manos para realizar el trabajo especializado que un cerebro mayor era capaz de controlar y explotar.
Recientes descubrimientos fósiles apuntan a que el bipedalismo vino primero. Lucy era bípeda, tan bípeda como lo somos nosotros, aunque el cerebro era aproximadamente del tamaño del de un chimpancé. El crecimiento del cerebro pudo haber estado asociado con la liberación de las manos, pero la secuencia de eventos se hizo en reversa. La liberación de las manos gracias al bipedalismo, contribuyó al crecimiento del cerebro. El hardware manual apareció primero, pero después evolucionó el software del cerebro para tomar el control.
En el año 2000 un equipo francés liderado por Brigitte Senut y Martin Pickford anunciaron un nuevo fósil de las Colinas de Tungen al este del Lago Victoria en Kenia. Nombrado “Millennium Man” u “Hombre milenio”, tiene una datación de 6 millones de años y se le ha otorgado otro nombre genérico, Orrorin tugenensis que de acuerdo a sus descubridores era bípedo. Ciertamente ellos claman que la punta del fémur cerca de la articulación de la cadera era más parecida a la humana que al Australopiteco. Esta evidencia proporcionada por fragmentos de huesos de cráneo, sugieren Senut y Pickford, que los orrorines son los ancestros de los homínidos recientes y que no de Lucy.
Estos trabajadores franceses fueron aún más allá al sugerir que Ardipithecus debía ser ancestro de los chimpancés modernos en lugar de nuestro. Claro que se requieren más fósiles para asentar estos argumentos. Otros científicos son escépticos de los postulados franceses, y tienen algunas dudas de que haya suficiente evidencia para demostrar que Orrorin era o no bípedo. Si lo era desde hace aproximadamente 6 millones de años, es el tiempo estimado de la división de los chimpancés de acuerdo a la evidencia molecular.
El nuevo descubrimiento de un cráneo en Chad en el sureste del Sahara, encontrado por otro equipo francés liderado por Michel Brunet, ha sido hallado al oeste del Valle del Rift (muchos autoridades consideran que los primeros homínidos aparecieron y fueron confinados al este del Rift). Apodado Toumai (Esperanza de vida en el lenguaje local Goran), su nombre oficial es Sahelanthropus tchadensis, por la región de Sahel en el Sahara en Chad donde fue encontrado. Es un cráneo intrigante, de frente parece humano (sin la protuberancia de la cara de un chimpancé o gorila) pero por detrás parecidos a los chimpancés con una carcaza cerebral de chimpancé.
Las crestas supraorbitarias están muy desarrolladas, más gruesa aún que las de un gorila, esta es la razón principal por la que se cree que Toumai era hombre. Los dientes son sin embargo parecidos a los humanos, especialmente el grosor del esmalte que está entre el del chimpancé y el nuestro. El foramen magnum (el gran orificio por el que pasa la espina dorsal) está colocada más hacia el frente que la de un chimpancé o gorila, sugiriendo que Toumai era bípedo.
Toumai está datado entre 6 y 7 millones de años, Brunet y sus colegas aseguran que es de mayor antigüedad que Orrorin. Brigitte Senut uno de los descubridores de Orrorin del Museo de Historia Natural de París, ha dicho que Toumai es un “gorila hembra”, mientras su colega Martin Pickford describe los dientes caninos de Toumai como los “típicos largos de un chango hembra”. Otros autores han tratado a Toumai más generosamente.
Podemos terminar momentáneamente esta historia yendo entre 5 y 7 millones de años al pasado en algún lugar de África, cuando los humanos viajeros, peregrinos, disfrutaron de un encuentro con los peregrinos de otra especie. Otras dos especies para ser precisos, los chimpancés peregrinos comunes y los chimpancés pigmeos o bonobos peregrinos. El ancestro común que compartimos con ellos, vivió hace 250,000 generaciones.
La selección natural explica satisfactoria y completamente el origen de las adaptaciones, sus diversos grados y su ocasional fracaso. En cambio no hay evidencias científicas que sostengan la existencia de adaptaciones producidas por un diseñador.
La abrumadora cantidad de datos científicos a favor del hecho de la evolución y en contra de la aceptación literal del relato bíblico del Génesis, ha conducido a la jerarquía de la Iglesia Católica a admitir el mecanismo de la evolución biológica y el carácter alegórico del Génesis. Sin embargo, interpretan que sería la forma como Dios habría creado todo, que la evolución sería una creación continua y se reservan la parcela del alma como algo separadode la evolución.
¡Saquen sus propias conclusiones!
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Si desea saber más sobre el tema existen excelentes y diversos libros, recomiendo uno de Richard Dawkins titulado “El cuento del ancestro: Peregrinación al amanecer de la vida.
De Arsuaga Martínez “The chosen species” The long march for human evolution.
Artículos varios de la Revista de la sociedad española de Biología Evolutiva www.sesbe.org
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