Me dispongo a escribir la presente columna después de haberme clavado por un rato en YouTube con el único fin de encontrar videos que me hicieran reír, ¡y vaya que los encontré!
Pero lo que me sorprende es la cantidad de videos que protagoniza nuestro presidente Enrique Peña (bueno, como diría Brozo: el presidente de todos ustedes), en donde la gran mayoría lo presenta como un mandatario de digamos… poca inteligencia.
Quién no se acuerda de sus derrapadas en aquella Feria Internacional del Libro en Guadalajara, de sus constantes cuatrapeos linguales al tratar de pronunciar palabras difíciles, o de su desastrosa pronunciación del idioma de Shakespeare, el cual seguramente se dio algunas cuantas revolcadas en su tumba después de oír desde el más allá a muestro despistado líder. Eso me hizo preguntarme ¿Cómo será recordado Peña Nieto en el futuro?
Lo pregunto porque sus videos me hicieron recordar a algunos otros de nuestros pasados presidentes, varios de los cuales sufrían de igual manera las mofas de los ingeniosos ciudadanos que inventaban chistes a sus costillas, y que a falta de Internet, se transmitían alegremente de boca en boca en los colegios, en las fiestas, reuniones y en cualquier lugar en donde se congregaran más de dos.
Pero apartándome un poco de lo chusco, me pregunto, y se los pregunto a ustedes también: ¿Cuáles fueron las acciones que marcaron realmente a cada uno de los presidentes que han tenido el honor de gobernar este país?
Me gustaría referirme a los presidentes de medio siglo hacia acá, dado que son con los que de alguna manera he vivido y sufrido.
Seguramente la marca más grande de Gustavo Díaz Ordaz fue aquel 2 de octubre de 1968, la famosa matanza de Tlatelolco, terrible baño de sangre por el que nunca sería castigado.
Qué podemos decir de Luis Echeverría Álvarez, aparte de su gobierno populista y su “¡arriba y adelante!”, mencionaríamos también el comienzo del hiper-endeudamiento del país. Por supuesto no podrían faltar los innumerables chistes aludiendo a su escaso cacumen.
El señor José López Portillo daría mucho de qué hablar, pero lo que desde mi muy personal punto de vista podría destacarse es la fuertísima devaluación del peso, aún cuando el mismo JoLoPo diría que lo defendería como un perro, la corrupción evidente y descarada que se mantiene hasta nuestros días (¿se acuerdan de la Colina del Perro y del Partenón de Durazo?), la supuesta administración de la abundancia por el hecho de haber descubierto enormes yacimientos petrolíferos, abundancia que por cierto los ciudadanos nunca vimos, y por si fuera poco, el constante endeudamiento y la fuga rampante de capitales que dio como resultado la “nacionalización de la banca”.
El señor Miguel de la Madrid Hurtado (en el apellido lleva la casta), con su infame renovación moral, una nueva hiper-inflación, un constante endeudamiento y para colmo, un terremoto que azotó la ciudad de México y en donde el señor no movió un dedo.
Carlos Salinas de Gortari, cómo no recordar su política de neoliberalismo económico, la venta de Telmex a Carlos Slim, de quien se menciona es el socio secreto, el TLC, sus siniestros colaboradores, encabezados por aquel oscuro José Córdoba Montoya (¿dónde estará ahora?), y por supuesto, el funesto “error de diciembre”.
La principal marca de Ernesto Zedillo podría ser su mediocre paso por la presidencia, su enemistad declarada con Salinas de Gortari y el encarcelamiento de su hermanito Raúl, la matanza de Aguas Blancas de la cual aún hoy en día se pide su cabeza. ¿Alguien que pudiera mencionar algo más?
Con Vicente Fox podríamos hablar de algo positivo, como el control de la inflación, la más baja desde 1968, una devaluación mínima en comparación con los años anteriores, y nada más. La corrupción se pasó del lado priísta al panista, el narcotráfico cobró más vuelo, el famoso “comes y te vas” a Fidel Castro y tan tan.
Felipe Calderón me recuerda el montón de muertos y desaparecidos por su “guerra al narcotráfico”, de la que después se desdijo, la violencia se desató por todo el país, la inseguridad permeó en pueblos y ciudades por igual, la fuerte crisis económica del 2008, las muertes de Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora, en sendos accidentes aéreos, perpetrados -según las malas lenguas- por los jerarcas del narcotráfico, y los niños fallecidos en la guardería ABC que aún hoy no reciben la debida justicia.
Y como todavía faltan tres largos años para que termine el sexenio de Don Enrique Peña Nieto, pues mejor me espero porque todavía hay historia por escribirse.
Sí, algunos de los que amablemente me leen me preguntarán: “¿Por qué no menciona las cosas buenas de los presidentes?” Respuesta: Porque no me acuerdo.
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