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Hoy no circulamos (y mañana tampoco)

Como de costumbre, los estoicos ciudadanos, en este particular caso los que vivimos en o alrededor de la conflictiva capital...

7 de abril, 2016

Joaquín Vázquez

Como de costumbre, los estoicos ciudadanos, en este particular caso los que vivimos en o alrededor de la conflictiva capital del país, tendremos que pagar los platos rotos por las ineficiencias, indolencias, ineptitudes y corruptelas de los que se supone nos gobiernan para darnos una mejor calidad de vida y prosperidad. Si, por los mismos que en las épocas electoreras nos prometen ser los indicados para hacer las cosas mejor, nos bajan la luna y las estrellas y nos seducen con sus mejores sonrisas, sus trajes a la medida y sus poses de sabelotodo.

Como de costumbre, cuando algo no sale bien en el país, los culpables somos los ciudadanos, por lo tanto somos nosotros los que tenemos que pagar. Por eso las mujeres que usan vestidos cortos son culpables de la violencia de género en su contra, los que dan mordida son culpables de la corrupción de los honorables servidores públicos que se afanan por servirnos de la mejor manera, y etc. etc.

Ahora, también somos culpables de la grave contaminación que impera en el valle de México y que nos está matando lentamente. Sí, nosotros, por utilizar indiscriminadamente nuestro automóvil, por osar transportarnos en él para llegar a nuestro centro de trabajo. Por eso, tenemos que pagar. De nada sirven los altos costos de utilizar un automóvil, como por ejemplo tener que pagar los varios impuestos que papá gobierno nos cobra por el gran privilegio de poseerlo (ISAN, tenencia, derechos o como gusten llamarles), los altísimos precios de la gasolina de baja calidad que PEMEX nos expende en gasolineras que por lo general nos surten litros de 900 mililitros o menos, de nada sirve tener que soportar a los franeleros que nos cobran sí o sí por el derecho de estacionarnos en las calles que a final de cuentas son nuestras, de nada sirve tener que soportar las extorsiones de los policías por las supuestas faltas que cometemos, o en su caso, a las camaritas que según las malas lenguas, están programadas para tomarnos fotos cada determinado tiempo, seamos o no culpables.

De nada sirve tener que circular en calles llenas de baches y topes, en detrimento de nuestras llantas y suspensiones. De nada sirve tener que viajar con el Jesús en la boca, esperando no ser asaltados por algún robacoches a punta de pistola, así sea a plena luz del día.

No, ahora tenemos que pagar, y muy caro. Y yo me pregunto:

¿Nos proporcionarán las autoridades un transporte público suficiente, digno, limpio, no contaminante, con choferes corteses y educados, respetuosos del reglamento de tránsito? o ¿tendremos que soportar un transporte abarrotado, destartalado, nauseabundo, con choferes suicidas y maleducados? ¿Qué han hecho las autoridades en los casi treinta años de haber implementado el Hoy No Circula para revertir el problema de la contaminación? ¿Qué harán cuando se termine el programa temporal el 30 de junio, y se den cuenta de que no sirvió para nada?

Lo único que me queda claro es que desde hace décadas, los únicos que no circulamos somos los ciudadanos.

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