Creativo y Mentiroso. Así era Steve Jobs. Ahí le va mi reseña de la película que se estrenó el pasado 25 de diciembre titulada simplemente “Steve Jobs”.
La película no es biográfica ni pretende serlo, de hecho comienza justo cuando Steve está por presentar la primera Macintosh de nueva generación y está hablando con el tipo que él mismo puso como presidente de Apple.
La presentación es un éxito… bla bla bla, bla bla bla, bla bla bla.
Perdón por tanto “bla bla bla” pero no se la quiero contar para no arruinarla.
El punto es que a ojos de todo el mundo Steve Jobs fue un genio y a raíz de la primera película, luego de esta y del montón de libros que han sacado sobre él, me puse a investigar.
Steve Jobs no inventó nada. Nunca. Simplemente se aprovechó de los dotes tecnológicos de su amigo Steve Wozniak que era un verdadero genio para armar circuitos y convertirlos en una amigable computadora, mientras que Jobs era un gran decorador. Él decía de qué color quería la computadora y qué tipo de diseño.
Fastidiaba a sus empleados a más no poder para que hicieran productos donde “fueran una extensión de su dueño”, en pocas palabras bien bonitos y que generaran sentido de pertenencia.
Durante la película, también nos muestran cuando Apple corre al mismísimo Jobs y él se va frustrado y enojado. Obviamente, ¡si era la empresa que él creó!
El pequeño detalle es que él estaba tan obsesionado con sacar su súper computadora, que le brincó la prepotencia y dio la instrucción de ocupar los materiales más caros con tal de quedar como un genio. No le salió y hasta le costó el empleo. Obviamente tenía miles de acciones en la bolsa que Apple le dio y el acuerdo de salida fue bastante generoso.
Una vez fuera, creó la más grande mentira del mundo de la computación: “Next”.
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¿Por qué? Vea la película. Solo le puedo decir que lo que usted está viendo en la foto, es un cacharro que no tenía nada por dentro. Fue la estrategia de Jobs de presentar un producto supuestamente superior a los de Apple y que le rogaran regresar a la empresa de Cupertino, California.
Cuando él regresa, ya lo vemos más maduro, acepta por fin ser el padre de una chica de nombre Lisa (así llamó a uno de los modelos de sus computadoras anteriormente: LISA) y empieza con su trabajo habitual: decorador de aparatos.
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Lo que realmente impulsó a Apple y convirtió a Jobs en una figura a recordar, fue su afán de crear cosas nuevas, simples y bonitas dentro del mundo tecnológico sin que él tuviera la menor idea de cómo diablos se hacía.
Dentro de este filme, Jobs pone el ejemplo de una orquesta: hay músicos que ejecutan partituras complicadas y hay un director. Bueno, él es el director, no el músico.
Si esto lo llevamos a mundos más cercanos, le puedo asegurar que un gran porcentaje de las celebridades que hoy conocemos como “genios” son producto de la mercadotecnia, el plagio y los elogios comprados.
¿Sabía usted que existen los “guionistas” o “escritores” detrás de cada programa de TV, película u obra de teatro?
Bueno, normalmente se les ignora como si no existieran. Y es que no conviene: si la gente se entera de que su protagonista favorito no inventa mágicamente sus diálogos, escenas y demás… pues se le cae el teatro.
En países de primer mundo, existen premios a “mejor historia”, “mejor adaptación”, “mejor guion original” y se los otorgan a los escritores merecedores.
Las celebridades internacionales siempre dan las gracias primero a su equipo creativo y los mencionan nombre por nombre antes que a cualquier otra persona.
Bueno, como siempre, estamos en México y lo hacemos a nuestra manera. Aquí lo importante es que la gente piense que todo se hace por arte de magia y la estrella, es la que vemos en pantalla, cuando la realidad es que trae un apuntador donde le están diciendo hasta cómo parpadear. Y a su vez nuestros brillantes guionistas, suelen robarles su material a otros guionistas y es el cuento de nunca acabar. Perdone usted por contarle mis traumas existenciales.
¿Qué tiene que ver con Steve Jobs?
Que precisamente Jobs era un genio de la manipulación y el engaño haciendo creer incluso a su propio amigo Wozniak que Jobs era el brillante. Les hacía creer que sin él, era imposible crear computadoras, celulares y tabletas. Les hacía creer que tenía el toque mágico para hacer de un producto un éxito.
Y sí. Lo que hacía Jobs con sus súper presentaciones era crear una necesidad de consumo. ¿Se acuerda cuando los teléfonos celulares servían para hacer llamadas? Gracias a Jobs, primero fueron teléfonos con reproductores de audio y de ahí para adelante nuestros “smartphones” son todo menos teléfonos.
Lo que nos deja esta película es admirar a Jobs como lo que realmente era sin ponerlo como un dios. Fue un visionario que buscaba cómo encajar en el gusto de la gente a raíz de que sus padres biológicos lo rechazaron. Fue alguien minimalista que siempre buscaba que las cosas fueran prácticas y accesibles para cualquier intelecto pero de forma celosa, que no fueran compatibles con ningún otro aparato con el afán de eliminar a la competencia.
Fue alguien que daba las ideas pero no sabía desarrollarlas, sin embargo, eran enormes ideas. Tenía un gran carisma para hablar en público y le podía vender lo que fuera a quien fuera. También fue alguien déspota, soberbio y necio. Alguna vez dijo: “yo soy quien le dice al público qué es lo que necesita”.
Y sí, apenas anuncian el iPhone 1, 2, 3, 4, 4s, 5, 5s, 6, 6s, 6s plus y hay gente que se queda a dormir afuera de las tiendas Apple dos días antes para ser los primeros afortunados compradores de estos dispositivos a un precio muy elevado.
El producto más cercano que se le puede atribuir como invento es el iPod. Él odiaba los reproductores portátiles de casete o de CD y le prometió a su hija que haría un aparato donde cupieran 500 o 1000 canciones justo dentro de su bolsillo.
¿Ve? Hasta sonó bonito. Jobs sabía cómo crear una necesidad a partir de una innovación y que estéticamente llamara nuestra atención.
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Lo que le voy a contar no sale en la película, así que no se preocupe: lo que lo mató no fue el cáncer sino su necedad. Antes de aceptar cualquier tratamiento, quiso irse con una dieta vegana (a raíz de que cuando era joven fue un hippie que amaba todo lo natural, ya que trabajó en un campo de cultivo de manzanas) y ni siquiera aceptó una donación de una parte de hígado que su amigo y presidente de Apple Tim Cook le ofreció.
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Así suelen ser los genios.
Le recomiendo mucho que vea la película; pero no en un afán de nombrarla como la mejor del año o que vaya a ganar mil premios. De hecho si sobrevive a los primeros 20 minutos de la misma, ya la hizo. Es para conocer un poco más de este personaje, admirarle sus virtudes pero no endiosar todo lo que hacía y no endiosar a los que hoy creemos que son unos genios, ya que siempre hay historias detrás de ellos.
Ojo: no le critico si tiene todos los productos Apple habidos y por haber. Es más, a mi lado tengo mi súper iPad porque me encanta. Los nuevos iPhones están padrísimos y las computadoras de Mac, también. Mi punto es que si vamos a consumir algo, de menos saber de dónde viene o por qué nos está llamando la atención, ¿no cree?
¿Le echo a perder la endiosada imagen que tenemos de Bill Gates, “creador” de Microsoft? Bueno, ahí le va… Bill Gates le robó un sistema operativo a Steve Wozniak (el amigo de Jobs) cuando el mismísimo Gates trabajó para Apple y se dio cuenta de que la interfaz gráfica estaba muy bien hecha a base de ventanas. Wozniak programó esa interfaz, Jobs se la adueñó para instalarla en sus productos y Gates se la robó para llamarla “Microsoft Windows”, se la vendió a IBM y a cuanta compañía hace computadoras personales y hoy es el sistema operativo número uno del mundo, mientras que Gates nada y nada en dinero. ¿Gates es un genio? ¡Toing!
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febrero 27, 2017