El día de ayer, quedará marcado en la historia como el día que el pueblo de México, aceptó un discurso plano, sin explicaciones, sin cómos y le entregó a Andrés Manuel López Obrador un cheque en blanco para llevarnos por los próximos seis años a un lugar incierto. No sabemos si al despeñadero o a la creación del país menos corrupto del mundo.
Muchas fuimos las voces que rogábamos: Vean a Venezuela; escuchen los discursos de Chávez y Maduro y vean las similitudes con el discurso de López Obrador, pero no, el pueblo de México dijo: AMLOVE no es Chávez ni los mexicanos somos venezolanos. ¿Error?, sólo el tiempo lo dirá.
Pero ¿qué llevó a López Obrador a contar con los niveles de aceptación a los que llegó?, para mí hay dos respuestas, dos porqués:
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Jamás en la memoria de los que votamos ayer, había existido un gobierno tan corrupto como el que saldrá el 30 de noviembre. No hubo medida, robaron sin recato cantidades ofensivas, métodos inimaginables, con una desvergüenza que como pueblo, avergüenza.
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López Obrador no sabe hablar, pero supo leer muy bien y leyó el hartazgo del pueblo por ver cómo sus gobernantes (de todos los niveles de gobierno; de todos los colores), se lanzaban como animales hambrientos sobre los dineros de las arcas públicas, sin el menor asomo de hambre satisfecha, sin medida.
Y es ésto lo que López Obrador leyó muy bien. Por eso su discurso nunca pasó de: Voy a acabar con la corrupción. Nunca necesitó decir nada más. Ni el cómo –¿acaso sus seguidores de verdad creerán que con su simple ejemplo será suficiente?-, ni a dónde va a llevar a México.
¿Cómo se va a acabar con la inseguridad? – Acabando con la corrupción. ¿Cómo se acabará con el analfabetismo? – Acabando con la corrupción. ¿Cómo se acabará con el crimen organizado? – Acabando con la corrupción.
¿Cómo se acabará con la pobreza, la desigualdad, la intolerancia, la abulia, etc, etc.? – Acabando con la corrupción. El remedio nunca varió, aunque las formas siempre dependieron del auditorio.
Anoche volvió a lo mismo de siempre: Doble discurso. Uno mesurado, bien escrito para los medios y otro en el zócalo, ante sus seguidores, en donde empezó a repartir el dinero.
El cheque en blanco, no sólo lo firmamos dándole la mayoría en ambas cámaras, no, es muy probable que muchos legisladores del PRI, PRD, VERDE, se pasen a las filas de MORENA y con ellos, terminar de una vez por todas con lo que tanto nos ha costado construir: UNA DEMOCRACIA, UN FUTURO.
Y hay varios culpables de este –espero equivocarme- probable entierro de nuestra democracia: El PRI con Enrique Peña Nieto, por encabezar desde un gobierno voraz, la corrupción más grande de nuestra historia reciente, a José Antonio Meade Kuribreña y Ricardo Anaya Cortés, por no haber comprendido que el verdadero enemigo, no eran ellos mismos, sino que estaba en la acera de enfrente y se llamaba Andrés Manuel López Obrador, y no fueron capaces de hacer a un lado su egoísmo y nunca hicieron nada para unirse en un frente común contra lo que se nos avecinaba. No, el primero, permitió que dirigieran todas las armas del gobierno para acabar con Anaya, para minar su imagen e impedir que creciera y “le quitara” la posibilidad de llegar a ser el sucesor que tanto necesitaba el PRI y el segundo, destruyó al partido que terminó postulándolo. Ahogó a una figura que hace un año, estaba por encima de López Obrador: Margarita Zavala. Con la misma actitud que él mismo critica en López Obrador, se hizo con la dirección y el futuro del PAN y lo hizo añicos, y desde ese éxito de ser capaz de unir a partidos tan distantes en sus postulados como son PAN, PRD y MC, creyó que sería suficiente para arrasar con su rival, sólo que en lugar de ver al verdadero blanco contra el que debía de ir, se fue con el señuelo que le puso enfrente el gobierno y dirigió durante mucho tiempo, toda la artillería contra éste, olvidando que su meta a vencer a AMLO.
Y ahora, ¿qué nos queda? Estamos en manos de una persona que hasta la fecha no ha demostrado tener nada que no sea un ansia de poder, que a la hora de que pruebe las mieles del mismo, no sabemos si se resistirá a la tentación de dejarlo en seis años. Si acepta irse en el tiempo legal, ¿qué país nos dejará?
Sin lugar a dudas, ayer se le entregó un cheque en blanco y ahora estamos en manos de Dios. Y que no lo escondo, ayer voté y lo hice por Anaya.
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