El 11 de febrero pasado, Fátima Aldrighetti, de 7 años, fue secuestrada al salir de su escuela, en la colonia Santiago Tulyehualco, en Xochimilco. El domingo pasado fue hallado su cadáver dentro de una bolsa de basura en Tláhuac. De acuerdo con algunos reportes, fue torturada antes de morir.
Este asesinato viene a empeorar el de por sí mal ambiente que hay en toda el área Metropolitana de la Ciudad de México, ya que los municipios conurbados del Estado de México y la CDMX ocupan el segundo y tercer lugar, después de Veracruz, en cuanto al número de feminicidios perpetrados en 2019.
Al ser cuestionado ayer sobre el asesinato de Fátima, el presidente Andrés Manuel López Obrador contestó así: “Es muy lamentable que esto suceda y desde luego estamos haciendo todo lo que nos corresponde para evitarlo”.
Acto seguido, procedió a explicar por qué, según él, se están cometiendo tantos asesinatos: “ … se cayó en una decadencia, fue un proceso de degradación progresivo que tuvo que ver con el modelo neoliberal… son crímenes que tienen que ver con odio, crímenes que tienen que ver con problemas sociales, problemas familiares, es una enfermedad social… no produjo el neoliberalismo una crisis, produjo una decadencia, algo que atañe a todos los órdenes de la vida pública, no sólo es crisis económica, no sólo es crisis de bienestar social, es crisis de pérdida de valores”.
Después de 445 días de estar gobernando al país, Andrés Manuel insiste en que las altas tasas de criminalidad se deben a las políticas neoliberales que se aplicaron del 1 diciembre de 1982 al 31 de noviembre de 2018, que solo cuando haya “haya bienestar material y bienestar del alma” se resolverá la situación, y que ni los policías ni las cárceles, ni las amenazas de mano dura servirán de gran cosa.
Si el problema de la inseguridad solo se resolverá, como lo asegura AMLO, cuando el país se haya regenerado y haya “bienestar material”, resignémonos a seguir viviendo con miedo, porque tendrá que pasar mucho tiempo para que alcancen ese bienestar casi 54 millones de mexicanos que hoy son pobres.
La baja brasileña se debe a que gran parte de las 27 entidades federativas adoptaron nuevas políticas de seguridad, los miembros de organizaciones criminales fueron enviados a cárceles federales, se incrementó el número de policías y militares, se mejoró la cooperación y el intercambio de inteligencia entre las policías estatales y la federal, se recobró el control de las cárceles estatales, se mejoró la recopilación de datos, el mapeo de delitos en tiempo real y la capacitación y coordinación policiales.
Y todo lo anterior sin que un número significativo de brasileños pobres lograra acceder al bienestar material.
Es decir que sí se pueden disminuir las tasas delincuenciales sin tener que esperar a que la pobreza disminuya significativamente.
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