Al morir en 1996, a los 62 años, el astrónomo, escritor y divulgador científico Carl Sagan dejó un impresionante legado: más de 20 libros y una serie de TV, Cosmos: Un viaje personal, que desde 1980 ha sido vista por más de 500 millones de personas.
Su penúltimo libro nos permite entender mejor el origen de tantas estupideces y absurdos que hoy vemos cotidianamente.
En The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark (Random House, New York 1995), Sagan explica qué son el método científico y el pensamiento crítico que debemos utilizar para saber diferenciar la ciencia de la pseudociencia. La traducción española apareció en 1997: El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad (Planeta, Barcelona).
Sagan predice, con precisión, el mundo en que hoy vivimos:
“Preveo cómo será EEUU en la época de mis hijos o nietos: será una economía de servicios e información; casi todas las industrias manufactureras clave se habrán desplazado a otros países; los temibles poderes tecnológicos estarán en manos de unos pocos y nadie que represente el interés público podrá siquiera entender los asuntos importantes; la gente habrá perdido la capacidad de establecer sus prioridades o de cuestionar con conocimiento a los que ejercen la autoridad; nosotros, aferrados a nuestros cristales y consultando nerviosos nuestros horóscopos, con las facultades críticas en declive, incapaces de discernir entre lo que nos hace sentir bien y lo que es cierto, nos iremos deslizando, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad”.
Para llegar a tal presagio describe lo que sucedía a fines de la década de los 90:
“La estupidización de EEUU se hace evidente, principalmente, en la lenta decadencia del contenido de los enormemente influyentes medios de comunicación, los segmentos de sonido de treinta segundos (ahora reducidos a 10 o menos), el nivel ínfimo de la programación, las crédulas presentaciones de pseudociencia y superstición, pero sobre todo, en una especie de celebración de la ignorancia. En estos momentos, la película en vídeo que más se alquila es Dumb and Dumber. Beavis y Butthead siguen siendo populares (e influyentes) entre los jóvenes espectadores de televisión. La moraleja más clara es que el estudio y el conocimiento —no sólo de la ciencia, sino de cualquier cosa— son prescindibles, incluso indeseables”.
Y advierte:
“Las consecuencias del analfabetismo científico son mucho más peligrosas en nuestra época que en cualquier otra anterior. Es peligroso y temerario que el ciudadano medio mantenga su ignorancia sobre el calentamiento global, la reducción del ozono, la contaminación del aire, los residuos tóxicos y radiactivos, la lluvia ácida, la erosión del suelo, la deforestación tropical, el crecimiento exponencial de la población. Los trabajos y sueldos dependen de la ciencia y la tecnología”.
Leer a Sagan permite entender, entre muchas otras cosas, por qué casi el 25% de la población de EEUU y Europa Occidental rechazan las vacunas contra el COVID-19.
Los absurdos que hoy vemos y los problemas que ocasionan no son casuales, sino el resultado de décadas de estupidización. Si no, ¿cómo explicarnos que las opiniones de charlatanes youtuberos influyan más que las de científicos reconocidos?
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