Leí lo siguiente hace unos días en el diario estadounidense The Washington Post: “Los Países Bajos producen 4 millones de vacas, 13 millones de cerdos y 104 millones de pollos al año y son el mayor exportador de carne de Europa. Pero también proporcionan verduras a gran parte de Europa occidental. El país tiene casi 97 kilómetros cuadrados, casi el doble del tamaño de Manhattan, de cultivos que crecen en invernaderos. Estos invernaderos, con menos fertilizante y agua, pueden crecer en 0.4 hectáreas lo que se necesitaría para lograr 4.0 hectáreas de cultivo de tierra tradicional. Las granjas holandesas usan solo 1.9 litros de agua para cultivar alrededor 450 gramos de tomates, mientras que el promedio mundial es de más de 106 litros”.
Bajo el título “La tecnología de vanguardia convirtió a este pequeño país en un importante exportador de alimentos – Los Países Bajos han utilizado los avances en la agricultura vertical, la tecnología de semillas y la robótica para convertirse en un modelo mundial”, la reportera Laura Reiley explica detalladamente qué es lo que hizo el país europeo después de que, hace 20 años, decidió producir “el doble de comida usando la mitad de recursos” para poder alimentar a su población de 17 millones de personas.
Riley señala que “El país, que es un poco más grande que Maryland, no solo logró esta hazaña, sino que también se convirtió en el segundo mayor exportador mundial de productos agrícolas por valor, detrás de Estados Unidos. Quizás aún más significativo frente a un planeta que se calienta: se encuentra entre los mayores exportadores de tecnología agrícola y alimentaria. Los holandeses han sido pioneros en la carne cultivada en células, la agricultura vertical, la tecnología de semillas y la robótica en el ordeño y la cosecha, encabezando innovaciones que se centran en la disminución del uso de agua, así como en la reducción de las emisiones de carbono y metano”.
La importancia de la investigación y desarrollo para producir más alimentos con mayor eficiencia se explica, en parte, a que 15 de las 20 empresas agroalimentarias más grandes (Nestlé, Coca-Cola, Unilever, Cargill y Kraft Heinz) tienen importantes centros de investigación y desarrollo en los Países Bajos.
Las empresas holandesas están entre los principales proveedores mundiales de semillas para plantas de ornato y hortalizas. Otras se han vuelto líderes mundiales en el diseño y operación de granjas cubiertas hechas a la medida o “unidades de producción de plantas”. Estas unidades usan energía solar, que es gratuita, y son capaces de controlar cada variable con el fin de obtener el mayor rendimiento de manera constante.
Un creciente volumen en la producción de alimentos vegetales y animales se tradujo en una mayor exportación de estos productos. En 2021, las exportaciones agrícolas holandesas fueron de poco más de 108 000 millones de dólares. Lo más asombroso es que desde 1995 la producción agrícola de los Países Bajos aumentó 20% utilizando menos fertilizantes y sin que se incrementara de manera importante el consumo de energéticos fósiles.
El caso holandés debería ser estudiado por los encargados de promover la producción de alimentos en nuestro país. Podrían aprender algo.
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