Muchos pensamos que el peso se iba a desplomar cuando Donald Trump desató su nueva guerra arancelaria. Era lógico suponerlo: amenazas de tarifas del 25% a los autos, aguacates y demás productos mexicanos deberían haber puesto el dólar en 24 pesos o más. Pero no. La moneda mexicana se fortaleció y, contra todo pronóstico, hoy está por debajo de los 20 pesos por dólar. ¿Qué ocurrió?
Primero, la presidenta Claudia Sheinbaum actuó con inteligencia y prudencia. Trump, en su estilo pendenciero y abusivo, presionó: “Pongan orden en la migración o les cobro más caro por exportar a mi país”. La presidenta respondió con un movimiento estratégico: desplegó a 10,000 guardias nacionales en la frontera sur para impedir el flujo de migrantes y drogas hacia Estados Unidos. Trump, que negocia a base de amenazas pero también sabiendo cuándo ceder, retrocedió.
Segundo, el dólar se debilitó frente al peso, el yen y el franco suizo, entre otras monedas. Trump no solo se pelea con México; también con China, Canadá y la Unión Europea, y estos pleitos generan un panorama incierto que causa que el dólar pierda fuerza. No es casualidad que el peso haya empezado a ganar terreno el 7 de marzo, justo cuando el dólar empezó a mostrar señales de debilidad.
Tercero, México no se quedó de brazos cruzados. Aunque más del 80% de sus exportaciones van a EEUU, la presidenta ha insistido en que es necesario diversificar sus mercados y reducir esta dependencia. Dentro del país, ha tomado medidas para controlar la inflación y mantener la estabilidad económica. El mensaje a los inversionistas es claro: México está fortaleciendo su economía y trabaja para no depender de una sola relación comercial. Los inversionistas internacionales, siempre en busca de certidumbre, vieron en México un socio confiable. Resultado: confianza en el peso.
Cuarto, y esto es lo más importante de todo: las tasas de interés mexicanas siguen siendo muy atractivas. Hoy, quien presta dinero al gobierno mexicano a través de instrumentos como los Cetes obtiene un 9.5% de rendimiento. ¿Cómo se compara con otros países? EEUU paga 4.5%, Europa 2.65% y Japón apenas un 0.5%. En el G20, solo cuatro países superan a México en tasas. Esto hace que los inversionistas tomen dinero barato en lugares como Japón o en otros países con bajas tasas y lo traigan a México, donde la ganancia es mucho mayor. Para comprar Cetes, necesitan pesos, así que cambian dólares y fortalecen nuestra moneda.
En resumen, el peso está fuerte porque Claudia Sheinbaum calmó a Trump, el dólar se tambaleó, las altas tasas de interés atrajeron capitales y la economía mexicana no dio signos de colapso. Sin embargo, esto puede cambiar rápido. Si el 2 de abril Trump impone un arancel del 25% a todas las importaciones de México, además del que ya impuso el miércoles pasado al acero y aluminio, o si los inversionistas perciben riesgos, esos mismos capitales pueden salir disparados y la historia será otra. El mercado ya lo demostró: el 4 de marzo, con la incertidumbre inicial, el peso se depreció a 21 por dólar. Pero cuando quedó claro que México resistía, los especuladores corrigieron y la moneda recuperó terreno. Por hoy, 17 de marzo, el peso es fuerte.
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