Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, dijo esto el 16 de abril al referirse al Covid-19: “El 0.5% de la población tendrá algún tipo de síntomas de la población mexicana total. (La gran mayoría) desarrollará inmunidad sin saber que estaban infectados”. Lo mismo ha dicho antes y después de ese día y quien lo dude que lo consulte vía Google.
El 24 de abril, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que “… ningún estudio ha evaluado si la presencia de anticuerpos al SARS-Cov-2 (nuevo coronavirus) confiere inmunidad frente a una futura infección por este virus en los seres humanos”. Otros han afirmado lo mismo.
Lo anterior es un ejemplo, de muchos, en donde López-Gatell contradice lo que no solo afirman la OMS, otras instituciones internacionales y médicos epidemiólogos, infectólogos, virólogos, neumólogos, intensivistas e internistas mucho más afamados y experimentados que él.
El hombre que era un burócrata de medio pelo antes de que el presidente Andrés Manuel López Obrador lo pusiera a cargo de combatir la pandemia de Covid-19, decidió hace meses quedar bien con su jefe y no con los millones de mexicanos que por su cargo y juramento hipocrático debería proteger contra el nuevo coronavirus.
Confieso que López-Gatell me dio una buena impresión durante sus primeras participaciones en las conferencias matutinas de Andrés Manuel. Al principio, este médico de 51 años aparentemente era un vocero eficaz y creíble del gobierno federal y de la Secretaría de Salud.
Sin embargo, la buena impresión se esfumó el 16 de marzo, cuando el subsecretario hizo gala de un servilismo, que supuestamente ya no existiría en el gobierno de la Cuarta Transformación, al decir lo siguiente sobre el riesgo de que su jefe enfermara de Covid-19:
“… casi sería mejor que padeciera coronavirus, porque lo más probable es que él en lo individual, como la mayoría de las personas, se va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune y entonces ya nadie tendría esta inquietud sobre él”.
Ese mismo día, López-Gatell, también en contra de lo que recomiendan la OMS y otras instituciones, se opuso a las pruebas para detectar el Covid-19 porque: “No tiene sentido, así no funciona la vigilancia epidemiológica y así no funciona la atención de la salud (…) esta prueba no es una prueba para uso clínico, una persona que tenga los síntomas, que tenga la enfermedad, no sirve de nada saber si es positivo o negativo. Porque la atención médica de una persona con COVID, la enfermedad que produce el nuevo coronavirus es exactamente igual se sepa que tiene o que no tiene el virus”. ¿Exactamente igual?
El gris funcionario venido a más también se opuso al distanciamiento social mientras su jefe sugiriera que nos diéramos besos y abrazos y, aparentemente, sigue sin creer en la utilidad de que todos usemos un cubrebocas para protegernos y proteger a otros.
El tiempo siempre se encarga de poner a todos en su lugar y por ello, tarde o temprano, López-Gatell y quienes no estamos convencidos de su actuación, seremos ubicados en donde nos corresponda.
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