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El disparate de Álvarez-Buylla

El 16 de julio de 1969 partió hacia la Luna la misión espacial estadounidense Apolo 11. Cuatro días después, el módulo lunar Eagle se desprendió...

22 de julio, 2019

Eduardo Ruiz-Healy

El 16 de julio de 1969 partió hacia la Luna la misión espacial estadounidense Apolo 11. Cuatro días después, el módulo lunar Eagle se desprendió de la nave Columbia y aterrizó al sur del Mar de la Tranquilidad. Seis horas después, a las 2:56 (UTC) del 21 de julio, Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en pisar la superficie lunar. Minutos después, Buzz Aldrin sería el segundo.

Para que, como dijo Armstrong, se diera “un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”, la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, por sus siglas en inglés) creó tecnologías que, al adaptarse a usos civiles, transformaron nuestra manera de vivir.

Estos son algunos de los productos que surgieron gracias al Apolo 11:

El microchip.
Herramientas inalámbricas.
Escáner CAT para detección de cáncer.
Termómetro de oído.
Alimentos liofilizados.
Aislantes.
Frenos correctores o brackets invisibles.
Joystick.
Espuma de memoria.
Televisión satelital.
Lentes resistentes a rayaduras.
Plantillas de calzado deportivo.
Detector de humo.
Traje de baño Speedo.
Filtro de agua.
Miniaturización.
Cohetes capaces de colocar en órbita a satélites geosíncronos.
Paneles solares.
Fibra resistente al fuego.
Materiales súper ligeros compuestos de aluminio.
Sensores de movimiento.
Sismógrafos.
Monitores cardiacos.
Desfibriladores miniaturizados implantables.
Relojes de cuarzo.
Aspiradora inalámbrica.
Procesamiento digital de imágenes.
GPS.
Purificadores de aire.
Eliminadores de aromas.
Pinturas y espumas ininflamables.
Fibras sintéticas.
Trajes enfriados por líquido utilizados por pilotos de carreras y bomberos.
Textiles de polímeros.
Cascos de seguridad para ciclistas.
Baterías de litio.
Tecnología láser para el escaneo de fotografías y en los sistemas de captura de huellas dactilares.
Sistemas de seguridad con rayos X.
Fibra de vidrio cubierta de teflón.
Manta isotérmica.
Red mundial de transmisión de datos.
Amortiguadores de edificios para absorber ondas sísmicas.
Telemetría médica.
Balsas autoinflables.
Pilotaje por cable o por mandos electrónicos (en inglés: Fly-by-wire o FBW).
Máquina para la diálisis renal.
Cámara fotográfica para celulares.
Cámaras GoPro.
Detector de gases peligrosos.
Mejoras en lubricantes.

Desde su fundación en 1958, la NASA ha generado más de 6 300 tecnologías que hoy se usan cotidianamente.

Por todo lo anterior es sorprendente que el 5 de mayo de 2015, en una conferencia que dio en San Cristóbal de las Casas la bióloga María Elena Álvarez-Buylla, al participar en el Seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, organizado por el EZLN, afirmara que “La ‘ciencia occidental’ ha producido los avances más deslumbrantes y, a la vez, más inútiles, como la llegada a la luna”.

Más sorprendente aún es que quien dijera tal disparate sea hoy la directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), el organismo público cuyo objeto es “articular las políticas públicas del gobierno federal y promover el desarrollo de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación”.

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