En las últimas semanas hemos visto cómo pasamos del movimiento frenético “imparable” al frenesí del confinamiento y la distancia social (física).
No puedo evitar preguntarme cómo sería el escenario si el virus que hoy reina mundialmente, fuera un virus de computadora que le hubiera puesto un alto total a la comunicación cibernética… La primera y más rápida respuesta sería decir que habríamos caído en la “incomunicación”… aunque tal vez habría ocurrido todo lo contrario.
Si de pronto los celulares dejaran de funcionar, nos veríamos obligados a escuchar a quienes se encuentran a escasos metros de nosotros. Podríamos ver por dónde caminamos; las distracciones desaparecerían cediendo su sitio a la posibilidad de reconocernos y redescubrirnos. Donde existe el concepto de “los demás”, y nos creemos separados de “los demás”, no hay comprensión posible y nadie escucha a nadie.
¿Tenemos miedo?
Yo creo que sí.
¿Miedo a qué?
¿A la muerte?
¿A la vida?
Creo que la incertidumbre y la confusión, la falta de credibilidad, se agravan haciéndonos sentir que el mundo se aleja de nosotros, mientras estamos confinados, aislados, indefensos.
Confinamiento no tiene por qué ser lo mismo que estar aislados.
Mientras los aviones y los barcos no pueden navegar, tenemos la posibilidad de viajar libremente; viajar hacia dentro de nosotros mismos y acercarnos a distancias tan remotas… de unos pocos metros. Estar físicamente acompañado no necesariamente quita el sentimiento de soledad.
Cuando el ser humano está, como hoy en dia ocurre cada vez más, aislado de sí mismo, por estar siempre distraído en el afuera, abunda la soledad verdadera. Es un sentimiento de que “algo falta”, una especie de vacío y un sentimiento de estar desarraigado, no encontrar la paz, andar sin rumbo.
Buscamos en los demás un ancla, un bote salvavidas que nos saque de nuestra soledad. Y por ello, a veces haríamos muchas cosas, con tal de gustar y pertenecer, perdiéndonos a nosotros mismos más y más. Creemos que lo que nos falta es el otro, cuando en realidad de quien estamos distanciados es de nosotros mismos, lo que hace casi imposible llegar a una cercanía verdadera con otra persona. Es por tanto, un círculo vicioso.
La situación global que vivimos nos ha cambiado la perspectiva. Es una oportunidad para salir del “piloto automático” y volver a navegar nosotros mismos la nave de nuestra vida, apreciando lo que sí tenemos y recordando los valores más altos de nuestra alma, preguntándonos si el rumbo que estaba tomando nuestra vida, es lo que verdaderamente queremos.
Es una oportunidad para ser buenos con nosotros mismos, tratarnos como si fuéramos nuestro propio mejor amigo. Para ayudarnos mutuamente, usando nuestros dones únicos y personales.
Soy consciente de la forma como el miedo ha ido creciendo ante el diluvio de noticias contradictorias, que nos hacen sentir que nada podemos hacer. La confusión reina porque no sabemos a quién creer, qué esperar. Pero olvidamos que tenemos una fuente fidedigna y confiable siempre a nuestra disposición: nuestra propia intuición.
Para mí como facilitadora de psicoterapia Rogeriana (1), esta situación es una oportunidad de ayudar con lo mejor que yo pueda, escuchando y tratando de comprender.
Conforme han ido pasando las semanas de emergencia sanitaria mundial, ha ido creciendo la necesidad de responderle a una voz de búsqueda que pregunta:
¿Hay alguien ahí?….
Sí, sí hay alguien aquí.
Quien puede hacerse escuchar, y quien trata de comprenderle, nos ayudamos mutuamente.
A partir de hoy, en este espacio, ESCUCHAR Y COMPRENDER, trataré de responder a quienes se acerquen con sus inquietudes. Para ello pongo a su disposición mi correo electrónico: [email protected].
Las respuestas las compartiré aquí, sin revelar la identidad de persona alguna. Aunque vivo en Alemania, me coordino con los horarios de México, entre otras razones, porque tengo familia y amistades allá.
Para quien quiera hacerse escuchar, estoy aquí para tratar de comprender y ayudar.
………………..
Psicoterapia humanista de enfoque centrado en la persona, método desarrollado por Carl Rogers. Diplomada en el Instituto de Gestalt de Cuernavaca, Mexico. Con cursos de perfeccionamiento en escuela PSIAM Akademie, Bodman – Ludwigshaffen, Alemania.
Mail: [email protected]
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