Hay de pandemias a pandemias… (1)
Hola Mario,
¡Te felicito!
Qué bueno que has decidido dejar de fumar.
Si me pides un consejo, como alguien que lo ha hecho tambien, empezaría diciendo que es cuestión de amor propio, definitivamente.
Yo dejé de fumar hace 22 años aproximadamente, y ni un solo día me he arrepentido de mi decisión. De verdad. No lo extraño nada.
Me gustaba fumar, lo disfrutaba, pero llegó un punto en que me estaba hartando de los “efectos secundarios”. Me daba cuenta de que mi ropa, mi cabello, mi aliento, impregnados de alquitrán, no eran muy agradables que digamos… y si yo misma lo notaba, ya me imagino como habrá sido percibido por otras personas que no tenían ese hábito.
Apestar a ese grado no solamente no era sexy ni atractivo, sino repelente. Ese fue el sentimiento preliminar que fue preparando el terreno para mi decisión.
Lo que me hizo dar finalmente el paso, fue que el novio de mi mejor amiga, (que estudiaba medicina) coloquialmente en una reunión, me explicó con detalle lo que sucede en los pulmones y con todo el organismo cada vez que le das el golpe al cigarro. Eso de dar el golpe, nunca mejor dicho, nada más que el golpe que das no es al cigarro, ¡sino a tus pulmones!
Eso me abrió los ojos.
Me dio tristeza pensar que yo misma le hacía eso a mi cuerpo, sin ninguna razón lógica. Comencé a pensar que en mi familia hay antecedentes de cáncer.
¡Para que jugármela! ¿Qué necesidad tenía yo de meterle veneno a mi hermoso cuerpo dañándolo a propósito?
Decidí dejarlo para siempre, poniéndome una fecha limite tajantemente, pero siempre con la consciencia de que no es una obligación, ni un sacrificio; sino al contrario, una recompensa que me doy, aunque al principio no lo parezca.
Sabiendo que es una decisión propia que hago, nadie me obliga. Y lo hago porque me quiero dar algo invaluable y bueno: salud.
Nadie sino yo soy responsable de cuidar el don extraordinario de mi vida.
Tenía 24 años; a pesar de mi juventud, ¡no podía subir un paso peatonal sin quedarme toda sin aliento!
Soy de la opinión de que dejarlo “poco a poco” no funciona. Anteriormente lo había intentado, pero si siempre estas esperando el siguiente cigarro, solamente se alarga la”agonía” y corres el riesgo de recaer. Porque todavía lo estás viendo como un valor importante en tu vida, no lo has soltado. Y, al disminuirlo, solamente lo hará más atractivo.
En cuanto decidí 100% que quería liberarme, me liberé.
Fue realmente fácil a final de cuentas. De verdad no sufrí.
Para mí no existía la vuelta atrás.
Noté súper rápido los beneficios de mi decisión.
¡Los pulmones se regeneran agradecidos!
Sentía de pronto más energía, era la energía que tenía de sobra, pero que estaba siendo malgastada en fumar.
¡Mi condición física regresaba!
Mi piel estaba más tersa y vital.
Mejoró mi digestión y pude dejar de preocuparme por tomar mentitas o cualquier otra cosa, para tener buen aliento.
Comprobé que la dependencia física era lo de menos; en realidad pasa muy rápido. El chiste es estar realmente consciente de querer dejarlo y ayudarse con estrategias.
Mascar chicle me ayudó mucho con la ansiedad.
Las únicas ocasiones en que arreciaban las ganas de fumar era cuando otros lo hacían. Se salían (por ejemplo) a fumar y era una cosa social; me daba ansiedad “no pertenecer”. También esto se pasó rápido porque decidí que ¡qué importa!
Cada quién es libre de hacer lo que quiera. No tengo que dañar mi cuerpo ni asfixiarme con humo con tal de ser considerada “cool”. De hecho creo que saludable es el nuevo “cool”.
Por último, quiero decirte: no lo tomes como un esfuerzo, ¡tómalo como una aventura! Descubre quién puedes ser sin el cigarro.
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Ahora que la pandemia del Coronavirus nos tiene de cabeza, merece la pena darle un vistazo a las cifras de la pandemia del tabaco.
Según datos de la OMS, en 2017 el tabaco mató a 3, 3 millones de fumadores y de personas expuestas al humo ajeno (Second hand smokers).
1.5 millones murieron de enfermedades respiratorias crónicas asociadas al tabaquismo.
1.2 millones fallecieron victimas de cáncer (traqueal, bronquial y pulmonar).
Más de 60 000 menores de cinco años mueren de infecciones de las vías respiratorias causadas por el humo ajeno (Second hand smokers).
Estas cifras rebasan incomparablemente las estadísticas mortales del coronavirus.
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