La estatua de arena 

Un sabio observaba dos estatuas: una de arena y una de mármol. La primera estaba forjada con arena del mar, agua salada y solamente las manos desnudas del artista, la escultura imitaba el brillo del oro cuando los rayos del sol la iluminaba. La otra estaba esculpida en un gran trozo de mármol cuya singularidad es difícil de encontrar por tamaño y belleza, moldeada a cincel y martillo pulida con piedra y arena. 

Pensó sin duda que ambas poseían una belleza singular. Pasaron unas horas y la estatua de arena con el calor de la playa comenzó a perder el brillo, pues el gua de sus paredes se había evaporado, más tarde sopló el viento y terminó por destruirla; mientras la de mármol, al paso de la corrosión del viento y la brisa del mar conseguía brillar con más firmeza.

El sabio reflexionó al ver semejante situación  y las comparó con la vida de las personas. Concluyó de esta manera: 

La vida fácil brilla como el oro, sin embargo, no tiene su mismo valor, pues no hubo gran esfuerzo en construirla, más que el ingenio efímero de quien la diseñó. La segunda se forjó golpe a golpe, en cada gota de sudor dejó su huella, pero no solo eso, también se empeñó en buscar el mármol de mayor tamaño y belleza para darle forma. Una vida sencilla es muy atractiva, pero al primer obstáculo se desmorona; una vida elegida con cautela y firmes convicciones puede estar llena de obstáculos, pero al final el esfuerzo y el deseo logran esculpir vidas prósperas e inquebrantables. 

Así que cada que pienses que la vida es dura recuerda que el mármol es único y solo brilla cuando es moldeado a cincel y martillo, dejando al final una pieza de arte que trascenderá al paso de los años.

“ESTA ES LA NATURALEZA DE MI SER”.

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