Disparidad de género, problema cultural o de educación

Durante las últimas semanas el tema de la misoginia ha estado presente en la opinión pública...

10 de noviembre, 2016

Durante las últimas semanas el tema de la misoginia ha estado presente en la opinión pública a raíz de los comentarios ofensivos de Donald Trump respecto de las mujeres. En nuestro país, el caso de la mujer golpeada en una taquería en Querétaro ocasionó repudio generalizado de la población. Incluso a fines de octubre los medios de comunicación anunciaron que México había avanzado del lugar 75 (de 115 países) en 2006, al 66 (de 144 países) en 2016, según el Reporte global de paridad de género del Foro Económico Mundial.

Lo anterior, junto con un mayor número de mujeres en puestos directivos y en política, podría dar la impresión de que el machismo y la misoginia comienzan a ser cosa del pasado. Sin embargo, la realidad es otra.

La mejora en el ranking de México se explica por una paridad en el acceso a educación y servicios de salud entre hombres y mujeres (ver Tabla 1). Pero, según el citado estudio, las mexicanas no ganamos ni la mitad de lo que ganan los hombres y solo ocupamos 3 de cada 10 puestos gerenciales.

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Sería fácil atribuir el problema de la equidad de género a la falta de educación o a cuestiones relacionadas con nuestra herencia cultural. Sin embargo, ¿a cuál educación nos referimos, a los que van a la universidad versus los que no? Si es cultural ¿es herencia de nuestra cultura latina o de la indígena?

La cortina de humo educativa

Se tiene la idea de que la educación formal es la solución a todos los problemas, pues se supone que detona el desarrollo económico y social. Sin embargo, si ello fuera así, entonces ¿por qué México sale reprobado en los rubros relacionados con la paridad de oportunidades y participación económica, si quienes toman las decisiones en las empresas respecto a quien ascienden o cuánto pagan, suelen tener al menos Licenciatura? ¿Por qué Japón, un país con alto nivel educativo, aparece en el sitio 111 del ranking?

¿La herencia indígena o latina?

Se podía pensar que fenómenos como el machismo o la misoginia son producto de nuestra herencia cultural latina, sustentando tal opinión en la percepción de equidad de género en países anglosajones. Si ello fuera así, entonces porqué países como Nicaragua (lugar 10), Bolivia (lugar 23), España (lugar 29) y Argentina (lugar 33), tienen un mejor ranking que Estados Unidos (lugar 45) o Canadá (lugar 35). Incluso Nicaragua está mejor colocada que todos los países europeos, con excepción de los nórdicos (lugares 1 a 4) e Irlanda (lugar 6). ¿Por qué países de herencia latina como Nicaragua, Chile y Argentina si pueden tener una mujer presidenta y México no? ¿Por qué Bolivia y Nicaragua, con una importante presencia de población indígena (e incluso de origen africano en el caso del segundo) tienen una mayor equidad entre hombres y mujeres que México?

 

El origen de la inequidad

Las concepciones sobre lo que es correcto o no en el trato entre hombres y mujeres, dependen en gran parte de los patrones de razonamiento que formamos a lo largo de nuestra vida; principalmente entre los 0 y los 7 años. A dicha edad, nuestras capacidades cognitivas no nos permiten juzgar si es correcto o no que nuestros padres se insulten, sino que tomamos dicho comportamiento como una verdad dada y adecuada de imitar. Si vemos que las faltas de respeto se repiten en la escuela, en casa de nuestros amigos y parientes, el patrón se refuerza. Conforme crecemos, estos patrones pueden modificarse o no según nuestras experiencias en distintos contextos sociales.

El problema con lo anterior, es que no somos conscientes de tales patrones y no pueden ser modificados o eliminados únicamente apelando a la educación formal (recordemos el caso de Japón). El cambio debe darse de forma paralela, tanto en casa como en el trabajo, escuela y demás ámbitos sociales. Los medios de comunicación juegan un papel importante en ello y no solo por los líderes de opinión: las telenovelas suelen reforzar patrones no deseados. Alguna vez escuché a comentaristas de deportes decir que algo tenía que estar mal con Tom Brady (jugador de los New England Patriots) si a éste no le importaba que su esposa ganara más que él.

Se necesita un programa integral, donde participe el gobierno, empresas y asociaciones civiles, para fomentar y reforzar la equidad de género. Es preciso atacar la desinformación y concepciones torcidas sobre el tema: desde quien confunde equidad con igualdad, hasta mujeres que consideran retrógradas a aquellas que no ejercen su profesión para dedicarse a ser amas de casa.

Equidad es tener los mismos derechos, obligaciones y oportunidades, así como el ejercicio del respeto mutuo. En una sociedad con verdadera equidad de género, resulta irrelevante si quién dirige una empresa, gobierna un país, percibe el mayor ingreso en el hogar o cuida a los niños es hombre o mujer.

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