El mundo cada vez está más urbanizado. Desde 2007, más de la mitad de la población mundial ha estado viviendo en ciudades, y se estima que para 2050, siete de cada 10 personas probablemente vivirán en áreas urbanas.
Estas ciudades y sus áreas metropolitanas son motores del crecimiento económico y contribuyen con más del 80 por ciento del PIB mundial, pero también significan cerca del 70% de las emisiones mundiales de carbono y, entre otras cosas, generación de barrios pobres, infraestructuras y servicios inadecuados y sobrecargados (como la recogida de residuos y los sistemas de agua y saneamiento, carreteras y transporte), lo cual está empeorando la contaminación del aire.
Para 2050 se espera que la población mundial alcance los 9,800 millones y se estima que casi el 70% de esta población vivirá en áreas urbanas que lidiarán con la sobrepoblación, los servicios básicos y el transporte público. Se prevé que entre 2015 y 2030 el tráfico anual de pasajeros en todo el mundo aumente en un 50 %, y es probable que se duplique el número de automóviles en las carreteras.
Ante esta realidad, la ONU incluyó como el décimo primero de sus Objetivos de Desarrollo Sustentable el lograr, para el año 2030, que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. Algunas ciudades en el mundo, especialmente en Medio Oriente y Asia ya han dado pasos importantes desarrollando lo que se conoce como las ciudades del futuro.
Según los expertos, una ciudad del futuro se articula teniendo en cuenta 10 principios clave: protección y aseguramiento del agua, energía cien por ciento renovable, tratamiento de residuos, estándares para agricultura orgánica y trato animal, automatización del transporte y trenes de alta velocidad, preservación del patrimonio cultural y artístico, accesibilidad y seguridad para las personas, infraestructura diseñada para peatones y limitada para automóviles, y horarios flexibles de trabajo.
Una ciudad del futuro es capaz de mantener la continuidad de los servicios y funciones durante cualquier crisis o estrés, al tiempo que protege y mejora la vida de las personas; es resiliente porque se diseña considerando las características y fuerzas naturales del entorno, protegiendo la vida silvestre y los recursos naturales. Basada en una visión regional unificada, la ciudad es compacta y densa para limitar los impactos en el ecosistema. El Programa de creación de perfiles de resiliencia de la ciudad de UN-HABITAT proporciona a los gobiernos nacionales y locales herramientas para medir y aumentar la resiliencia ante múltiples amenazas, incluidas las asociadas con el cambio climático.
Y es que, debido al cambio climático, los desastres son cada vez más frecuentes y debemos reconocer el hecho de que la pérdida de viviendas se puede prevenir. Para 2030, se estima que los desastres dejen sin hogar a 14 millones de personas cada año, lo que significa que la necesidad siempre supera la oferta. La Dra. Elizabeth Hausler, fundadora y directora de una organización que previene la pérdida de viviendas causada por desastres, considera que la vivienda resistente a desastres es una necesidad urgente y una oportunidad increíble. Todos necesitamos un hogar seguro; un hogar que nos proteja del viento, la lluvia, el calor y el frío; un hogar seguro contra plagas y robos; una casa que es un activo financiero. Y es posible construir casas para resistir estos desafíos; invertir y hacer cambios apropiados ayudará a reducir pérdida de vidas y de hogares.
En suma, una ciudad inteligente es aquella que aprovecha la tecnología para aumentar la eficiencia y mejorar la calidad de los servicios y la vida de sus residentes. Utiliza los datos y la tecnología para hacer la vida cotidiana más fácil y mejor para las personas que viven y trabajan en la ciudad, al tiempo que se maximiza el uso de los recursos. Las tendencias tecnológicas permiten crear espacios en los que los humanos y la tecnología interactúan de una manera más conectada, inteligente y automatizada.
Es en este punto en donde cobran relevancia las startups tecnológicas. Quien piensa que las startups nada más generan trabajo, está equivocado. Estas empresas pueden aportar innovación a ciudades de todo el mundo, pues el sector relacionado con la tecnología digital ha estado superando durante los últimos veinte años a otros segmentos de negocios.
Las startups son máquinas de innovación y trabajo, pero también producen ingresos generosos. Dado que en el mundo digital no hay límites geográficos, las nuevas empresas pueden trabajar desde cualquier lugar y las oportunidades financieras son ilimitadas. Cientos de ciudades en todo el mundo ya se han comprometido a reducir a cero sus emisiones de carbono para el año 2050, un objetivo en el que los emprendedores tendrán un papel fundamental: identificar las oportunidades de negocio que permitan diseñar una ciudad del futuro sostenible y transparente, sin renunciar a los estándares de comodidad y progreso que marcan el espíritu de las grandes urbes actuales.
¿Te has preguntado qué hace que cada ecosistema sea especial para las startups? La respuesta es: la calidad de vida y los detalles únicos que cada ciudad puede proporcionar.
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