Bien decía José López Portillo, lo peor que nos puede pasar es convertirnos en un país de cínicos. Lamentablemente eso ha sucedido y sigue pasando en nuestro querido México, sobre todo con los políticos, o en quienes se sienten políticos sin serlo realmente.
Esto viene a colación, por las acciones que llevan a cabo diferentes aprendices de políticos, en su afán de conseguir cumplir sus caprichos que se convierten en obsesiones, sin importar sobre de quien pasen o afecten.
Como ejemplo tenemos la marcha del lunes pasado, en la que según reportan, hubo más de cien mil campesinos integrantes del Frente Auténtico del Campo, que realizaron un mitin en el Zócalo de la Ciudad de México, en repudio del recorte presupuestal a los programas sociales destinados a este sector.
Obviamente, la marcha previa al mitin desquició a la ciudad, afectando a miles de personas que no pudieron llegar a sus trabajos, desarrollar sus actividades cotidianas, ir alguna cita médica, por los cierres de avenidas que motivaron.
Llamando mucho la atención que en este mitin de protesta al gobierno federal, estuvieran presentes ni más ni menos que el titular de la Sagarpa, José Calzada Rovirosa y el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera, lo cual los convirtió en dos protestantes más. Y la duda es ¿qué hacían acompañado a los campesinos que vinieron a protestar y a reclamarle al gobierno federal?
El actuar del Jefe de Gobierno, me hizo recordar los tiempos en que Manuel Camacho Solís, era Regente de la Ciudad de México, quien a través de su más íntimo y cercano colaborador, Marcelo Luis Ebrard Casaubón, (hoy exiliado en París) organizaba y controlaba todas las marchas y mítines que venían a protestarle al gobierno federal.
Y sólo con su aprobación llegaban hasta el Zócalo, para entonces Camacho Solís salir de su oficina y dialogar con ellos, apareciendo como el político de diálogo y apoyo.
Claro está, era su estrategia en su obsesión por ser candidato a la Presidencia de la República en 1994. Lo cual afortunadamente no consiguió.
Como si retrocediéramos en el tiempo, el pasado lunes en el mitin, el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, tomó la palabra y señaló: “Proponemos desde ahora hacer una gran alianza con los que menos tienen, hacer una alianza de trabajo, de desarrollo, y desde aquí, desde el Zócalo capitalino, con todos los liderazgos que se encuentran presentes podemos construir una agenda, una agenda donde la Ciudad de México se compromete desde ahora a impulsar”.
No pudiendo faltar los ofrecimientos, las promesas, como si ya estuviera en campaña: “Hoy lo que dejamos claro es que la Ciudad de México sabe trabajar con el campo y que tenemos una propuesta clara y que escuchamos y que nos presentamos y acudimos a las invitaciones, no nos escondemos, y estamos para saludar a la gente del campo y que es muy bienvenida a la Ciudad de México, aquí seguimos trabajando para ustedes”.
Finalmente reconoció que el ingreso de las comitivas campesinas al primer cuadro de la ciudad es gracias al diálogo, y puso como ejemplo la llegada de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), para poder manifestarse en la plancha de la Constitución.
Agradeciendo a las organizaciones convocantes a la movilización campesina el que lo invitaran a participa en ese acto. Sólo le falto agregar, “en esta ciudad, el campo, también es nuestro campo”.
Asímismo el Secretario de Agricultura, José Calzada, también agregado al mitin, dijo que se trabaja para resarcir la demanda de los miles de campesinos mujeres y jóvenes para desarraigar el campo mexicano.
Acorde con los tiempos vividos y para quedarse atrás, afirmó en tono de disculpa:“Tenemos una deuda histórica con el campo de México, son los campesinos quienes no le han fallado al país”.
Así las cosas en esta ciudad, en la que todos decidimos, como ridículamente señala un slogan, resultando ahora que al Jefe de Gobierno le importan el campo y los campesinos. Pero no le importan los millones de habitantes de la hoy llamada Ciudad de México, que sufren un día sí y otro también, las manifestaciones, los mítines, los plantones que ocasionan cierres de avenidas, suspensión de transporte como estaciones del Metro y del Metrobus, sin que los funcionarios cumplan con su obligación de aplicar las leyes y reglamentos.
Comprobando con actos como el del lunes pasado, que la aplicación de leyes es selectiva. Existiendo diálogo e impunidad con estos que se manifiestan, pero no para los ciudadanos que aquí vivimos.
Y nuevamente surgen las dudas, ¿Cuántos millones costó esta movilización de supuestos campesinos?, ¿Quién los pagó?, ¿De dónde salieron los recursos?, ¿Por qué sí los dejaron llegar al Zócalo?, siendo totalmente contradictorio que vengan a protestar porque son pobres y les recortan recursos y despilfarren millones de pesos en sus traslados. Mejor les deberían de dar esos millones a los pobres campesinos, los beneficiarán más que venir a pasear a la ciudad.
Y pregunto ¿el Jefe de Gobierno de la ciudad para eso fue electo, para eso le pagan? ¿No importa que esté en un mitin político en horario de trabajo?
En fin, las campañas a la Presidencia de la República del 2018, ya iniciaron.
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