¿Nueva estrategia contra el cáncer?

El cáncer ha sido uno de los azotes más mortíferos a nivel mundial en los últimos 50 años.

1 de junio, 2015

El cáncer ha sido uno de los azotes más mortíferos a nivel mundial en los últimos 50 años. Una definición del cáncer pudiera ser: es un descontrol celular en un tejido cualquiera, dicho descontrol se manifiesta en el número de células que crecen a un ritmo acelerado con respecto a las células normales. Los cánceres se desarrollan en plantas, animales y humanos y tienen su origen en la genética, el medio ambiente, la alimentación y en ciertos casos, por infección de microorganismos, principalmente bacterias y virus. Desde el 2008, el cáncer es la principal causa de muerte en el mundo y la tercera causa de muertes en México. Los cinco tipos de cáncer más comunes en el país son: de próstata, de mama, cérvico-uterino, de pulmón y de estómago, en ese orden.

Las células cancerosas crecen desproporcionadamente y causan un aumento en la masa celular, que es lo que los médicos terminan por extirpar o aniquilar mediante radiaciones, quimioterapia u otros fármacos muy agresivos. Los tumores adquieren su nombre de acuerdo con el órgano o sistema que invaden, por ejemplo: cáncer del hígado o cáncer cérvico-uterino, etc. Dichos tumores, siendo masas celulares sin control, crecen muy rápido debido a su acelerado metabolismo, lo cual es muy necesario en los casos que desarrollan metástasis. La metástasis es una proliferación y una invasión  de  células cancerosas hacia otros órganos o tejidos.

Nosotros sin saberlo somos multimillonarios, pues estamos invadidos por microorganismos (bacterias y hongos, principalmente) que conviven con nuestros órganos y tejidos protectores (piel, uñas, pelo, etc.) sin causarnos daño, viven en un delicado equilibrio que está determinado por las condiciones que prevalecen en el órgano en cuestión. Por ejemplo, las bacterias y hongos que habitan en nuestro pulmón y demás órganos del sistema respiratorio son microorganismos que viven en altas concentraciones de oxigeno con requerimientos alimenticios pobres en grasas y proteínas. En cambio, las bacterias que habitan en nuestros intestinos viven en ambientes anaeróbicos o semianaeróbicos donde la cantidad de oxigeno es limitada y,  además, sus requerimientos nutricionales son muy específicos, pues son capaces de absorber y transformar nutrientes complejos que hemos ingerido, tales como proteínas y grasas. Cuando este fino equilibrio se pierde por cualquier razón, surgen enfermedades o padecimientos molestos, como ejemplos citaremos: la diarrea, la tiña, la pulmonía, etc. pero este es otro tema que abordaremos posteriormente.

En esta ocasión deseo comentar la teoría de la doctora Claudia Gravekamp del Albert Einstein College of Medicine en Nueva York que consiste en irradiar millones de bacterias del genero Listeria con radioactividad para después introducirlas al paciente por vía oral o parenteral. La cepa de Listeria utilizada ha sido previamente desprovista de sus capacidades patógenas por medio de mutaciones selectivas. Se espera que dichas bacterias se pongan en contacto con las células cancerosas y que éstas absorban la radioactividad. El elemento radiactivo utilizado es el renio, que tiene baja toxicidad y es capaz de mantener y conservar la radioactividad necesaria para afectar las células cancerosas sin dañar los tejidos normales. Además, se aprovecha el alto metabolismo y acelerado crecimiento de las células cancerosas que obviamente absorberán las radiaciones en demasía, dando lugar a daños irreparables en su ADN de los cuales ya no se podrán recuperar. Los experimentos realizados en ratones con cáncer pancreático han mostrado un 90% en la remisión de los tumores donde se apreció un daño considerable y una disminución significativa de la masa tumoral. Los órganos y tejidos adyacentes no mostraron alteraciones patológicas que pudieran considerarse como riesgosas. Cabe hacer notar que investigadores italianos también  han logrado excelentes resultados con el uso del renio (también llamado rhenius) para reducir tumores cancerosos de la piel. Ambos enfoques demuestran una baja toxicidad del material radioactivo y una buena eficiencia en la remisión de tumores cancerígenos dentro y fuera de algunos cuerpos afectados por cáncer. 

Estos hallazgos son formidables, pues aunque no representan una solución definitiva son un inicio muy promisorio que requiere más estudios y más desarrollos para convertirse en toda una realidad.

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