México polifacético II

"Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo." Jorge Santayana

9 de enero, 2017

“Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo.” Jorge Santayana

En el artículo anterior se describieron algunas características de los personajes mexicanos que tienen sus propios estándares de conducta social y de libertad de expresión que contrastan profundamente con el resto de la población. Para nadie es un secreto que esta mayoría es una poderosa fuerza política que ha sido utilizada en numerosas ocasiones para encumbrar a mediocres personajes de la clase política mexicana a los niveles más altos que nuestra democracia permite. Los casos más recientes fueron las relaciones de poder entre La Maestra, el ex presidente Calderón y el actual presidente Peña Nieto. El esquema es muy simple, se trata de un populismo sublimado donde una gran mayoría que vive en la pobreza, con grandes carencias existenciales y serias limitaciones sociales aparenta y simula someterse a una manipulación a cambio de favores, protección, representación, impunidad y dadivas que son muy bien administradas por los líderes y patrones a quienes sirve. La dinámica populista es muy antigua y todos los pueblos del mundo la han practicado de una u otra forma. Es un mal necesario, dicen los más cínicos.

Hasta aquí toda va bien, mientras exista un control y un equilibrio, desafortunadamente, en México la situación actual es un caos y una crisis tan severa en todos sentidos que no se vislumbra la posibilidad de un cambio en las estructuras sociales, políticas y económicas. Simplemente no existe un liderazgo capaz de rectificar y resarcir al país para conducirlo por vías más justas, donde la igualdad y el bienestar social alcance para todos. Lo más apremiante, es que en algunos meses serán las elecciones y al parecer todo apunta a ser más de lo mismo, el populismo en toda su expresión, lo cual sería volvería a ser catastrófico para el país.

México tradicionalmente ha sido gobernado por una santísima trinidad, representada por las autoridades políticas administrativas (presidentes municipales, diputados, senadores, burocracia encumbrada y los mismos gobernantes del país) que se han diluido moralmente por sí solos y han perdido toda credibilidad y respeto por su voracidad ilimitada y su ineptitud para administrar y gobernar. El segundo elemento de la clase gobernante es la Iglesia Católica, que en algún momento tuvo un poder ilimitado en la política nacional, pero que ahora se han ganado el repudio general y el descredito por su doble moral, su conducta licenciosa y sobre todo por el encubrimiento de sus pederastas en todo el mundo. El tercer factor del triunvirato está representado por las fuerzas vivas, o sea, la clase adinerada que siempre se ha plegado a las otras dos para garantizar y reforzar sus proyectos económicos y salvaguardar los intereses de la patria. Esta clase privilegiada se ha mantenido siempre en segundo plano pero no es ningún secreto que su participación ha sido nociva y nefasta por su desmedida voracidad y su gran habilidad para fomentar y atender sus oportunidades de negocios en detrimento de la economía del país. La avaricia y el carácter explotador de sus líderes la han mantenido siempre como una clase opuesta a los intereses y el bienestar de la clase trabajadora. De tal manera que ante tanto caos y desprestigio México, al igual que muchos otros países en el mundo están en automático, no hay quien los gobierne. Los ejemplos más inmediatos los hemos visto en Brasil, Venezuela y Argentina donde los índices del caos económico, social y de crimen y violencia han escalado niveles verdaderamente alarmantes.

Esta situación tan anómala ha venido propiciando el aislamiento de la clase productiva y educada que trata de vivir dentro del orden, el cumplimiento de los reglamentos establecidos y el logro de sus aspiraciones sociales y económicas. Al mismo tiempo se ha observado el gran ímpetu de esta masa social, elemento del populismo que ha venido apoderándose de los espacios sociales y políticos, que no respetan los valores y las causas establecidas de una sociedad productiva que pretende un bienestar social y económico más justo para todos los mexicanos.

Esta gran mayoría amorfa y populista nos ha dado muestras de su gran potencial para producir el caos, la anarquía y el desorden social, en beneficio de sus manipuladores y de ellos mismos, con un poco más de audacia, bien les alcanzaría para encumbrarse nuevamente a los primeros planos del poder en México. Para que no haya dudas, estamos hablando de los individuos que invaden nuestras calles utilizando el menor de los pretextos, los que domingo a domingo llegan a los estadios de futbol a desfogar y manifestar su versión de la mexicana alegría; los saqueadores que aprovechar cualquier oportunidad para manifestarse; los que en rebaño atienden el llamado de sus líderes y explotadores, etc.

El ciudadano común está desprotegido y aislado, las fuerzas del orden han sido rebasadas, nadie es responsable de nada. El estado mexicano y el monopolio televisivo han creado este monstruo que será muy difícil de contener, mientras lo contiene, si es que puede, sería muy conveniente que la ciudadanía empezara por organizarse en forma pacífica y eficiente a crear Comisiones u otros grupos representativos que exigieran a todo representante de los poderes legislativo y judicial, inclusive, a la misma Presidencia de la República el cumplimiento y el logro de iniciativas sociales que garanticen el orden público, una estrategia pronta y eficiente para combatir la corrupción y la impunidad, la atención a la salud, el rescate de un sistema de educación básica, con instalaciones adecuadas y maestros competentes comprometidos con la enseñanza; etc.

Tal vez deberíamos tomar como ejemplo la iniciativa ciudadana que propuso la Declaración Patrimonial (la tres de tres) al Sistema Nacional de Anticorrupción y prestar mayor interés al desarrollo y los resultados de este gran proyecto. Asimismo, debiéramos multiplicar este tipo de peticiones y darles seguimiento hasta que se hicieran una realidad oficial. Estas propuestas enriquecerían y reforzarían la participación y la confianza ciudadana en aras de un bien común. 

Se entiende que en toda sociedad haya diferencias y diversidad de ideas y expresiones políticas, artísticas y culturales; todo es admisible dentro del respeto y el decoro que todos nos merecemos como miembros de la sociedad. Inclusive, siempre ha existido un espacio para fallas o errores, después de todo, somos humanos y estamos sujetos a los yerros y las equivocaciones. Lo reprobable es cuando esas conductas traspasan los límites de lo racional y se convierten en una molestia deliberada y calculada para agredir o violentar a otros ciudadanos que tienen la desgracia de presenciar o sufrir sus malas conductas e improperios. Otros países han superado crisis mucho peores que las que nosotros tenemos (Inglaterra, Francia, España, Italia, etc.), ¿por qué nosotros no podremos superar las nuestras?

Sí, ya sé que la tarea es monumental y que nos esperan retos muy difíciles que debemos superar, pues si la globalización nos ha significado pobreza, la robótica nos producirá una miseria de la cual no podremos reponernos.

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