Los viernes por la noche y las madrugadas de los sábados grupos de hombres y mujeres vestidos de civil invaden los excusados públicos de sitios no muy recomendables en las principales ciudades europeas. Su trabajo consiste en tomar muestras de orina de los excusados y mingitorios, documentarlas y llevarlas a los laboratorios de toxicología para análisis. El propósito de esta operación, es detectar indirectamente drogas o restos de drogas sintéticas que están accesibles a los consumidores.
Las drogas sintéticas se pueden dividir en dos grandes grupos, dependiendo de su estructura química, dichos grupos son:
a).- Los derivados de la Cannabis que serían substitutos de la mariguana se comercializan como mezcla para fumar. Sus efectos y adicción son muy potentes, entre los síntomas más habituales se encuentran: la ansiedad, la paranoia, la confusión, reducen la memoria y la capacidad para razonar, producen inestabilidad emocional.
b).- Los Catinones, también conocidos como salt baths, que han sido diseñadas para substituir a la cocaína o a las anfetaminas. Se comercializan como polvos cristalinos que pueden aspirarse, mezclarse con bebidas, inyectarse o insertarse por via rectal o vaginal. Los síntomas más comunes son: paranoia severa, comportamiento violento, alucinaciones, ataques, carencia de apetito, automutilación, tendencias suicidas. Los ingredientes activos más comunes son: el MDPV (el metileno dioxi pirovalerona) y los derivados de la mefedrona (como los extraídos del khat).
Dichas drogas han sido producidas en modernos laboratorios en Paquistán, la India y China, donde trabajan químicos y toxicólogos cuya función es modificar la estructura química de las drogas naturales (mariguana, cocaína, heroína, khat, hachis, etc.) manipulándolas mediante el agregado o remoción de diversos radicales químicos. Un ejemplo muy burdo sería el tener una gran dotación de frijoles refritos servidos en 12 o 15 platos, donde a cada plato se le agrega una salsa diferente.
El ingrediente activo siguen siendo los frijoles, el agregado o remoción de los radicales vienen siendo las salsas que seguramente serán de color diferente, pero que sobre todo aportarán un sabor diferente, que sin duda será captado por nuestro cerebro al probarlos por separado. Entonces, toda alteración del ingrediente activo de un extracto natural será considerada como una substancia sintética.
Surgen las preguntas: ¿para qué alterar un ingrediente activo que es la droga?
¿Sólo para cambiarle el color o el sabor?
Existen dos razones importantes para hacerlo, una es legal y la otra es cuestión de mercadotecnia. La razón legal consiste en que todas las drogas (ingredientes activos naturales) tienen una estructura química definida que aparecen en todos los estándares de referencia y bancos de datos que tienen todas las policías del mundo. Cuando se hace el análisis, simplemente se comparan los resultados de la muestra obtenida del inodoro con el estándar correspondiente. La lógica es que cualquier desviación o diferencia que resulte en el análisis se considerará como una substancia que se parece a la droga (principio activo) pero que no lo es; ésto significa una gran argucia legal para los fabricantes que muchas veces resultan con un delito menor.
La cuestión de la mercadotecnia es más compleja, se trata de sintetizar una droga más potente, con mayor efecto placentero y que al mismo tiempo altere más al individuo que la consuma y por lo tanto haga más difícil su rehabilitación. El desarrollo de estas drogas sintéticas no es trabajo para principiantes, ni es barato tampoco. Se requieren de instalaciones óptimas de laboratorio y de personal altamente especializado, pues cada muestra en desarrollo se evalúa midiendo sus efectos en animales, generalmente, ratas y ratones. Todo conlleva un riguroso control, pues de ello depende el éxito del nuevo producto.
El relato ha sido simplificado para hacerlo más ameno e inclusive se ha recurrido a ejemplos burdos para hacerlo más informativo, pero recordemos que este es un negocio que está de moda, con ganancias extraordinarias y que está literalmente descerebrando a la juventud consumidora, porque la única forma de determinar la potencia y los efectos de las mismas, es probándolas. Los reportes por muerte accidental o suicidios entre los jóvenes de 18 a 30 años van en aumento en los Estados Unidos, lo cual explica el gran riesgo a la salud pública y al incremento de muertes sin causa aparente. Baste recordar que en los últimos cinco años, se han reportado crímenes aberrantes (Virginia Tech en Blacksburg, Seung Hui Chi asesinó a 32 personas en el 2007, James Holmes en Aurora Colorado, mató a 12 personas, Adam Lanza en Newtown, Connecticut mató a 28 personas en 2012), todos cometidos por jóvenes cuyas fotos reflejan un estado de alucinación increíble, una pérdida total de la expresión y una indiferencia absoluta a su realidad. Aunque las autoridades no revelan los detalles, es muy posible que estos jóvenes hayan sido víctimas de estas drogas.
Como si todo lo anterior no fuera suficiente el hombre moderno sigue buscando más placeres y ahora está aprovechando los avances de la ingeniería genética para producir drogas. Los logros en bioquímica y genética han servido para cimentar las bases de la biología molecular, donde uno de los proyectos más atractivos es la manipulación genética para la producción de antibióticos, hormonas, complementos vitamínicos y otros insumos de importancia industrial. La manipulación genética generalmente utiliza microorganismos por razones de tiempo y economía y ha obtenido resultados espectaculares como en el caso de la doctora Christine Smolke* de la Universidad de Stanford, quien ha logrado la inserción de tres genes provenientes de la amapola en el genoma de levaduras con el fin de producir dos substancias derivadas del opio, la morfina y la codeína. En otras manipulaciones ha logrado también la introducción de dos genes de la bacteria Pseudomonas putida en la levadura, produciendo oxicodona e hidrocodona, ambos poderosos analgésicos. Estos resultados son muy promisorios desde el punto de vista académico y tecnológico, pero constituyen un nuevo reto legal pues también existe la posibilidad de que otros empresarios utilicen estas tecnologías para producir las drogas a menor tiempo y costo. Al parecer, el hombre vuelve a ser responsable de sus propios flagelos y de sus propios vicios.
*A new opium pipe. The Economist. August 30th, 2014
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