“Vine, vi y conquisté.” Julio César
Las crónicas antiguas señalan a Cristóbal Colón como el descubridor del continente americano en 1492, aunque el hecho es muy debatible, tomémoslo como una buena referencia. Se dice que ahí se inició el arribo de aventureros españoles a la República Dominicana y Cuba que venían en busca del oro. Los conquistadores sometieron y avasallaron por completo a las numerosas tribus de indios caribeños a quienes literalmente exterminaron de la faz de la tierra.
Mientras los civilizados europeos zanjaban sus conflictos económicos y religiosos mediante guerras fratricidas que los dejaron en bancarrota, en Cuba se despertaba la codicia, la aventura y la necesidad de descubrir nuevas tierras para fortalecer la corona española.
Entre los aventureros aposentados en Cuba estaba un joven ambicioso y visionario que trataba de sortear las intrigas políticas y económicas para conseguir un patrocinio que le permitiera explorar y conquistar un imperio donde supuestamente abundaba el oro. Pero su verdadero objetivo no era trabajar para la Corona Española sino establecer un mundo independiente donde él sería el soberano único.
Indudablemente estamos hablando de Hernán Cortés, quien en forma subrepticia escapó la madrugada del 18 de noviembre de 1518 de San Cristóbal de la Habana hacia Cozumel. Su salida fue muy apresurada, adelantándose a las intrigas, envidias y traiciones de otros aventureros como él. Su expedición constaba de 11 carabelas con 500 españoles, 200 indios caribeños, 50 marinos, algunos esclavos negros, 3 notarios 2 sacerdotes y 16 caballos (los cuales eran excesivamente caros). En cuestión de armas, contaban con 10 cañones de bronce, 4 cañones ligeros, 13 escopetas, 30 ballestas y pólvora. Su misión era: liberar a los indios de las garras de las tinieblas y la esclavitud del demonio; según lo asentado en los documentos originales.
Cortés llegó a Cozumel y siguió bordeando las costas a lo largo del Golfo de México, hasta llegar a Veracruz, donde desembarcó. Su recibimiento fue hostil y difícil; después él supo ganarse la voluntad de los indios quienes le facilitaron el encuentro con dos españoles que habían desembarcado con otras expediciones previas y que estaban plenamente asimilados a la vida y costumbres de los indios. Dichos españoles actuaron como intérpretes, después se les incorporaría Malintzin o Doña Marina, que sería la intérprete principal porque hablaba el náhuatl, el idioma de los aztecas.
Cortés sabía acerca del Imperio Azteca y aumentó sus conocimientos durante su estancia y trayecto de Veracruz a la Gran Tenochtitlan. Al mismo tiempo adquirió un buen entendimiento acerca de la atmósfera política y el dominio de los aztecas sobre las demás tribus que encontró a su paso. El imperio azteca era avasallador, con un gran dominio sobre las tribus que comprendían desde el norte del país hasta porciones de El Salvador y Honduras. Tenían un feroz ejército basado en el brutal entrenamiento de su juventud, también tenían inspectores y auditores que calculaban y recolectaban los impuestos.
Cortés mismo pudo constatar el odio y la animosidad contra los aztecas, lo cual aprovechó para concertar alianzas contra ellos. Sin embargo, había que irse con tiento y sigilo, pues ellos tenían un buen sistema de comunicación, espías e inspectores que mantenían al emperador Moctezuma enterado de todo detalle.
Después de penosas jornadas y algunas batallas contra tribus adeptas a los aztecas, Cortés y sus expedicionarios llegaron a Iztapalapa y Culhuacán en noviembre de 1519. Fueron recibidos con reserva y desconfianza, ambos bandos solo guardan las apariencias. A estas alturas, tanto Moctezuma como Cortés saben suficiente el uno del otro (han pasado 27 años desde el descubrimiento de Colón), sin lugar a dudas existe una cierta curiosidad y una desconfianza mutua.
Por fin, el 8 de noviembre de 1519, los contingentes de Cortés y el emperador azteca se encuentran en la gran calzada donde actualmente se encuentra El Hospital de Jesús (manzana que incluye 20 de Noviembre, Pino Suarez, Mesones y República del Salvador). El encuentro fue parco, sin gran ceremonia, el Emperador dio regalos de bienvenida y pronunció un breve discurso donde enfatizó que tanto él como Cortés no eran dioses sino seres mortales que pueden morir en cualquier momento.
¿Es esto amenaza o advertencia?
Los españoles quedan fascinados de la urbanización, el orden y la majestuosidad de la gran ciudad. Según sus propias palabras, no hay en Europa una ciudad que se le iguale, ni la misma Sevilla. Sobresalen las cuatro calzadas que coinciden en el centro donde se erige el Templo Mayor, todo rodeado de agua clara y limpia donde se refleja una luz prístina, casi celestial, con un gran numero de canoas navegando en absoluto orden. En las calzadas están los puestos de comida, la ropa y calzado bien alineados. Policías e inspectores cuidan del orden.
Después de un cierto periodo de convivencias formales surgen las primeras desavenencias por los abusos de los españoles, que a la postre se convierten en batallas que van subiendo de tono. Pedro de Alvarado, uno de los capitanes de Cortés, roba y funde el oro del Templo y trata de huir por la calzada México-Tacuba. Los indios le dan alcance y casi aniquilan al pequeño ejército de Cortés. Después de la estrepitosa derrota, Cortés y sus soldados se reagrupan y se refugian en Tlaxcala. Ahí se consolidan las alianzas y se fragua el asalto final a la Gran Tenochtitlan. Durante ese mismo lapso, se registra una estrepitosa conmoción en la ciudad, de repente numerosos indios tienen el cuerpo cubierto de granos que después se desarrollan en pústulas, algunos otros sufren de fiebres elevadas, vómitos y diarreas agudas. Esta serie de padecimientos nunca se había presentado, son los meses más calurosos del año y muchos indios desfallecen deshidratados y finalmente mueren; hay cadáveres por doquiera, los cuales son arrojados a las aguas; el hedor y el horror son insoportables y la infección no parece ceder.
Aunque Cortés nunca supo los orígenes y las causas de la mortandad, aprovechó para iniciar el gran asalto a la ciudad, era el 30 de mayo de 1521. Primero, cortó el abastecimiento de agua potable proveniente del acueducto de Chapultepec y después patrulló y hostilizó a los indios sobrevivientes, quienes nunca se rindieron. Pronto, las huestes de Cortés controlaron la ciudad, siendo Tlatelolco el último reducto. Finalmente, el 13 de agosto del mismo año, el capitán García Holguín logra apresar a Cuauhtémoc que escapaba en una canoa y con ésto termina el sitio de la ciudad y empieza la verdadera conquista.
Entre la expedición invasora venía un esclavo negro llamado Guidela, quien seguramente estaba contagiado de la viruela. Nadie puso atención a su muerte en Cempoala, sin embargo, él ya había contagiado a otros indios en los sitios cercanos,. Pronto la infección se expandió y así comenzó la epidemia. Los españoles estaban inmunes al contagio porque de alguna manera habían estado en contacto con el virus; no así los indios o los negros, quienes resultaron afectados.
La epidemia se fue extendiendo hasta alcanzar los limites de la Gran Ciudad… lo que siguió es historia.
Cortés entendió muy bien que la conquista de México fue una lucha fratricida entre indígenas y que una ayuda providencial del contagio1 les ayudó al triunfo.
La viruela es una rara y vieja enfermedad que al parecer tuvo sus orígenes en Egipto y que después invadió la India. El agente infeccioso es un virus que al parecer ha sufrido varias mutaciones que se reflejan en la diferencia y la sintomatología de los pacientes: en unos el desenlace es mortal, mientras que en otros no pasa de ser un periodo incómodo. En los negros, los aborígenes australianos, los incas y aztecas, el pronóstico fue fatal en el 90% de los casos, aunque hoy en día el pronóstico más alto es de 50%. Los primeros síntomas son la aparición de una roncha que se llena de agua y se transforma en pústula (es el periodo de mayor contagio) ésta se seca, la costra se cae dejando o no una cicatriz permanente. Los pacientes pueden desarrollar fiebres recurrentes, vómito y diarreas, lo cual conduce a una deshidratación aguda en corto tiempo; en los casos mortales sobreviene un edema pulmonar o una cardiopatía severa. En esa época la mayoría de las religiones conceptuaban a la viruela como un castigo divino y aumentaban los sacrificios para ganar la voluntad de los dioses.
Actualmente, el virus de la viruela es considerado un arma biológica que está almacenada en todos los arsenales de los países del primer mundo; lo que es peor, los avances en ingeniería genética hacen factible la síntesis artificial de este virus, el cual puede ser viable en cualquier momento. Aunque existe la vacuna (Dryvax), ésta no se usa sino en emergencias2.
Hernán Cortés muere en Sevilla el 2 de diciembre de 1547 de fiebre y disentería. Su última voluntad fue que sus restos se transportaran a La Nueva España, lo cual ocurrió en 1790 y reposaban en la iglesia de San Francisco, hasta que la tumba fue destruida en 1823. Después, los restos se mantuvieron escondidos hasta que, finalmente, fueron depositados en el Hospital de Jesús en 1946. Hoy en día solo existe una simple placa de bronce con la inscripción: Hernán Cortés, 1485-1547 junto a los restos.
Esa fue la primera conquista, la segunda empezó el 1 de julio de este año, cuando el candidato presidencial AMLO ganó las elecciones y tomará posesión el próximo primero de diciembre. El hecho es inusitado porque la ciudadanía ejerció una verdadera democracia y eligió al candidato que mejor presentó su discurso y su campaña. Las mayorías han entregado su voto, sus esperanzas y sus deseos de un mejor país a un hombre que ha prometido demasiado sin tener un plan o un programa convincente que nos garantice el éxito de su gestión. Los debates mostraron serias inconsistencias entre lo prometido y los mecanismos de acción para la resolución de los problemas importantes y además, mostraron a un individualista compulsivo que pretende resolver situaciones que no le corresponden (visita del Papa, multa del INE a Morena, la reducción del gasto público disminuyendo los salarios y las prestaciones, la descentralización de los servicios, etc.)
Tal vez, el presidente electo no ha entendido que los tiempos del candidato ya se acabaron, los mexicanos esperamos que nuestro presidente se avoque a la solución de los problemas y situaciones más urgentes que tiene nuestro país, esperamos que transforme las palabras en las acciones que él mismo prometió en su gastado discurso.
Los epidemiólogos aseguran que las plagas y las epidemias son cíclicas y que aparecen según las circunstancias ambientales y la infectividad del patógeno, esperemos salir bien librados de esta segunda conquista.
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Referencias
- Duverger, Christian., Cortés., Taurus. 2005. México.
- Miller, J., Engelberg, S; Broad, W., Germs. Simon & Schuster. 2001. New York.
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