“Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con sus hechos lo traicionan.” Anónimo
Hace mucho tiempo en las clases de civismo e historia de México, escuché por vez primera esas cuatro poderosas palabras que nunca entendí. Con el tiempo después de haber vivido más de la mitad de mi vida en el extranjero, les he encontrado el significado que merecen. Ahora más que nunca tienen la vigencia y relevancia infinitas ante la amenaza y el desprecio de que hemos sido objeto todos los mexicanos.
Primero, los mexicanos hemos sufrido en tres semanas el desprecio y la devaluación que nos han propiciado por años los políticos de nuestra administración a tal grado que nuestra moneda se ha devaluado estrepitosamente. Como si esto fuera poco, nuestro poderoso vecino ha empezado por cumplir sus represalias económicas interviniendo, más bien forzando el estrangulamiento de la economía mexicana con acciones caprichosas como el retiro de la planta automotriz de Ford que ya estaba pactada con el gobierno de San Luis Potosí y la planta Carrier de sistemas de refrigeración; ahora está pensando en subir los aranceles a muchas exportaciones mexicanas que se comercian en EEUU.
Esta situación no luce nada bien, debemos despertar de nuestra perenne hibernación emocional y actuar con la inteligencia, la eficiencia y la oportunidad que hemos mostrado en otras ocasiones en momentos de caos y desastre. Pensemos y actuemos en positivo, dejémonos de p….. y admitamos que el incremento a los precios de la gasolina no justifican los bloqueos a las gasolinerías, el cierre o la invasión de las carreteras, las manifestaciones que solo causan trastornos a la ciudadanía son una agresión a nosotros mismos, a nuestra integridad física y mental y a nuestra economía. Mucho menos se justifican los saqueos y el pillaje que algunos aprendices de terroristas han cometido, espero que la justicia se encargue de ellos.
Aunque el presidente Peña Nieto y su gabinete financiero no son culpables de los volátiles precios del petróleo (todos los países están sufriendo de lo mismo, es una crisis mundial), los verdaderos culpables son nuestros representantes del poder legislativo y todos los altos funcionarios de Pemex, incluyendo el liderazgo sindical representado por Romero Deschamps. Todos los legislativos deben regresar el bono de actuación que se auto adjudicaron al final del 2016, justo antes de salir de vacaciones. Son muchos millones los que estos zánganos cobraron tan solo por levantar la mano. En lugar de denuncias, mentadas de madre y descontentos que no conducen a nada, debíamos de tomar acciones más directas contra ellos, haciéndonos presente en cada momento de su vida mediante los mensajes electrónicos o bien posicionándonos afuera de sus casas (cuando lleguen a su trabajo, cuando vayan a sus citas, al salir a comer, etc), es decir que sientan nuestra presencia. Además, podríamos empezar por ponerles fechas a sus acuerdos y a sus actuaciones y verificar la eficiencia y la participación de sus resultados en todas sus tareas encomendadas. Los incapaces, los morosos y los corruptos deben ser acusados y juzgados por la autoridad correspondiente. Los gobernadores fugitivos y los muchos directores, presidentes, alcaldes y otras autoridades responsables de abusos en su administración no solo deben ser retirados del cargo sino ser sujetos a la incautación de sus bienes, llevarlos a juicio y en su caso, recluirlos en prisión por los delitos cometidos.
Es tiempo de librarnos de ese lastre burocrático que es como un parásito que siempre vive a expensas de su víctima, sin matarla. Nosotros los mexicanos, nos sentiríamos plenos si pudiéramos erradicar la impunidad, cobraríamos la confianza en nosotros mismos y fortaleceríamos la solidaridad que todos nos merecemos.
Nuestra devaluación se transformaría en una ganancia emocional que nos haría sentirnos orgullosos de nosotros mismos, como un aliento fresco emanado de nuestras conciencias.
La otra devaluación, la externa, la podríamos manejar exitosamente de acuerdo con las acciones y las circunstancias que se presentaran. Por lo pronto, bien podríamos empezar con acciones tan simples tales como:
- Consume lo mexicano
- Conoce y disfruta lo mexicano.
- Si Ford no te quiere, ¿por qué querer a Ford? Si existen otras opciones con mejores calidades y precios.
- Starbucks, McDonald’s y otros consorcios que venden más aditivos y saborizantes químicos que producto natural deben limitarse. Otros países lo han hecho, ¿por qué no nosotros?
Ya no hay tiempo para más elucubraciones, protestas, quejas y manifestaciones estériles, llegó el tiempo de las acciones y el encuentro con nosotros mismos.
La Patria es Primero, ahora lo entiendo un poco más, significa un valor intrínseco de orgullo y dignidad que debe prevalecer siempre en la esencia de todos los Mexicanos.
¿No es así?
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