“La verdad no peca, pero incomoda.” Dicho popular
La próxima vez que visites el zoológico no vayas de prisa, aprenderás y disfrutaras más si observas con cuidado. Los animales son criaturas fascinantes que hemos ignorado durante mucho tiempo, tan solo les hemos puesto atención cuando se trata de explotarlos o significan algún peligro para nosotros. La realidad es que los animales siempre han estado junto al hombre desde que ambos aparecieron en el planeta, al grado que algunas especies fueron domesticadas y ahora sirven como alimento, vestido y calzado, extracción de órganos y productos biológicos e inclusive como modelos de experimentación en el desarrollo de modernas tecnologías.
Por mucho tiempo se pensó que los animales solo actuaban por instinto, es decir, una especie de hábitos que pasan de generación en generación, sin ninguna capacidad de razonamiento. Estos conceptos fueron reforzados durante siglos por la Iglesia Católica, que elevó al hombre como lo máximo de la creación, situación que él explotó en toda su capacidad. No fue sino hasta 1871 en que apareció The Descent of Man, donde se describía con detalle la capacidad de los animales para razonar, su autor Charles Darwin realizó experimentos sencillos para demostrar que los animales resolvían problemas simples que implicaban un análisis y ciertas acciones que no precisamente podrían venir del instinto. Darwin otorgó a los animales la justa categoría de seres capaces de razonar.
Posteriormente, vino el auge de la Química Fisiológica (ahora Bioquímica) que puso de manifiesto la similitud molecular de los fluidos y órganos en hombres y animales, más aún; existe la misma estructura en nuestros tejidos, con funciones semejantes en nuestros órganos y sistemas, en el cerebro o su equivalente que controla y expresa las emociones, los neurotransmisores con funciones análogas, las hormonas que se producen en determinados estadios y que marcan diversos ciclos de vida, etc. Una extrañísima analogía química y una gran similitud en el funcionamiento de los órganos y sistemas que es difícil de aceptar para algunos.
Hoy en día, la situación ha cambiado mucho, al grado que el hombre ha mostrado gran interés por los hábitos, la conducta y las capacidades de los animales y se ha topado con una realidad fascinante, pues ha descubierto que los animales son capaces de funcionar con un orden y una organización preestablecidos hacia un objetivo común, que es perpetuar su especie. Para lograrlo utilizan todos los recursos que la naturaleza les ha dado. Obviamente, no podemos esperar que esos desarrollos evolutivos sean los mismos en todas las especies. Un ejemplo: el olfato de los perros esta sumamente desarrollado porque su existencia depende de este sistema para poder conseguir sus alimentos y también contribuye a detectar situaciones de peligro (puede detectar descargas de adrenalina de algún enemigo potencial). En cambio, los monos pequeños han desarrollado una talla esbelta, son muy rápidos y ágiles y tienen manos, pies y cola muy extendidos con capacidad prensil para asirse a cualquier estructura (ramas de árboles) que les permita sostenerse y así salvar la vida. Cada especie esta dotada de ciertas características muy específicas que deben utilizar al máximo para poder subsistir en el planeta.
Esta capacidad denota que los animales, cualesquiera que sean, tienen la sensibilidad y están conscientes de su medio ambiente y lo que pasa en su derredor. Además, se ha demostrado que los animales son capaces de comunicarse, organizarse como grupo para realizar alguna tarea (cazar, procurarse alimento, defenderse, compartir el alimento), expresar emociones como la tristeza, la empatía, la satisfacción, etc. Todos estos atributos pueden considerarse como elementos de la epigenética (son cambios no programados en la estructura del ADN , sino cambios en la expresión del ADN que dependen de las condiciones del medio ambiente), y pueden considerarse como las características que una especie animal hereda a sus descendientes para proteger la especie. Otro ejemplo: cuidar y alimentar a los pequeños, atender las señales de alarma, enseñanza y aprendizaje del lenguaje, uso de las herramientas, el trabajo en equipo, la compartición de alimentos, etc. Todos estos atributos se heredan en forma natural o se adquieren por observación y experiencia directa dentro del grupo y no constituyen una prueba clara del razonamiento. Aunque en ocasiones, la manera tan vehemente como realizan esas actividades da lugar a considerarlas como inteligencia y no como una característica epigenética.
Es difícil establecer límites y diferencias acerca de las actividades derivadas del entrenamiento, ya que perros, felinos, elefantes, caballos, delfines etc. han manifestado cierto grado de actividad cerebral superior y una gran adaptabilidad a su medio ambiente y a la solución de los problemas propios de su especie.
Todos estos estudios empezaron a surgir en los años 70’s cuando Konrad Lorenz, Karl R. von Frisch y Niko Tinbergen dieron a conocer sus reportes acerca de la conducta animal. Fueron tan novedosos y convincentes que les valieron el Premio Nóbel en Medicina y Fisiología en 1973 y literalmente abrieron la oportunidad para la creación de una nueva disciplina: La Etología, que no es sino el estudio de la conducta animal en su hábitat o en condiciones normales.
Sus conclusiones insinuaban que al igual que los humanos, los animales pequeños dependían del aprendizaje y los cuidados de la madre. Adquieren un entrenamiento que es definitivo en su vida futura porque han obtenido una mezcla del instinto y la experiencia de ella. De aquí en adelante todas las acciones que emprenda el joven o el adulto serán una representación de su inteligencia.1 Estos preceptos fueron ampliándose cuando se tuvieron más datos e información acerca de las capacidades de ciertos animales que mostraban un grado superior en la utilización de una herramienta, el extraer un alimento en otra forma distinta a como fue entrenado, en el fabricar un arma o una herramienta con otro material más durable, más flexible o más cómodo, en el uso de una comunicación a base de un sistema de ecolocalización como el que utilizan los delfines y las orcas, los sistemas de alarmas (silbidos y susurros de las ardillas) según el tipo de peligro para alertar a las otras, la estrategia de muchos felinos para conseguir a sus presas, etc. Estas y muchas otras formas de resolver sus problemas y situaciones sin duda alguna se pueden considerar como pruebas de inteligencia.
Es válido concluir que la capacidad para resolver algún problema o situación utilizando el conocimiento adquirido es una prueba inequívoca del razonamiento.
Hoy en día, parece que el hombre moderno se ha ido despojando de la soberbia que implica ser lo máximo de la creación y ha empezado a reconocer y valorar que la inteligencia NO es un atributo exclusivo del Homo sapiens; que existen otras criaturas cuyas conductas y sensibilidades son expresiones equiparables a la llamada inteligencia humana. Es muy posible que esto haya ocasionado que un grupo de científicos (biólogos, neuro fisiólogos, biólogos moleculares, etólogos, psicólogos, etc.) se hayan reunido en la Universidad de Cambridge para proclamar la Declaration of Conciousness2 el 7 de Julio del 2012.
La Declaración de la Concientización reconoce que existen otros seres (no humanos) que tienen capacidades superiores para registrar y expresar otras emociones y formas de conducta que les permiten percibir su propia existencia y el mundo a su derredor. De acuerdo con las observaciones y conclusiones recabadas en forma natural o experimental, la mayoría de los mamíferos (destacándose los monos), las aves, los elefantes, los delfines y los pulpos son capaces de:
- Mantener la atención a lo que les rodea.
- Analizar las situaciones y tomar sus decisiones
- Reconocerse ante un espejo y adoptar una postura de identidad
- Tener ciclos de sueño y vigilia
- Mostrar actitudes de: satisfacción, congoja, solidaridad, tristeza, asombro, etc.
- Capacidad para detectar cambios hormonales, electromagnéticos, etc. y actuar en consecuencia.3
Es casi seguro que con el transcurso del tiempo habrá más descubrimientos que permitirán valorar mejor a los animales y situarlos en su justa dimensión, son miles de años de evolución que debemos respetar ya que cada especie existente en nuestro planeta tiene un fin determinado. El hecho de que nosotros aún no lo sepamos o no le demos la importancia, no es culpa de los animales sino de nuestra ignorancia e intolerancia.
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Referencias
- Bright, Michael., Inteligence in Animals. The Reader’s Digest Association. 1994. U.S.A.
- Cambridge Declaration of Consciousness. Francis Crick Memorial Conference at the University of Cambridge, UK. July 7th, 2012.
- Boysen, Sally., The Smartest Animals of the Planet. Firefly Books, 2009 Buffalo, N.Y.
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