El Premio Nobel de la Paz 2016

"Con el tiempo, aprendí a lavarme las manos con agua sucia.", Jesús Reyes Heroles

21 de noviembre, 2016

"Con el tiempo, aprendí a lavarme las manos con agua sucia.", Jesús Reyes Heroles

El próximo sábado 10 de diciembre, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia se presentará en el edificio del City Hall en Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz que el Comité del Nobel Noruego le ha concedido. Dicho premio consta de un  bellísimo diploma, una suma que rebasa al millón de dólares y por supuesto, el prestigio internacional que el premio implica. Sin embargo, la distinción de este año ha generado una gran controversia por los tiempos y las circunstancias que el presidente de Colombia ha forzado e insistido para conseguirlo. De acuerdo con sus compatriotas, él solo está interesado en su propio adorno personal.

El Comité Noruego del Nobel le ha adjudicado el premio en virtud de sus grandes esfuerzos para finalizar la guerra civil de más de 50 años en Colombia. A decir de los colombianos, éste preámbulo no corresponde a las acciones de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) que durante 52 años han violentado brutalmente a la población civil, incurriendo en innumerables asesinatos, despojos y desapariciones de miles de colombianos y que ahora el Presidente Santos pretende simplemente conciliar y perdonar en aras de conseguir la paz en Colombia. Es posible que en un principio las FARC surgieron como una de tantas guerrillas armadas que aparecieron en la década de los 60’s y 70’s pero que después se desvirtuaron hasta convertirse en vulgares asaltantes, despojadores, secuestradores, narcotraficantes y asesinos que victimaron a 220,000 personas y provocaron el desplazamiento de seis millones de colombianos que abandonaron sus casas, pequeñas granjas y propiedades para evitar mayores abusos, violencia y posiblemente la muerte.

Quizá la parte más grotesca de esta historia no es la adjudicación del premio sino la escenografía y las circunstancias que la han rodeado. Vea por si mismo, las pláticas preliminares de paz entre la guerrilla y el gobierno colombiano tuvieron una primera etapa de dos años, el principal interesado en estos acuerdos era el señor Santos que en esa época era el vicepresidente de Colombia. Como había muchas interferencias y distracciones, los negociadores decidieron mudarse a Cuba, sitio neutral y seguro donde las pláticas y acuerdos continuaron durante cuatro largos años. Es difícil imaginarse la negociación de la paz, el principal problema radicaba en que los guerrilleros revolucionarios sabían que su tiempo había terminado, habían pasado de moda y habían fracasado en el logro de sus objetivos. Sus 52 años de violencia y terror no les alcanzaron para derrocar a las oligarquías en el poder, imponer condiciones de igualdad y progreso y otras muchas promesas que habían anunciado a los colombianos. Fue todo lo contrario, su soberbia y su obsolescencia tuvieron la gran fortuna de encontrar la obsesión y el delirio de grandeza del vicepresidente Santos, fue el pretexto ideal y la oportunidad dorada de la guerrilla para una salida decorosa y la aprovecharon. La cúpula de las FARC explotó el narcisismo y la codicia de Santos y prolongó las pláticas lo suficiente para que él pudiera tejer su campaña mediática para el Nobel. Los guerrilleros y el presidente Santos lograron sus objetivos, Santos logró el Nobel, los próceres revolucionarios lograron ventajosas e increíbles concesiones, tales como:

  • Que algunos de sus líderes confesos de crímenes de guerra fueran condenados a un máximo de ocho años de reclusión especial, es decir, no tendrían que pisar la cárcel sino que estarían en una especie de libertad condicional.
  • La reserva de 10 plazas en el congreso colombiano para sus miembros pudieran integrarse al Congreso e integrarse a la política del país y eventualmente pudiesen formar su propio partido político que participaría en las elecciones del 2018.

Lo más inédito de esta comedia fue la resolución de los participantes que una vez que concertaron sus condiciones para la paz, decidieron hacer partícipe al pueblo colombiano para que validara los acuerdos a través de un plebiscito celebrado en los primeros días de octubre. Ambas partes, FARC y Santos anunciaron las ventajas de la paz colombiana que en forma automática incluirían lo siguiente:

  • Un cese al fuego por tiempo indeterminado y la consabida entrega de armas si todo sale bien
  • Desactivar o rastrear miles de minas explosivas sembradas en el territorio
  • Reparación de los daños a las victimas (sin especificar).
  • Localización de miles de niños y adultos que fueron secuestrados.

El plebiscito se votó y los resultados fueron muy divididos, el 52. 2% lo rechazó, no puedo imaginar un pueblo que rechaza un acuerdo de paz, pero así fue. Lo que en realidad rechazaron fue esa burla de acordar una serie de conveniencias mutuas a las espaldas del pueblo y luego pretender que los estaban tomando en cuenta a través del plebiscito. El presidente Santos tiene fama de gobernar a control remoto, sin mostrar un interés genuino para resolver los problemas de Colombia y quiere utilizar el Premio como un escalón para proyectar sus aspiraciones políticas a niveles internacionales, desea trascendencia no merecida sin importarle la opinión de sus compatriotas, según sus más severos críticos. Solo el tiempo definirá su futuro y el de estas álgidas negociaciones.

El Premio Nobel de la Paz ha tenido serias controversias en su estructura y en su adjudicación, es el único que no es coordinado por las Academia Reales de Suecia y Noruega y es el único que se otorga en Oslo y no en Estocolmo.

Algunas adjudicaciones han sido aberrantes y faltas a toda lógica y el sentido común, algunos ejemplos a continuación:

  • Henry Kissinger y Le Dúc Tho en 1973 por negociar la paz en Viet Nam, cuando todavía estaban combatiendo.
  • Menachem  Begin y Mohamed Anwar Al Sadat en 1978 por su intervención en las negociaciones de paz entre Egipto e Israel.
  • Isaac Rabin y Yaser Arafat en 1994 por consolidar la fraternidad en Oriente Medio.
  • Barack Obama en el 2009 quien, según sus propias declaraciones, ni él mismo sabe porque se lo adjudicaron.

Solo falta el tercer acto de esta singular comedia.

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