Nosotros, somos el producto de la fusión de dos células de nuestros padres, luego pasamos por una embriología de treinta y tantas semanas para llegar al producto final que es muy complejo y eficiente.
Durante el larguísimo periodo de incubación, desarrollamos un programa molecular que determina la estructura y funcionamiento que regirá por toda nuestra existencia. Dicho programa es una serie de reacciones y ciclos muy específicos que realizan cada uno de nuestros órganos para poder funcionar en una forma lógica y eficiente. El programa es lo que comúnmente se llama herencia y proviene de las características genéticas de cada uno de nuestros progenitores; es una especie de instructivo que nos determina a qué horas empezarán y terminarán los ciclos y cuándo se deben realizar.
Nosotros efectuamos diariamente innumerables ciclos y programas de alta precisión para conservarnos en vida, cualquier cambio del estado normal o natural se considera una alteración que puede ser una enfermedad o un cáncer.
La digestión de los alimentos es una de las funciones más importantes que realiza nuestro cuerpo, empieza en la boca con la trituración y el desgarre de los alimentos, sigue en el estómago donde se efectúa una digestión parcial con la ayuda de ácidos, luego todo el material queda como papilla que pasa por el intestino delgado donde se realiza una absorción selectiva de nutrientes que pasarán al hígado para extraerles la energía con la que desarrollamos todas nuestras actividades. Todo el material de desecho que no fue absorbido pasa al intestino grueso que es un tubo ciego de 150 cm. de largo y un diámetro de 5-7 cm. con una sola salida, el ano por el que salen todos los desechos.
La función del intestino grueso es realizar una segunda digestión de materiales nutritivos que no se digirieron a la primera pasada por el intestino delgado, solo que en esta ocasión la digestión es más microbiana que química. En el intestino grueso (también llamado colon) habitan millones de bacterias especializadas en la degradación de compuestos difíciles. Son muchos los tipos de bacterias que solo viven en las condiciones semi anaeróbicas del intestino grueso y que son específicas para cada persona. De hecho, estas bacterias determinan el tipo de digestión que nuestro intestino es capaz de realizar y obviamente también influyen en la producción y acumulación de compuestos carcinogénicos que posteriormente van a ser responsables indirectos de que desarrollemos algún tipo de cáncer colono rectal (cáncer intestinal).
La microbiología de los últimos 12 años le ha dado una especial importancia al estudio de las poblaciones bacterianas en el colon y los investigadores han demostrado científicamente su influencia en el desarrollo de la obesidad y la aparición de cánceres intestinales. De hecho, los microbiólogos han introducido el nuevo término microbioma para referirse a los estudios de todas las bacterias que conviven con nosotros en forma natural.
Supuestamente, todas las células de nuestro cuerpo responden a un calendario que controla cada una de las etapas de nuestra vida y por supuesto, marcan nuestro deterioro y nuestro final. Sin embargo, de vez en cuando algunas células empiezan a comportarse diferente, son mayores de tamaño, muestran alteraciones anormales, son diferentes porque han sufrido alguna o una serie de mutaciones. Estas células tan diferenciadas son cancerosas y crecen más rápido, tienen un metabolismo más elevado que les confiere un crecimiento masivo o de tumores que ya habían estado programados para crecer en nuestro cuerpo en alguna etapa de nuestra existencia.
La mezcla de alimentos que viaja a través del colon sufre muchas transformaciones microbianas, en ocasiones nos libran de los carcinogénicos. El cáncer intestinal se inicia en las células de las glándulas de las paredes intestinales que producen el moco que facilita el paso de las heces fecales. Dichas células son muy sensibles al contacto con los carcinógenos, promoviendo el crecimiento de inmediato. El tumor que se desarrolla es verdaderamente diminuto, los gastroenterólogos los llaman pólipos, y suelen crecer muy lentamente, en cuestión de meses o años, dependiendo de la agresividad del carcinógeno y las condiciones ambientales dentro del intestino. Sin duda alguna, los dos factores que influyen en el desarrollo de los tumores son la dieta y la microbiota intestinal.
Las dietas que mayormente favorecen el desarrollo de los pólipos son carnes rojas grasientas y embutidos procesados con altos contenidos de substancias irritantes, cocimientos y tratamientos con colorantes y aditivos artificiales (ejemplos: jamón, queso de puerco, chorizos, salami, peperonni, etc.). En la cuestión microbiológica, cada individuo ha heredado una serie de especies bacterianas que realizarán su digestión en forma peculiar, de manera que es un factor eminentemente genético que no podemos controlar. Esto determina que la posibilidad del desarrollo de un cáncer intestinal dependa de la microflora que hayamos recibido desde que nacimos.
El cáncer colono rectal se presenta en pacientes mayores de 55 años, aunque en años recientes se ha detectado en menores de 30, tal vez la alimentación tan superflua y artificiosa influyan esta tendencia. De acuerdo con el INEGI, es el cuarto cáncer en desarrollo en México, sin embargo, su mortalidad no es elevada, ya que el índice de sobrevivencia es superior al 80% si el paciente atiende las citas y los tratamientos requeridos y cambia su estilo de vida. La sintomatología más frecuente es la siguiente:
- Diarreas sin causa aparente, que se corrigen solas.
- Adelgazamiento, cambio de color (se vuelven oscuras) y texturas variables de las heces fecales que se corrigen solas.
- Sangrado en el papel sanitario (no confundir con sangre de las hemorroides) o las prendas íntimas. Sangre visible en las heces fecales.
- Debilidad, fatiga y pérdida de peso, sin explicación.
- Dolor o molestia en el bajo vientre. Defecación poco satisfactoria.
Estos síntomas deben ser frecuentes y durante periodos alternos, no es necesario que todos los síntomas se presenten al mismo tiempo, con dos o tres que sean recurrentes será necesario ir al médico quien hará una serie de preguntas penosas y tal vez ordene un análisis de sangre en las heces fecales.
Si los análisis son negativos, el paciente deberá cambiar su estilo de vida y poner más atención a la sintomatología, deberá orientar su alimentación hacia nutrientes naturales y simples, proteínas y grasas en cantidad limitada y variedad en las frutas legumbres, semillas y frutos secos, un poco de ejercicio sería excelente.
Si los análisis salieran positivos, no entrar en pánico, todavía hay muchas maneras de corregir el problema. Es posible que el médico le recomiende una colonoscopia, que es un procedimiento exploratorio que consiste en la introducción de un tubo flexible en el ano. El tubo tiene en el extremo un haz de luz, una cámara de video y un aditamento minúsculo para lazar y extirpar cualquier pólipo que se encontrara en el camino. Obviamente, el paciente estará bajo anestesia durante los 35-45 minutos que dura la exploración. Cualquier pólipo extirpado es enviado de inmediato al patólogo para que realice los análisis correspondientes. Si el análisis es positivo, el médico sugerirá el tratamiento adecuado que puede ser una cirugía, tratamiento quimioterapéutico, radiaciones o lo más moderno, la inmunoterapia.
El tratamiento dependerá del crecimiento, la localización, el tamaño de los pólipos, etc. Cada caso es personal, pues no todos tenemos el mismo estilo de vida, costumbres ni características genéticas similares. Son conversaciones muy privadas donde se busca la mayor comodidad y ventajas para el paciente.
Los sobrevivientes a estos tratamientos son mayores del 80%, de manera que no se puede considerar un cáncer mortal a menos que no se le preste atención. La lentitud con que se desarrollan estos tipos de cáncer es una característica que podemos utilizar a nuestro favor. Ya que existen otros cánceres cuya agresividad no les da ninguna oportunidad a los pacientes.
Un cáncer no atendido posiblemente ocasionará una oclusión intestinal, lo cual requerirá un tratamiento más riesgoso y difícil. La otra posibilidad es la metástasis o sea, la emigración de las células cancerosas hacia otros tejidos u órganos donde se desarrollarán a plenitud; ambas situaciones no son nada favorables y pudieran terminar en un fatal desenlace.
El lado positivo de este tipo de cáncer es que nos da tiempo para cambiar nuestras perspectivas de vida y también pone a prueba nuestro carácter y entereza.
REFERENCIAS:
- Antonio G. Trejo., La Nociva Adicción. Ruiz Healy Times. Noviembre 28 del 2019.
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