El coronavirus NO es problema y SÍ es problema

¿Cómo pueden ser verdad ambas afirmaciones al mismo tiempo? Tomemos el ejemplo de España. España tiene una población de 47 millones de habitantes. Y por...

20 de abril, 2020

¿Cómo pueden ser verdad ambas afirmaciones al mismo tiempo?

Tomemos el ejemplo de España.

España tiene una población de 47 millones de habitantes.

Y por coronavirus han fallecido, al 16 de abril, 20 mil personas.

Esto representa el 0.0004 % de su población; la 23ª parte del 1%.

O sea, vamos a suponer que en España la cantidad de víctimas creciera 23 veces, hasta alcanzar 460 000 víctimas. ¡Sin duda, sería una tragedia espantosa! ¡Y parecería el fin de España!

Sin embargo, aun con esa tragedia, el hecho es que esta cifra representaría el 1% de su población.

De nuevo: en España, por el coronavirus, hasta el momento, las víctimas suman el 0.0004% de su población; faltaría que esa cifra se incrementara ¡23 veces! para llegar al 1%.

Si vemos los datos objetivamente, en realidad el coronavirus NO representa un apocalipsis en términos de letalidad y proporción, como parece. Y esto porque, a diferencia de otras epidemias, como la legendaria Peste Negra, por ejemplo, este virus no resulta fatal para una parte significativa de la población, sino para una proporción mínima. Y esto es un hecho irrefutable, incluso en los países que más lo han sufrido.

Ahora, ¿por qué también es cierto que este virus SÍ representa un gran problema?

Pues porque aunque la cantidad de víctimas sea ínfima en comparación con el total de la población, por ser una enfermedad nueva, todos los casos se presentan al mismo tiempo, de golpe. Esto naturalmente genera pánico y además, por supuesto, está el sufrimiento que cualquier víctima causa a sus seres queridos, aunque sea una sola. Cuánto y más, el sufrimiento junto de muchos, como ahora. Por eso, de momento, el coronavirus parece un infierno. ¡Y claro que lo es!

Por comparación, el siguiente ejemplo.

En condiciones normales, es bastante probable que cada año lleguen a cualquier hospital, digamos, 100 personas con neumonía – ocho cada mes–. Estamos de acuerdo en que esta es una situación normal, que no ocasiona caos, y que actualmente la enfermedad de neumonía NO representa problema para nadie. 

Sin embargo, ahora vamos a suponer que esas mismas 100 personas con neumonía llegan al hospital, pero no repartidas durante todo el año, como ahora, sino todas juntas, ¡el mismo fin de semana! ¡Pues ese hospital se convierte en un infierno! ¡No habría camas suficientes! ¡Demasiado dolor junto! Lo que representaría un grave problema para ese hospital, de momento.

Eso pasa con el coronavirus. En perspectiva y en proporción, es un problema ínfimo. Pero, en este momento, parece un problema infernal.

Algunos ven en perspectiva y por eso consideran que, dada la baja letalidad del virus, la respuesta de paralizar toda la economía mundial ocasionará desastre y sufrimiento mayores que la misma enfermedad, principalmente a los más pobres. ¡Y tienen razón!

Pero otros ven a corto plazo y consideran que, dado el problema infernal que por ahora representa, y el gran sufrimiento que está causando a las víctimas y sus familias, lo más sensato es extremar los cuidados. ¡Y también tienen razón!

¡Ambas opiniones tienen razón!

Hay un ejercicio clásico que demuestra cómo dos posturas opuestas pueden tener la razón, al mismo tiempo:

En una mesa, sentados frente a otra persona, le mostramos una moneda de 1 peso y le preguntamos: ¿qué ves ahí – águila o sol?; la otra persona responderá que ve águila, mientras nosotros vemos sol. Y se inicia la discusión. Podemos pasar mil años discutiendo, acabar a golpes, y jamás llegaremos a una conclusión. ¡Idiota, es águila! ¡Tú eres el idiota, es sol!

¿Qué pasa?

Para quien observe esta discusión desde afuera, el problema resulta evidente, tanto, que da risa:

Están viendo la MISMA moneda desde un punto DIFERENTE.

Y por eso, aunque sus posturas sean contrarias, ambas personas tienen razón.

¡Tan sencillo!

De ahí, la importancia de considerar el punto de vista contrario, ponerse en los zapatos ajenos, y tratar ver lo que el otro ve, que nosotros no vemos.

Eso sucede con el coronavirus.

Para enfrentar esta enfermedad, lo ideal hubiera sido una combinación de ambas posturas: mantener la economía funcionando con ciertas prohibiciones muy estrictas y, junto con eso, que toda la población extremara cuidados, además de prepararnos masivamente para atender a los enfermos.

Esa hubiera sido la respuesta ideal; ciertamente, una respuesta no exenta de objeciones, de temor y sufrimiento, pero sí la ideal.

Pero resulta que lo ideal NO existe.

Y por lo tanto, aquí estamos ahora: con mucho miedo, sumando víctimas, y al borde de una catástrofe económica.

PD. Tenemos dos ojos para ver. Pero en cuestión de ideas, generalmente, solo vemos con un ojo. Aferrarnos a un extremo, el que sea, es como estar tuertos. Para ver la verdad completa en cualquier situación, es necesario abrir los dos ojos.

 

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