Acercamiento a Svetlana Aleksiévich, Premio Nobel de Literatura 2015

Svetlana Aleksiévich es la escritora ganadora del Premio Nobel de Literatura de este año 2015...

16 de octubre, 2015

Svetlana Aleksiévich es la escritora ganadora del Premio Nobel de Literatura de este año 2015 (el francés de 70 años de edad, Patrick Modiano, lo ganó el año pasado). Svetlana es escritora, poeta y periodista bielorrusa. Voces de Chernóbil es la única obra que está traducida al castellano por la editorial Siglo XXI (2006).

Dicha obra recibió en el año 2006 el premio del Círculo de Críticos de Estados Unidos “en reconocimiento a la fuerza narrativa de Aleksiévich y a la importancia de las historias que cuenta”.

El Premio Nobel “es un galardón internacional que se otorga anualmente para reconocer a personas o instituciones que hayan llevado a cabo investigaciones, descubrimientos o contribuciones notables a la humanidad en el año inmediatamente anterior o en el transcurso de sus actividades”.

El Premio Nobel de Literatura se otorga anualmente “a quien hubiera producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal”, y es seleccionado por la Academia Sueca, el primer jueves de cada octubre.

Voces de Chernóbil (una de sus obras clave por la cual fue premiada) trata de los testimonios posteriores a la catástrofe nuclear ocurrida en abril de 1986 en Chernóbil, (Ucrania), donde aconteció una explosión en la Central Nuclear Vladímir Ilich Lenin, que destruyó el reactor 4 de dicha central. Este accidente es considerado, junto con el de Fukushima, Japón, en el año 2011, como el más grave en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares.

En este libro, la escritora, recoge una serie de testimonios de personas que vivieron los hechos.

La obra “no es un libro sobre Chernóbil, sino sobre sus consecuencias —las pasadas y las futuras—: sobre personas a las que les tocó vivir una nueva realidad que todavía existe pero que aún no se ha comprendido. Aquellos que sufrieron Chernóbil son los supervivientes de una Tercera Guerra Mundial nuclear”.

Este tipo de galardones internacionales sirven precisamente para ubicar a autores que se considera deben ser universales; es decir, sus obras deben alcanzar a todos, y no solo por su técnica narrativa sino por lo que han dicho con sus libros.

Fomenta la traducción de dichas obras del autor premiado, situación que ocurrirá con Svetlana Aleksiévich, pues ya están por salir dos libros más de la autora en España, y seguramente llegarán a México.

Sin tal reconocimiento sería muy complicado siquiera, que nos hubiésemos enterado de la existencia de Svetlana.

¿Cuántos grandes autores han desaparecido por no haber sido galardonados? ¿De cuánta historia y literatura nos hemos perdido? ¿Cuánto de nosotros se ha olvidado?

Por fortuna, el Premio Nobel de Literatura nos ha descubierto autores interesantísimos y excepcionales como el escritor chino Mo Yan (galardonado en 2012) —uno de sus libros que podrían servir de entrada al autor es Cambios (Seix Barral, 2012).

O el turco Orhan Pamuk (2006) o J.M. Coetzee (2003), uno de esos escritores infinitos, inmortales, de esos con aire de clásico. Basta leer Infancia, obra incluida en Escenas de una vida de provincias (Mondadori, 2013), donde el autor hace un autorretrato en su infancia, en los años cincuenta en Sudáfrica, para saber que se está ante una literatura mayor, una prosa finísima y a la vez ahogada y árida.

A su misma vez, el Premio Nobel ha servido para que el mundo conozca las letras latinoamericanas, para no quedar fuera del universo literario y cultural, para desvelar el nivel de nuestra literatura y decirles, sí, también somos universales. Nuestra literatura no desmerece en nada –leamos hoy a nuestros nobeles, a Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, y a los que se les negó el premio por razones que van más allá de lo literario como puede ser el inmenso Jorge Luis Borges).

Tenemos entonces, que descubrir a Svetlana Aleksiévich, leerla, ver si ha valido la pena premiarla, para darnos cuenta si aguantará su propio peso o terminará por volver a la oscuridad como le sucedió al poeta sueco premiado en 2011 —ya fallecido— Tomas Tranströmer.

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