El futuro en diez minutos

En menos de diez minutos, dos sismos (7-IX y 19-IX) cambiaron el futuro del país.

2 de octubre, 2017

En menos de diez minutos, dos sismos (7-IX y 19-IX) cambiaron el futuro del país. Todos los planes y programas para el próximo año deberán ser revisados y modificados; en los casos extremos deberán ser cancelados. Otros programas nuevos deberán ser creados para atender situaciones inexistentes a principios de este desgraciado septiembre. Difícilmente las variables macroeconómicas, esas que tanto les gusta al gobierno endilgarnos, resistirán sin cambios: crecimiento del PIB, inflación, tipo de cambio, etc.

Por lo pronto, hay que cambiar mucho del paquete económico que está en el Congreso. Estaba hecho para un país que ya no fue. En la estupidez oportunista de los partidos se habla poco o nada de estos temas. Los terremotos también mostraron quién es quién. Para empezar, hay que decir que todos los políticos quedaron pequeños ante la catástrofe. Algunos se libran mejor, pero otros simplemente se quedaron rezagados, como Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien piensa que las cosas se solucionan cediendo recursos de los partidos. “Ceder”, por cierto, es una palabra simbólica, ya que no están cediendo nada.

En los días pasados, el presidente Peña Nieto ha dicho que es hora de pasar a la fase de reconstrucción en aquellos lugares en donde se puede hacer. Su opinión se enfrenta a grupos que aseguran que la propuesta presidencial en realidad esconde una intención desmovilizadora. Estos grupos proponen aprovechar la energía de miles de personas, sobre todo jóvenes, para organizarlos. ¿Para qué sería esa organización? Seguramente hay múltiples respuestas a esta pregunta dependiendo a quién se le haga. Algunos dirán que para presionar al gobierno, otros para hacer la revolución, en medio cabe todo lo demás. El problema es que esa masa de voluntarios solidarios ya se desmovilizó.

Por lo pronto, las cifras que da el gobierno peñista son pavorosas. Aurelio Nuño, titular de la SEP, habla de dos mil 424 escuelas que tendrán que ser reparadas o rehechas. Hay ocho millones 109 mil alumnos en 10 entidades que no tienen clases. La cifra para atender esto asciende a 13,650 millones de pesos. En este monto no se contabilizan muchas otras cosas: el estrés en el que viven maestros, niños y jóvenes, por ejemplo. La secretaria de SEDATU, Rosario Robles, habla de 250 mil mexicanos que perdieron sus casas. Ayudarlos significa destinarles 10 mil millones de pesos. La lista sigue hasta alcanzar los 38 mil MP, pero Enki Research, organización especializada en este tipo de estimaciones, da una cifra muy superior: entre 9 mil 800 millones de dólares y 10 mil 100 millones de dólares, cerca del uno por ciento del PIB. Sea una u otra cifra, ese recurso tendrá que salir de algún lado. Se dejarán de hacer cosas, pero qué cosas salvar y qué cosas abandonar. ¿Vale tirar la democracia por la ventana? Hay otras preguntas: ¿la reconstrucción correrá a cargo del Estado?, ¿participará la iniciativa privada y si lo hace, a cambio de qué? Pese a lo que se pudiera pensar, los empresarios de este país siguen sin ser franciscanos. 

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