Uno de los elementos que han caracterizado de manera particular la propuesta de campaña de Andrés Manuel López Obrador, ha sido el contraste publico de posiciones entre el candidato y sus mas cercanos colaboradores.
Aunque a sus fervientes seguidores no les importe o preocupe, es por demás evidente la disparidad ideológica que cada día se hace más patente entre ellos. Independientemente de la manifestación del desacuerdo, esto permite observar que esas discrepancias son el reflejo de la debilidad de lo que tendría que ser un verdadero proyecto de gobierno.
Más aun si se considera que estas diferencias expuestas abiertamente en medios de comunicación, se contraponen al liderazgo autoritario del tabasqueño.
López Obrador ha fundamentado su oferta política, en algunas líneas de claro sentido demagógico y populista, que han sido muy eficientes para hacerse de la simpatía de un sector social enojado pero poco reflexivo.
Este contingente representa según las encuestas un margen de intención de voto de entre el treinta y el cuarenta por ciento del padrón electoral, situación que lo pone a la cabeza de las mediciones, con una amplia ventaja sobre sus contendientes.
Sin embargo tanto los seguidores de las otras fuerzas políticas como los denominados indecisos, si están escuchando y analizando tanto esas propuestas como las pugnas de los mas cercanos colaboradores del aspirante presidencial de Morena.
Esos otros bloques representan en suma más del sesenta por ciento del padrón, y aunque ahora estas divididos existe una expectativa real del llamado al voto útil que podría meter si no todos, si al menos un numero muy importante en la misma boleta.
La consecuencia lógica del voto útil es que López Obrador no gane, matemáticamente eso todavía es posible, sin embargo el tabasqueño parece no estar considerando esta vertiente.
Además de insistir en mantener el discurso que le ha sido eficaz con su base, se ha mostrado poco flexible e incluso determinante en temas que por su importancia y sensibilidad deberían ser abordados con mayor prudencia.
El problema para su causa es que es el mismo quien puede asustar a esos grupos, especialmente a los indecisos, porque no todos los ciudadanos están privilegiando el enojo por encima de la viabilidad de sus propios intereses.
En ese sesenta por ciento de votantes, se encuentran y coinciden muchas expresiones ideológicas, con muy diversas posiciones, pero que a pesar de su rechazo al sistema actual, no querrán poner en riesgo su propia estabilidad.
No para todos queda claro que no vivir en los Pinos o vender el avión presidencial sea realmente una solución, que cancelar proyectos como el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, solo afecte a quien viajan en avión.
Mas aun si ponemos atención a lo que los propios lugartenientes de López Obrador exponen en entrevistas en medios de comunicación, como por ejemplo cuando Alfonso Romo el encargado del denominado proyecto de nación dijo textualmente:
Hablo por y en nombre de Andrés Manuel, no vamos a cancelar el aeropuerto, no vamos a echar atrás la reforma energética, no vamos a congelar los precios de la gasolina y solo estableceremos precios de garantía en un numero muy pequeño de productos en zonas marginadas especificas.
Pero sin duda, la declaración que mas impacto ha generado y que por supuesto tendrá un efecto negativo superlativo, sobre todo entre los indecisos, la llevo a cabo Paco Ignacio Taibo II, por cierto directamente enfrentado con Alfonso Romo.
Taibo habla de expropiar empresas de quienes no estén de acuerdo con el eventual futuro nuevo régimen, el suyo es un llamado sin cortapisas al uso directo del poder ejecutivo, como herramienta de represión en contra de aquellos que no comulguen no solo con sus ideas, sino incluso con facultades dictatoriales extra legales.
De esta perspectiva lo que se debate es que es el mismo López Obrador y no la debilidad de sus contendientes, lo que esta provocando una suerte de segunda vuelta de facto.
En la que solo habrán dos opciones, la suya populista e incongruente y la otra que sin importar quien la termine abanderando reunirá a todos aquellos que no comulgan con su proyecto.
Ya no se trata solo de pensar en un acuerdo entre el PRI y el PAN y sus respectivos aliados, sino simple y llanamente de una alianza para cerrarle el paso.
Aunque para muchos la unión entre PAN y PRI pueda resultar una alianza pragmática para mantener el poder, lo cierto es que quien más está empecinado en empujarla, es precisamente quien mejor ha sabido aprovechar el enojo social.
Quien podría terminar por ser víctima de su propia estrategia radical, y acabar siendo derrotado precisamente por su intolerancia y la provocación del miedo, porque este país es mucho más que el treinta y pico por ciento que él representa, es él quien esta despertando a un león mucho mas fuerte que su tigre.
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