UN PLAGIO EXITOSO

Una mañana de sábado, en una de mis deliciosas visitas a una de las librerías de viejo en el Centro histórico de la Ciudad de...

17 de junio, 2020

 Una mañana de sábado, en una de mis deliciosas visitas a una de las librerías de viejo en el Centro histórico de la Ciudad de México, encontré un ejemplar de cuentos, encuadernado en piel, y en apariencia impreso a principios del Siglo 20. Este ejemplar no contenía más que un título en la tapa: “Relatos latinoamericanos”. Adentro, nada más que el índice, 43 cuentos cortos, cada uno con una historia corta interesante, amena, algo profunda y en ocasiones con un dejo de humor negro y en ocasiones no tanto. Solo al final del libro, un nombre: Filiberto Álvarez.

   Desde ese día me di a la tarea de buscar e investigar de quién se trataba el autor, su nacionalidad, los años en los que vivió y escribió; en internet, absolutamente nada, solo me arrojó siempre a una página de una red social de un joven de la Costa Grande de Guerrero, tan solo un adolescente. Imposible que se tratara del autor en cuestión. Después fui a varias bibliotecas, consulté sus bases de datos y… nada. Por último visité a un par de maestras y especialistas en literatura hispana y latinoamericana, nada tampoco.

   Lo que siguió entonces es que me animé a publicar relato por relato, firmados por mí, en un espacio que tengo en una revista cultural; los cuentos gustaron mucho, recibí mis primeras felicitaciones, después los publiqué en un diario de circulación nacional y con una página de internet con cientos de miles de potenciales lectores, algunos incluso se viralizaron en la red. Y nada, lo único que conseguí fue la llamada de un agente de una editorial de prestigio, pretendían hacerme una oferta muy interesante para publicar, las ahora, mis historias. Por fin nos reunimos, y tras un mes de negociaciones salió el libro a la luz. Confieso que cierto miedo de ser acusado por plagio siempre me invadió, y que digo, para qué mentir si aún siento los mismos temores.

   Ya son más de diez años y nada, las únicas noticias son las ventas altas y las reediciones, y los cheques de las regalías que me corresponden. Y la última, he sido nominado al Premio iberoamericano de las letras, y hoy, hará cosa de una hora, he recibido la noticia, desde España, donde se me informa soy el ganador. Hoy soy noticia en mi país, y en todos los países de Iberoamérica; recibiré una presea de manos del mismísimo Rey de España, y una jugosa beca; además de que provocó en mí algo importante: a raíz de eso, he escrito el primer relato en toda mi vida, que no es más que el que usted, amable lector, acaba de terminar de leer.

 

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